"Tenemos que esperar al año que viene, no queda otra"

Patricia Martín-Ical
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Zamarramala reserva para 2022 a Laura Gil Pascual y Patricia Merino Gil el honor de ser alcaldesas en Santa Águeda, suspendida en esta ocasión por la pandemia.

Patricia Merino y Laura Gil Pascual. - Foto: DS

Las alcaldesas de Zamarramala 2021, las primas Laura Gil Pascual y Patricia Merino Gil, debido a la suspensión de la fiesta por parte del Concejo de Aguederas por la pandemia, tendrán que esperar al año que viene para disfrutar de todos los momentos y experiencias que ya atesoran sus antecesoras en el cargo en esta fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. Los bastones de mando que simbólicamente les entrega cada año la alcaldesa de la ciudad a las alcaldesas de Zamarramala se han quedado en la Casa Consistorial.

“Tenemos que esperar un año evidentemente por toda la crisis sanitaria. No queda otra”, subraya Laura Gil. Al igual que su prima Patricia Merino, se apuntaron a la lista del Concejo de Aguederas de Zamarramala para ser alcaldesas y mantener la tradición que han conocido en sus casas desde siempre. En febrero de 2020, las alcaldesas salientes protagonizaron junto a Laura y su madre, María José, en nombre de su sobrina Patricia que vive en Barcelona, el cambio de montera, el pistoletazo de salida.

“En marzo, con el inicio de la pandemia ya veíamos que no se iba a poder celebrar. Desde finales de verano se dio por zanjado que Santa Águeda no se iba a poder celebrar tal y como la conocemos”, señala Laura Gil Pascual. El Concejo de Aguederas es el órgano soberano de esta tradición y quién tuvo que tomar la dura decisión de suspender los festejos, que tienen como día grande el domingo posterior al día de Santa Águeda, el 5 de febrero. No ocurría desde la Guerra Civil.

Tenían previsto celebrar, en honor a la santa, una misa pero la dureza de la incidencia de la tercera ola del coronavirus en Segovia y toda Castilla y León, con un aforo de 25 personas en todos los lugares de culto, también hizo que se suspendiera la celebración religiosa.

Los planes de las alcaldesas de 2021 quedaron pospuestos. “Nos mandaron una carta informando a todas las aguederas que no se pasaba de lista sino que nosotras dos seguiríamos al año que viene”, remarca Laura, que también se ha encargado de atender las entrevistas de los medios de comunicación en nombre de las dos alcaldesas en estas fechas en las que se ocuparían mucho espacio y minutos en la prensa, radio y televisión.

Laura Gil Pascual es funcionaria de la Administración General del Estado en Madrid, en temas de contabilidad y Patricia Merino Gil está viviendo la experiencia de volver a ser madre. “Somos primas. Teníamos pensado que en los días que ella suele venir en Navidad como siempre organizar cuántos desplazamientos tendría que hacer para venir pero después del verano ya quedó todo paralizado”, cuenta.

Si la Covd-19 no hubiera trastocado toda nuestra vida, este pasado jueves, Laura y Patricia se hubieran vestido con el tradicional ‘Traje de Avisar’ y hubieran acudido a la Sala Blanca del Ayuntamiento de Segovia para que la alcaldesa Clara Luquero les hubiera hecho entrega del bastón de mando de ciudad. Un privilegio que se ganaron las zamarriegas por su valentía, en los hechos históricos ocurridos en 1227.

El Alcázar de Segovia estaba en manos de los sarracenos y las mujeres de Zamarramala consiguieron distraer a la guardia con sus galas, trajes y sus bailes. Su acción fue clave para la victoria y los Reyes de Castilla les otorgaron el privilegio de “mandar una vez al año”. Los bastones de mando se han quedado en la Casa Consistorial esperando a Laura y Patricia.

Las alcaldesas de Zamarramala son conscientes de que las cosas puedan ser también diferentes a la antigua normalidad cuando llegue Santa Águeda en febrero de 2022. “Esperemos que algo podamos hacer, aunque a lo mejor es menos multitudinario porque la gente tenga todavía precauciones de movilidad”, avanza.

Un febrero diferente. El barrio incorporado de Zamarramala vive un mes de febrero diferente. En la plaza de las Alcaldesas y calles aledañas, no hay un escenario portátil, no están colgadas las banderolas festivas; no se colocaron las barras para ofrecer a los visitantes la tajada de chorizo al vino y otras viandas que acompañan esta fiesta. 

Los vecinos, que también cocinan la tajada de chorizo, con mucho buen pan de pueblo, para agasajar a sus familiares y amigos, lo han aplazado hasta el año que viene. En la plaza no se congregarán cientos de personas para oír el pregón, aplaudir los nombramientos, ver bailar a las aguederas con sus espectaculares trajes tradicionales ni se quemará el pelele.

La fiesta de las Águedas sí se pudo celebrar el año pasado en unas fechas en las que apenas se había comenzado a hablar del coronavirus y todo se centraba en lo que estaba pasando en China, en una ciudad llamada Wuhan. A Zamarramala se acercó la periodista Nieves Herrero para recibir el nombramiento principal del ‘Matahombres de Oro’. Este 2021 pasará a la historia de Zamarramala por haber suspendido estos actos, lo que no ocurría desde la Guerra Civil.