Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Emboscados

07/01/2022

Al PP las encuestas le están poniendo buena cara. La mayoría de los estudios demoscópicos que se conocen hasta el momento auguran la victoria de la derecha tradicional en Castilla y León, incluso rozando la mayoría absoluta. La pronosticada desaparición de Ciudadanos. Esta circunstancia confirmaría que en los pactos de coalición de gobierno el pez grande se acaba engullendo al chico, a pesar de que en este caso no será porque el presidente Mañueco dejara de engordar al socio. Igea fue la voz del gobierno hasta extremos sin precedentes en este tipo de colaboración, con una presencia multiplicada exponencialmente debido a controlar también la gestión de la pandemia. Podría argumentarse que la gestión de las crisis, en este caso medular, no derivan en resultados positivos, por bien que se haga. Los electores nunca votan agradecidos al pasado y responden más a la empatía que les ofrece el candidato para el futuro.

A tenor de las encuestas, está claro que Igea no lo hizo mal, porque el castigo hubiera recaído en el Gobierno como referente, en Mañueco como renovado candidato a la presidencia. Habría que achacar su pronosticado fracaso ahora, por tanto, al declive imparable de la formación en el ámbito nacional. La desaparición de Ciudadanos en Castilla y León es consecuencia de la gestión de Inés Arrimadas, la lideresa de la formación naranja que no ha sabido crear una posición propia. Su discurso cacofónico al del PP y Vox ha colocado a su partido en la irrelevancia. En el mercado de la política los sucedáneos y las marcas blancas no tienen cabida.

Amortizados los naranjas, las encuestas pronostican que los azules están abocado a un pacto con los verdes, con Vox. La gran incógnita es si las urnas abrirán otras opciones, alternativas que permitan a Mañueco equilibrar lo que de otra forma sería un sometimiento servil a la extrema derecha. No parece que los partidos locales, las formaciones de nuevo cuño surgidos al calor de la 'España vaciada', resulten determinantes. Su fuerza se ha diluido por la proliferación de siglas. Tampoco hay tiempo para la decantación y anida la sospecha de que algunas candidaturas no sean otra cosa que emboscados de los partidos tradicionales.