«Soy de mecha corta, pero se me pasa pronto»

Sergio Arribas
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La 'Cara B' del presidente de la Diputación Miguel Ángel de Vicente. Es un ávido lector de poesía y amante de los perros. Y es antimadridista, «como buen atlético». «¿Mi mejor golpe? Yo diría que la bandeja. Por algo soy liberal moderado»

«Soy de mecha corta, pero se me pasa pronto» - Foto: Rosa Blanco

Jorge es el primero en llegar. «¡Me ha liado y aquí estoy!», afirma sonriente, mientras se desprende de la mochila que lleva al hombro y deja la raqueta en un banco. Tiene 29 años, casi los mismos que lleva de alcalde de Collado Hermoso (123 censados), su amigo Miguel Ángel y por quien hoy Jorge se ha acercado a las pistas deportivas del pueblo. Ambos forman pareja de pádel y compiten desde hace años en el circuito provincial amateur. El mugido de las vacas que suena de fondo acrecienta la sensación de estar en plena naturaleza, la misma que rodea una cancha de fútbol sala y dos  pistas de pádel. Jorge ha sido citado para 'pelotear' en la cancha con su amigo. No queda otra. Alguien tiene que mandarle las pelotas para que la fotógrafa de El Día de Segovia, Rosa Blanco, capte en plena acción con la raqueta al alcalde de Collado, máximo responsable de la Diputación de Segovia desde julio de 2019.

A los pocos minutos llega el protagonista, perfectamente uniformado para la ocasión. El cargo político y su altura —mide 1,90— ya debe impresionar a los rivales. «El pádel se cruzó hace doce años y me enganchó», aclara De Vicente, que exhibe en la sesión fotográfica un rosario de golpes—desde drives y revés a voleas y dejadas— dignos de Roger Federer, al que se asemeja en altura y templanza.

«Me enganché al pádel por vaguería, porque es un deporte que aunque pase la pelota, rebota y vuelve», confiesa sonriente, mientras desvela que Jorge y él participan como pareja de raqueta desde hace años en campeonatos locales y en el circuito provincial de la Diputación, sin mucha fortuna, pero «siempre con espíritu competitivo». Nadie baja los brazos si tiene como rival al presidente de la Diputación. «En el pádel soy presa fácil», reconoce. «¿Mi mejor golpe? Yo diría que la bandeja, por algo soy liberal moderado».

«Soy de mecha corta, pero se me pasa pronto»«Soy de mecha corta, pero se me pasa pronto» - Foto: Rosa Blanco

Es de presumir que en la cancha y en los partidos también deje muestras de su personalidad. Toca lanzar la pregunta como una de esas pelotas que le acaba de brindar Jorge para rematar junto a la red. «¿Eres una persona con carácter?». «Sí, sí, pero tengo la virtud de que luego se me pasa rápido, olvido pronto. Algún compañero me dice que soy de mecha corta y es verdad, pero luego salgo por la puerta y, de verdad, he olvidado el motivo. Los rifi-rafes que puede haber en un momento dado son coyunturales».

Alrededor de un café, en relajada conversación, Miguel Ángel de Vicente (Segovia, 1967), se muestra transparente. No se quita la mascarilla. En un momento, confiesa que llegó contagiarse de coronavirus, después de estar vacunado, con síntomas leves, aunque persistentes que se prolongaron durante un mes. El contagio se produjo en julio, en unas vacaciones,  fuera de Segovia y, curiosamente, no cuando, en los peores días de la pandemia, como presidente de la Diputación y responsable del área de Servicios Sociales, visitaba con frecuencia las dos residencias de mayores, la de discapacitados intelectuales y de jóvenes dependientes de la institución provincial. «La situación fue agónica. Tomabas decisiones que no sabias si valían o no. Los profesionales lloraban cuando me veían aparecer. Recuerdo que una médico me decía que no sabían qué hacer, que les dejaban bien por la noche y que, a la mañana siguiente, habían fallecido». 

