El aprendizaje más duro de Daniel

Sergio Arribas
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Estarán siempre unidos por la lucha contra la Covid-19. Son las historias que vinculan a sanitarios y pacientes, como la del médico Daniel Monge y el segoviano Arturo Gómez, que estuvo seis días ingresado en el Hospital General de Segovia.

El aprendizaje más duro de Daniel

El joven médico Daniel Monge, de 29 años, jamás pensó que acabaría su quinto año como médico residente en el Hospital General haciendo frente a una crisis sanitaria de calibre mayúsculo como la del Covid-19. «Jamás se me olvidará este aprendizaje», afirma Daniel, que confiesa cómo «nadie podía esperar la magnitud de esta crisis y realmente ha sido mucho trabajo, tanto físico como psicológico, algo muy duro». 

Como especialista en Medicina Interna, el joven médico fue de los primeros en atender a pacientes Covid-19, entre ellos a Arturo Gómez del Prado, de 55 años, que estuvo ingresado seis días, en los que tuvo que precisar oxígeno.

Hoy Arturo ya está plenamente recuperado, aunque aún aislado, en cuarentena, a falta de una prueba, que no llega, que le confirme que ya ha superado la enfermedad. Con el deseo de poder abrazar pronto a su esposa Yolanda y a sus hijas, Arturo se muestra «muy agradecido» al doctor Monge y a todo el personal sanitario que le ayudó a superar el Covid-19. «El personal sanitario —subraya—es de diez, con los pocos medios que tienen, su actuación es impresionante».

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Arturo Gómez de Prado.
Arturo Gómez de Prado. - Foto: D.S.
El médico residente Daniel Monge Monge.
El médico residente Daniel Monge Monge. - Foto: D.S.

Por su parte, el joven médico recuerda que los pacientes ingresados solo tienen contacto con los sanitarios, por lo que «intentas siempre humanizar la situación y siempre procuras estar más tiempo con ellos». Agradecido por todas las muestras de apoyo «que nos suben la moral y nos dan mucha fuerza a todo el equipo», Monge confiesa que «cuando das de alta a un paciente, se me pone una sonrisa de oreja a oreja, es una sensación maravillosa».  «Es muy duro, sientes a veces rabia e impotencia por no poder hacer más, aunque lo das todo, al máximo. A veces tienes un bajón psicológico, pero piensas que no queda otra que cambiar el chip y seguir adelante. Tenemos que seguir luchando, día a día, para ganar esta batalla. Estamos trabajando todos como un equipo, desde médicos y enfermeras, hasta el personal no sanitario, y ésta es la manera de vencer».