Asfixia en la calle Real

Sergio Arribas
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Lastrados por el desplome del turismo y la caída de las ventas, entre un 40 y 70%, la crisis en ciernes pone sobre las cuerdas a muchos pequeños negocios del eje comercial.

Uno de los locales que ha quedado vacío. Su último inquilino fue la zapatería Stefany Sen, que se ha mudado a otro local en la calle Jardinillos de San Roque y opera también como tienda online. - Foto: Rosa Blanco

Antonio Arranz echa mano del refranero para describir la situación. «No se puede pedir peras a un olmo, vamos tirando como se puede», afirma a las puertas de su bazar ‘De mil colores’, en la calle Cervantes, en plena calle Real. El hombre cruza los dedos para que en Segovia se frene la escalada de brotes de la pandemia y no se produzca un confinamiento, lo que asestaría, según dice, un «golpe mortal» a pequeños comercios como el suyo.

El bazar de Antonio, abierto hace seis años, ha logrado sobrevivir, pese a la caída de su facturación, cercana a un 40%. Otros comercios de la  calle Real sin embargo, han bajado la persiana por culpa de la crisis sanitaria, al menos una decena, según tiene anotado Enrique Ruiz, propietario de una tienda de electricidad. «Muchos tienen pensado cerrar a corto plazo y ya han comenzado a liquidar todo el stock para cubrir gastos y pagar deudas. Otros están buscando otros emplazamientos más económicos para continuar con su actividad», explica Ruiz, que describe como «muy mala» la actual situación de la calle Real, el eje comercial de 550 metros que conforman las calles Cervantes, Juan Bravo e Isabel la Católica.

El abrupto desplome del turismo, los altos alquileres y la caída de las ventas, entre un 40 y un 70%, según admiten los comerciantes consultados, han forzado cierres o, en el mejor de los casos, unas cuentas de resultados planas, sin apenas beneficios, con las que muchos comerciantes de la calle tratan de sobrevivir a la espera de doblegar la epidemia y disipar los miedos de los consumidores.

Carlos Arribas, propietario de TecnoJapón.Carlos Arribas, propietario de TecnoJapón. - Foto: Rosa Blanco

Altos alquileres. A mediados de mayo, a pocos días de que Segovia entrase en la ‘fase 1’ de la desescalada, El Día de Segovia pulsó la opinión de los comerciantes de la calle Real, un momento en el que el turismo estaba ausente y la hostelería seguía «en espera». Por entonces, el eje comercial había abandonado su paisaje lunar, aunque todavía el trasiego de personas era ínfimo. En el ánimo de recuperar el pulso perdido, ya en la ‘fase 1’ la mayoría apostaron por la reapertura, aunque pronto también se produjeron cierres definitivos, en buena parte por la merma de ingresos y la imposibilidad de soportar los altos alquileres, entre los 2.500 y 10.000 euros al mes, en función de la superficie del local. La bajada de persianas ha afectado al comercio minorista, pero también a franquicias y grandes marcas que penetraron en la ‘milla de oro’, caso de Massimo Dutti.

Hoy la afluencia peatonal es superior a la de hace tres meses, aunque todavía en niveles muy inferiores al escenario anterior a la pandemia. «No hay turistas y la gente de los pueblos no viene por miedo, como es normal, vamos al ‘tran tran’, como podemos», lamenta el propietario de bazar ‘De mil colores’, quien reitera que «la gente está asustada, pese que tenemos gel hidroalcohólico, desinfectamos todo con lejía y tenemos un aforo reducido» para garantizar el distanciamiento social. Pese a todo, Antonio no ha perdido el optimismo que ya manifestó hace tres meses, porque «la otra alternativa es el cierre».

Hace tres meses a las puertas de Bershka, franquicia de ropa femenina, varias jóvenes guardaban cola para entrar. El aforo estaba fijado en 10 personas, mientras que hoy es de 49. No hay colas, pero tampoco aglomeraciones. Con la pandemia «esta calle se ha quedado a cómo estaba hace 30 años, cuando había un pequeño comercio tradicional, con otras variantes, claro está, porque aquí siguen franquicias y grandes cadenas, pero desde luego no tiene nada que ver la calle Real de hace un año a la de ahora» opina Carlos Arribas, de ‘Tecnojapón’, en la calle Juan Bravo, especializada en todo tipo de tecnología y pequeños electrodomésticos.

Javier Gil, en su tienda de moda de primeras marcas Jaqueton.Javier Gil, en su tienda de moda de primeras marcas Jaqueton. - Foto: Rosa Blanco

«El consumo se ha desplomado. Solo hay que fijarse en el turismo, vital para esta calle, que ha caído entre un 80% y un 90%», añade. El propietario de ‘Tecnojapón’ comparte que el sector es víctima del «miedo» de sus potenciales clientes. «Solo hay que fijarse en el impacto que ha tenido en Segovia [ la pandemia] y la gente todavía tiene mucho miedo; a nivel de compras sale lo justo, con la nota de lo que tiene que comprar, para después regresar a casa».