En Collado Hermoso vive con su pareja, Belén, donde también residen sus hermanos César y Rosa. Hace gala de conocer a todos y cada uno de sus vecinos, que apenas superan el centenar, aunque en 'puentes' y vacaciones la población «se dispara hasta los 600 ó 700». De Vicente es alcalde de su pueblo desde que tenía 23 años. Suma ocho legislaturas seguidas triunfando en las urnas. «La primera vez no iba para alcalde, pero al ser listas abiertas, fui el que más votos saqué. Y me dijeron que tenía que ser yo» recuerda. No obstante, el cargo no le era desconocido. Su padre Cesáreo, constructor, ya había sido alcalde del pueblo durante 14 años.

El recuerdo de sus padres fallecidos, Cesáreo y Felicitas, le provoca un suspiro de emoción, de tal manera que cuando se le pregunta qué pensarían al conocer la trayectoria política y vital de su hijo, De Vicente responde: «si no hubieran muerto, morirían tranquilos». «Lo más importante eran sus hijos y en aras a ello lo sacrificaban todo. Mi padre era constructor y luchó para darnos de comer y facilitarnos un futuro, unos estudios», comenta.

El primer contacto de Miguel de Vicente con la política fue con apenas 15 años, en 1982, en su primer año de bachillerato en el Andrés Laguna. Fue el año de la visita de Juan Pablo II y del triunfo de Felipe González, que dio mitin en Segovia. «Con algunos amigos asistí a la noche electoral del PSOE, creo recordar que en los bajos del Hotel Acueducto. Allí estuve [sonríe], aunque al final acabé en otro sitio». Y es que apenas cumplida la mayoría de edad, ya colaboraba con las campañas electorales de la Coalición Popular de Manuel Fraga, desde aquellas sedes frente de la Caja de Ahorros y en la Casa Vasca, cerca de la Plaza Mayor.

Aquellos primeros escarceos con la política fueron frenados por el servicio militar. En el sorteo le tocó Ceuta, aunque el posterior reajuste le señaló otro destino. En 1987 le mandaron a Melilla. Quizá por su físico corpulento y su altura, Miguel Ángel de Vicente fue asignado al cuerpo de policía militar en Melilla —de casco y trinchas blancas y brazalete con la leyenda 'PM'—, donde llegó a tener galones de 'cabo primero'. «Cuando nos iban a embarcar de vuelta a la península hubo un coronel que se emperró en que tenía que hacer el curso de sargento en Lérida y quedarme en el Ejército. Al final decidí que no», desvela De Vicente.

Esas dotes de liderazgo fueron las que vieron también en el PP, partido al que se afilió tras colgar el uniforme militar. En 1991 le propuso integrar la candidatura a la Alcaldía de Collado Hermoso. Y, como ya se ha dicho, fue elegido alcalde, algo de lo que se alegró especialmente Francisco Vázquez, el actual secretario autonómico del PP. Por entonces, a principio de los noventa, ambos ya mantenían una relación cordial. «Paco [Vázquez] era un gran atleta. Siempre corría la carrera pedestre que hacíamos en las fiestas. Subía desde Sotosalbos y la ganaba. Somos pueblos limítrofes y entablamos amistad», recuerda. Miguel Ángel entabló estrecha relación con otros miembros destacados del PP, como Paco Bermejo, Luis Fuentes, Pedro Antonio Hernández Escorial….  En 1995 estuvo a punto de ser diputado provincial, cargo que sí obtuvo cuatro años después. Sustituyó  primero a Juana Borrego en el área de Cultura, Bienestar Social y Deportes;para asumir después el área de Asuntos Sociales y Deportes, que no ha abandonado ni cuando asumió la presidencia de la Diputación.

