Agreden a una abogada del turno de oficio en los juzgados

Nacho Sáez
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La abogada Lara González Cuevas relata cómo el pasado día 9 la pareja de un hombre al que atendió como letrada de oficio la insultó y la empujó en plenos juzgados mientras preparaba su declaración.

Lara González, el pasado 15 de febrero en la puerta del Palacio de Justicia de Segovia. - Foto: Rosa Blanco

El turno de oficio no descansa. Las 24 horas del día y los 365 días del año hay al menos un abogado de guardia para asistir a los ciudadanos. Sin embargo, ese colectivo tiene que lidiar con retrasos en el abono de sus honorarios por parte del Estado o con situaciones flagrantes como que sea el letrado el que tenga que reclamar a su defendido el pago de su trabajo. Cuando un juzgado solicita un abogado de urgencia para tomar declaración a un detenido, a veces se comprueba que esa persona, por la renta que posee, no tiene derecho a la asistencia jurídica gratuita. El 12 de julio de cada año se conmemora el Día del Turno de Oficio y de la Justicia Gratuita como instrumento de reivindicación de una labor poco reconocida en la que sus servidores son, además, objeto de agresiones.

Una de las últimas se registró el pasado 9 de febrero en el Palacio de Justicia con la letrada Lara González Cuevas como víctima. «Acababa de conocer al cliente y tenía que asistirle en la declaración que iba a prestar ante el juez. Estaba estudiándome el atestado y las actuaciones para ver qué le tenía que preguntar y qué no y en esas apareció su mujer y ahí fue cuando, solo por el hecho de agacharme y apoyarme en un banco para tomar anotaciones y leerme el atestado, empecé a ser increpada e insultada», inicia su relato. En este episodio se entremezclaron la violencia, física y verbal y el machismo: «Me empezó a decir que yo era de esas que se abre de piernas a las primeras de cambio. Pero entramos, hicimos la declaración y al salir solo le quise hacer una recomendación a ella. Y me espetó que qué coño quería. Le dije que la próxima vez que estuviera entrevistándome con su marido para defenderle tuviera respeto conmigo y educación. Entonces ya empezó a intimidarme, a chocar su pecho contra el mío, me acorraló contra un banco, me insultó y me empujó. Se la llevó su propio marido».

Esta abogada sintió entonces miedo y más tarde decepción. «Primero fue el susto, porque me puse a llorar, también por lo desagradable que fue la situación. Y luego lo que sientes es frustración. Mi frustración no está tanto en lo que me pasó sino en la situación en sí. Yo estoy haciendo mi trabajo lo mejor que sé y tienes que estar aguantando cosas de este tipo y que luego encima no cobremos. Nos sentimos muy desprotegidos y muy desamparados. Parece que es lo que hay y que es como las lentejas. Si te gustan bien y si no, las dejas», reflexiona, sin olvidarse de los problemas de seguridad que vuelven evidenciarse en las sedes judiciales segovianas. «Esto te pasa en el Juzgado de lo Penal, por ejemplo, que no hay arco detector de metales y a lo mejor la familia del imputado o del condenado se vuelve loca y se lía a navajazos contra los que estamos ahí».

Esta agresión también revela las deficiencias que continúa arrastrando el Palacio de Justicia y que, en teoría, subsanará el nuevo edificio que se encuentra en construcción en el barrio de Nueva Segovia. «El juzgado no está habilitado para que tengamos un cuartito en el que podamos reunirnos con el cliente. Luego por ahí siempre tienes a gente cerca», remarca González Cuevas. A veces no llegan al insulto y la intimidación pero se quedan en la frontera. «Están los que te contestan mal… Lo más doloroso es la falta de reconocimiento que arrastramos. Estamos prestando un servicio público y tengo la sensación de que somos los últimos a los que se nos hace caso». 

Todo ello pesar del esfuerzo que realizan cuando pueden incluso no llegar a cobrar sus honorarios. «Yo trabajo en cosas del turno de oficio de lunes a domingo. Depende de la complejidad que tenga el asunto, pero si me tengo que poner un sábado a las cinco de la tarde a trabajar en ello, me pongo a trabajar. Luego tienes que estar batallando con mucha gente a la que no se le reconoce el derecho a la justicia gratuita y se te escapan», concluye esta abogada.