El turismo no llega. Javier Gil relata su experiencia que, por otra parte, coincide con la otros comerciantes de la calle. Hace tres meses, Javier colocaba carteles en su tienda de ropa, Jaqueton, en la calle Isabel La Católica, al lado de la Plaza Mayor, con los que anunciaba descuentos en varias prendas de hasta el 50%. Tres meses después, el comerciante sigue al frente de Jaqueton «sobreviviendo, porque turismo nacional —dice— ha habido muy poco en verano y centrado en los fines de semana, mientras el turismo internacional de momento no hay nada». «Ante un momento de incertidumbre como el que estamos viviendo, las economías familiares se retraen y gastan en lo fundamental y poco más (…) A nivel global, yo soy optimista porque los seres humanos se han enfrentado a crisis mucho peores y siempre han salido adelante. Qué en el camino queden o quedemos algunos… pues ya no puedo decir, pero siempre tenemos que ser optimistas, no quedan otra», añade el propietario de Jaquetón.
En el lado de la balanza de quienes prefieren ver el futuro con optimismo y confían en una remontada está Beatriz Antón, de ‘Sweet Anana’, una tienda de moda femenina en la calle Juan Bravo 22. «No hay mucho turismo, pero la gente de Segovia ha reaccionado muy bien», afirma Beatriz, que cree cómo los segovianos se han «solidarizado» con el pequeño comercio durante esta crisis. «Pensaba que iba a ser catastrófico, mucho peor, pero sobrevivimos, hay días maravillosos en ventas  y otros muy malos», opina Beatriz, que aventura que «en enero o febrero del año que viene todo remontará».

Una decena baja la persiana. Antes de la crisis sanitaria, la calle Real sumaba unos 124 establecimientos, desde comercios a bares y restaurantes, hasta farmacias y joyerías; mientras medio centenar eran explotados bajo la fórmula de franquicia. Desde que estallara la crisis, según varios comerciantes consultados, una decena de establecimientos han bajado la persiana, mientras otros han restringuido horarios de apertura. En otros casos, el comerciante ha optado cerrar el local en la calle Real y pasarse a la venta online y emplazarse en otro local más grande, más alejado del centro, caso de la zapatería Stefany Sen, ahora ubicada en la calle Jardinillos de San Roque, 3. No obstante, no faltan iniciativas de nuevos negocios en la calle Real, como la tienda de ropa ‘casual’, impulsada por un empresario de origen chino, que abrirá próximamente en el local que ocupara una sucursal de Caja Madrid; mientras otros locales, como el que ocupara Taberna Cervantes Galleo Bú —antigua cervecería La Taberna del Volapié—, podrían ser ocupadas también próximamente, por un bar-freiduría. 

Marta Serrano, propietaria de una tienda de ropa femenina en la calle Cervantes.Marta Serrano, propietaria de una tienda de ropa femenina en la calle Cervantes. - Foto: Rosa Blanco

«Los altos alquileres no son lógicos ni factibles en estos momentos de crisis». Marta Serrano regenta desde hace 24 años una tienda de moda femenina que bautizó con su nombre. Es el tiempo que lleva pagando un alquiler por el uso de este local, situado en la calle Cervantes 7, frente a Restaurante Duque. Hace tres meses, Marta mantenía la ilusión por luchar por su negocio y seguir «al pie del cañón hasta que me jubile, porque vivimos de ésto y son muchos años». Sin embargo, el verano no ha sido fructífero.

«Han sido dos meses y medio de no ventas, no se cuántos miles de euros he dejado de facturar. Lo principal es que el otoño empiece bien y continúe mejor. El problema es que no hay turismo y si llega el frío... la COVID se junta con la gripe, si la gente se va a casa a las seis de la tarde y las calles se quedan vacías, pues el panorama es un poco gris», dice Marta, quien, no obstante, desliza a continuación un mensaje de optimismo: «hay que seguir, no queda otra».

La cuenta de resultados de su tienda es ahora «plana»; «es decir —matiza Marta—me da para pagar los gastos generales y la mercancía, solo queda salir de esta situación lo antes posible». Marta confirma el cierre de varias tiendas en la calle Real. «El problema principal son los alquileres que tampoco son factibles ni lógicos en estos momentos. Han cerrado porque no han podido pagar el gasto principal de un negocio en la calle Real. Si es tuyo el local es más fácil sobrevivir y no es mi caso».

Más riesgos. Marta sustenta su esperanza en sus clientas de Segovia, fijas desde hace décadas, aunque admite que deberá sortear algunos riesgos. «El pedido [de prendas] para el otoño lo hice en febrero y entonces jamás podía imaginar que pudiera ocurrir esto. Si lo tuviera que hacer ahora compraría bastante menos», añade Marta, que asegura que ella, como otros pequeños empresarios de la calle Real, arrastra la pérdida de una clientela que era habitual. «Ese público que teníamos de Madrid los fines de semana, durante todo el año, ha caído y lo estamos notando muchísimo. Y del turismo extranjero ya no tenemos absolutamente nada».

«Hemos vivido la guerra —añade— y estamos en la postguerra, salir de esto requerirá un tiempo, hasta que la enfermedad pueda ser atajada y  la gente pierda el miedo y tenga ilusión en vivir como antes, aunque será difícil».