Cambio de rumbo

M.R.Y. (SPC)
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Draghi tratará de devolver la estabilidad y la confianza a un país sumido nuevamente en una incertidumbre política y financiera

La gestión de los fondos europeos y de la pandemia son los retos más inmediatos para el expresidente del Banco Central Europeo. - Foto: YARA NARDI

Confianza y estabilidad. Son las dos principales prioridades para Mario Draghi a la hora de ponerse al frente de un nuevo Gobierno en Italia. Confianza para unos ciudadanos cansados de las continuas desavenencias entre sus políticos que obligan a que las legislaturas no superen los tres años en las últimas décadas. Y estabilidad, precisamente, ante la perspectiva de que, nuevamente, se tengan que celebrar elecciones anticipadas en un momento muy incierto: en plena pandemia de coronavirus que mantiene en jaque, no solo al país, sino a todo el mundo.

De carácter templado, con experiencia a nivel europeo -presidió ocho años el Banco Central Europeo y afrontó con mano firme la crisis del euro-, en la Administración Pública -fue gobernador del Banco de Italia durante cinco años- e incluso política -en su época al frente del Banco de Italia ejerció como ministro de Economía en la sombra ante el constante cambio de responsables de ese departamento-, Draghi es considerado una figura de prestigio internacional capaz de hacer frente a los grandes desafíos a los que se enfrenta la nación: la gestión inmediata de los fondos europeos y la lucha contra la pandemia.

El primer quebradero de cabeza para este economista nacido en Roma en 1947 será la administración de los 209.000 millones de euros que recibirá -es el país que más dinero se lleva del plan de recuperación de la UE-. El desacuerdo sobre las partidas a las que destinar los fondos fue el motivo de ruptura de la anterior coalición de Gobierno y, seguramente, también sea la principal razón por la que el presidente de la república, Sergio Mattarella, decidió designarle, consciente de que es uno de los más consolidados expertos en Italia en materia financiera.

Esa gestión es una de las grandes incertidumbres en Italia y también en Europa, pendiente de cuáles serán los planes del nuevo Gabinete, pero que, sin duda, respira más tranquila ante la llegada de un viejo conocido en Bruselas.

El otro gran reto al que se enfrenta Draghi será la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y, en particular, la gestión de las restricciones con una media de 10.000 contagios y cientos de fallecidos diarios. Y es que aunque Italia parece estar superando la tercera ola, queda aún mucho trabajo por hacer. El próximo 5 de marzo expira el decreto que determina las restricciones, los cierres de actividades, las zonas de peligro y las limitaciones a la movilidad. Hasta ahora, las medidas impuestas por el Gobierno de Conte han sido acogidas con una cierta aceptación. Draghi deberá, como mínimo, seguir la tendencia de su predecesor para evitar una nueva escalada.

 

¿Hasta cuándo?

El economista también tiene previsto impulsar el crecimiento de Italia con reformas necesarias que han sido pospuestas durante años para poder mantener la estabilidad de las diferentes coaliciones de Gobierno. Pendiente están una fiscal y otra de la Justicia, pero no se descartan más.

El problema al que se enfrenta, el reloj. El tiempo correrá en su contra. Por ahora, cuenta con una amplia mayoría de apoyos, pero esos respaldos se pueden ir disipando cuando comience a tomar medidas que no contenten a determinados partidos. E Italia volverá, una vez más, a la incertidumbre.