Una apuesta feminista alejada de polémicas

Agencias
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Las mujeres representan el 63 por ciento del nuevo Gobierno que, según Pedro Sánchez, aspira a impulsar la agenda feminista lejos de los enfrentamientos de los últimos meses

Una apuesta feminista alejada de polémicas - Foto: Eduardo Parra

La remodelación del Gobierno de Pedro Sánchez, anunciada el pasado sábado y oficializada a través del Boletín Oficial del Estado 48 horas más tarde, refuerza la presencia de las mujeres al frente de Ministerios, ya representan el 63 por ciento del Consejo de Ministros. Un nuevo hito en el Ejecutivo central con el que el líder socialista aspira a impulsar la agenda de políticas públicas feministas lejos del disenso y la polémica que han caracterizado los últimos tiempos.

Son dos los movimientos clave para entender esa nueva configuración feminista del Ejecutivo: la salida de Carmen Calvo de la vicepresidencia primera tras los desencuentros con la ministra de Igualdad, Irene Montero, sobre todo debido al articulado de la Ley Trans, a la que la socialista se oponía a la autodeterminación del género porque, a su juicio, perjudicaba a las mujeres; y el nombramiento como titular de la cartera de Justicia de Pilar Llop, magistrada con una amplísima trayectoria en los tribunales en la lucha contra la violencia de género.

En el anuncio de la renovación de su equipo, el presidente insistía en que además de revitalizar la legislatura pretendía reforzar aún más la presencia de mujeres en los puestos de poder del Gobierno: el 63 por ciento de las carteras están en manos de mujeres (14 de 22), frente al 54 por todo anterior, y todas las vicepresidentas son mujeres. Cinco de los siete nuevos rostros del Gobierno son femeninos: Pilar Llop (Justicia), Pilar Alegría (Educación), Isabel Rodríguez (Política Territorial), Diana Morant (Ciencia e Innovación) y Raquel Sánchez (Transportes). Los números son poderosos y, por ello, en su toma de posesión ante el Rey, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, prometía que guardaría el secreto de las deliberaciones de «Consejo de Ministras».

Con este cambio, España «se va a convertir de nuevo» en referente de la paridad de género, según Sánchez, que subrayó que se va a fortalecer la agenda feminista. «La recuperación tiene que ser más feminista, porque solo con la incorporación plena y efectiva de la mujer en pie de igualdad podremos construir una España mejor», enfatizó el presidente.

Más allá de las cifras, esta remodelación -que también supone un cambio generacional- va a tener un impacto en la ejecución y el contenido feminista del Gobierno.

Tensión en el Ejecutivo

En el seno del Ejecutivo de coalición convivían con cierta tensión dos concepciones del feminismo personalizadas en la vicepresidenta Calvo y la ministra de Igualdad. 

La socialista, activista histórica, es abolicionista de la prostitución y tiene una visión del feminismo centrada exclusivamente la igualdad de la mujer, sin incluir otras causas. Además, a pesar de haber pasado el testigo de Igualdad a la dirigente de Unidas Podemos siguió siendo la voz del PSOE del feminismo, con una agenda repleta de actos de este ámbito durante el tiempo que ha ocupado la Vicepresidencia primera. 

La política morada, por su parte, defiende postulados de un feminismo más integrador que sí abrace otras cuestiones como la lucha LGTBI o el ecologismo y no ha posicionado al Ministerio en el debate de la prostitución.

Las distintas sensibilidades de ambas mandatarias se evidenciaron en el debate en torno a la elaboración del anteproyecto de la Ley Trans, especialmente a raíz de que viera la luz un argumentario socialista contrario a la autodeterminación del género que habían avalado Calvo y José Luis Ábalos -que también ha salido del Gobierno-. De hecho, la elaboración de la norma se demoró meses por las reticencias de Moncloa en torno a esa posibilidad de que una persona pueda cambiar su sexo en el Registro Civil expresando su voluntad, sin necesidad de informes ni testigos.

Este debate no solo afectó a ambas políticas: la unidad del feminismo español, que había cogido mucha fuerza desde 2018, empezó a resquebrajarse, con un sector muy crítico que acusaba a Igualdad de impulsar una ley que conllevaba el borrado de las mujeres del ordenamiento jurídico.

A pesar de estas polémicas, en el traspaso de cartera al nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaño, Calvo aseguró que se va del cargo «tranquila», con la «inmensa sensación de haber cumplido» con su deber y de haberse sentido la voz de «muchas mujeres». Eso sí, no sorprendió la ausencia en ese acto de Montero.

Violencia machista

Además del departamento de Igualdad, Justicia es un elemento esencial para la agenda feminista del Gobierno, al ser la punta de lanza en la lucha contra las violencias machistas, y así lo dejó claro Llop, magistrada, expresidenta del Senado y exdelegada del Gobierno contra la Violencia de Género. «Este es el siglo de las mujeres líderes, (...) desde el sector de Justicia se remueven todos los obstáculos que impiden o dificultan la libertad y la seguridad de las mujeres, por eso les pido complicidad y les recuerdo que estamos en tiempos de mujeres», resaltó tras recibir la cartera de Juan Carlos Campo.

La sensibilización y formación de los distintos actores de la Justicia en perspectiva de género, la especialización de tribunales en violencia sexual y contra la infancia, el desarrollo de la Ley Trans tras los informes consultivos y la reforma de la normativa del aborto serán asuntos que tendrá que abordar Llop en este ámbito, además de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. De perfil discreto y conciliador, Sánchez habló en el anuncio de su nombramiento de su «mesura y sentido institucional», el compromiso feminista de la nueva ministra de Justicia será más práctico -orientado a la ejecución de políticas- que polémico. Pues la igualdad, sentenció en su toma de posesión, es «una cuestión nuclear para la democracia española».