El joven médico Daniel Monge, de 29 años, jamás pensó que acabaría su quinto año como médico residente en el Hospital General haciendo frente a una crisis sanitaria de calibre mayúsculo como la del Covid-19. «Jamás se me olvidará este aprendizaje», afirma Daniel, que confiesa cómo «nadie podía esperar la magnitud de esta crisis y realmente ha sido mucho trabajo, tanto físico como psicológico, algo muy duro».
Como especialista en Medicina Interna, el joven médico fue de los primeros en atender a pacientes Covid-19, entre ellos a Arturo Gómez del Prado, de 55 años, que estuvo ingresado seis días, en los que tuvo que precisar oxígeno.
Hoy Arturo ya está plenamente recuperado, aunque aún aislado, en cuarentena, a falta de una prueba, que no llega, que le confirme que ya ha superado la enfermedad. Con el deseo de poder abrazar pronto a su esposa Yolanda y a sus hijas, Arturo se muestra «muy agradecido» al doctor Monge y a todo el personal sanitario que le ayudó a superar el Covid-19. «El personal sanitario —subraya—es de diez, con los pocos medios que tienen, su actuación es impresionante».
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Por su parte, el joven médico recuerda que los pacientes ingresados solo tienen contacto con los sanitarios, por lo que «intentas siempre humanizar la situación y siempre procuras estar más tiempo con ellos». Agradecido por todas las muestras de apoyo «que nos suben la moral y nos dan mucha fuerza a todo el equipo», Monge confiesa que «cuando das de alta a un paciente, se me pone una sonrisa de oreja a oreja, es una sensación maravillosa». «Es muy duro, sientes a veces rabia e impotencia por no poder hacer más, aunque lo das todo, al máximo. A veces tienes un bajón psicológico, pero piensas que no queda otra que cambiar el chip y seguir adelante. Tenemos que seguir luchando, día a día, para ganar esta batalla. Estamos trabajando todos como un equipo, desde médicos y enfermeras, hasta el personal no sanitario, y ésta es la manera de vencer».