El 'zapador' del PP. Cuando en 2004, Miguel Ángel de Vicente asumió el cargo de secretario provincial del PP; que en el argot político es el de 'fontanero' o 'brazo ejecutor' del partido, se afianzó su imagen de 'hombre duro'. «Las secretarías están un poco para facilitar, no la vida del presidente, sino del partido (…) al final esto no es un club de amigos sino un partido político y te toca hacer labores de zapador», argumenta. Es entonces, cuando la pregunta es obligatoria. «¿Es o ha sido el hombre malo o duro [en el PP]?». «Bueno —responde— al final para la gente que no conoce este mundo eres el malo entre comillas. Asumes decisiones que no son tuyas pero que tú las tienes que verbalizar y dar la cara. Cuando uno se presenta a estos puestos ya sabe lo que hay».

La conversación gira a temas más personales, aunque antes queda una última cuestión. ¿Alcalde o presidente? ¿Cómo gusta que le llamen? «Miguel Ángel, nada más. Yo soy más de estar en los sitios y no de ser, ahora estoy de alcalde y estoy de presidente, pero las cosas son provisionales y así hay que tomarlas. Quien tenga una perspectiva estructural del cargo que desempeña, se equivoca».

Confiesa que es coqueto, de los que suele ir de compras y que no le importa pasar un día en un centro comercial recorriendo tiendas de ropas. Es entonces cuando reconoce que, en cuestión de moda, es 'fan' de la marca Desigüal, tanto por su diseño rompedor, colorista y arriesgado, como porque «siempre hace unas campañas promocionales cargadas de mensaje». Al presidente y alcalde le gusta la marca catalana — «son diseños atrevidos y en esta Castilla nuestra no es fácil»— como también hacer uso de coloristas pulseras. «Es tener los brazos animados [se ríe]. Ahora no las llevo, pero otras veces sí, pulseras que ser relacionan con mensajes o causas sociales con las que me identifico. Que una persona pública como yo pueda exhibir un determinado mensaje creo que es positivo. Al final somos un espejo para la gente».

Otra pasión de Miguel Ángel de Vicente son sus perros. «No tengo hijos, pero es como si los tuviera porque les quieres mucho, te provocan un cariño y una vinculación especial. Te devuelven mucho, aunque también te hacen ser esclavo. Si tienes un perro es para tenerlos bien atendidos», avisa. Ha tenido dos: Luca, un labrador, y Kila, perra mestiza que falleció hace poco tiempo. «Mis paseos con mis perros son mis momentos de oxigenoterapia», explica De Vicente, antes de desvelar otra de sus pasiones menos conocidas. «Soy un lector ávido de poesía. La poesía te permite desconectar (…) Ya lo decía Lorca, que la magia que tenía la poesía era poder juntar palabras que nunca podías imaginar una al lado de otra. Tiene esos contrapuntos que te permiten ver las cosas de otra manera, con mucha tranquilidad. La poesía no la veo desde el punto de vista de quien la escribe, sino de lo que provoca en quien la lee y a mi me provoca eso, magia», afirma.

Ahora está leyendo 'El reloj de Mallory', el último poemario del segoviano David Hernández Sevillano, que fuera Premio Poesía Joven 'Miguel Hernández'.  «Refleja lo cotidiano, que es donde tenemos que estar, por mucha responsabilidad pública que tengamos. Y yo, en lo cotidiano, con los alcaldes de la provincia, me encuentro a gusto», afirma. En varios momentos de la conversación, rompe una lanza a favor de la vida en el medio rural. «Faltan aún servicios, oportunidades… pero seguimos trabajando para dar soluciones. Aún así, hay que reivindicar la dignidad y calidad de vida de los pueblos».

La charla concluye hablando de deporte, no de pádel, sino de fútbol, el deporte que le apasiona. Partidario de la filosofía del 'Cholo Simeone' de trabajar «partido a partido», De Vicente se muestra optimista sobre la campaña del equipo rojiblanco para este año. «No puede ser que tengamos la mejor delantera y que, de repente, no tengamos ni defensa ni mediocampo. Lo tendrán que solucionar. Creo que daremos guerra y la Liga puede ser también nuestra este año. La Champions lo veo algo más difícil», dice. Una frase como última muestra de sinceridad: «Soy antimadridista, como buen atlético».