Salvar a Pagola

A.M.
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Los arquitectos Carlota González y Darío Núñez defienden la huella modernista dejada en la ciudad por su 'colega' Silvestre Manuel Pagola, en algún caso llamada al derribo

Carlota González y Darío Núñez delante del edificio de la Plaza de Santa Eulalia - Foto: Rosa Blanco

Algunos de los edificios proyectados o dirigidos por Silvestre Manuel Pagola (Bilbao, 1892-Segovia, 1943), como el ubicado en la Plaza de la Rubia, con fachadas a las calles de Colón y Serafín, de 1935, recuerdan a los expertos al urbanista  Antonio Palacio, que realizó en Madrid parte de sus obras más conocidas, por estar exento de ornamento y en la encrucijada entre el regionalismo y el racionalismo. Varios inmuebles de quien llegó a la plaza de arquitecto municipal de la ciudad, en 1923, pero no se instaló para residir en en ella hasta 1933,  caracterizada por volúmenes limpios, cúbicos y de perfiles netos,  cuenta con niveles de protección, pero otros no, como es el caso del inmueble ubicado en la plaza de Santa Eulalia, esquina calle de Muerte y  Vida, llamada al derribo tras la aprobación por la Comisión de Patrimonio,  

Este ha sido el detonante que ha movido a los arquitectos Carlota González y Darío Núñez, que investigan en la obra de Pagola, a lanzar una campaña en defensa de este edificio, integrado en el movimiento de arquitectura moderna de la época, de 1941, que convive en una plaza histórica mejor que otros próximos. Es una actuación en esquina con un racional mimetismo con el entorno histórico. Ambos, que han creado el movimiento #SOSPagola, actuando a nivel particular, son conscientes que es difícil parar las máquinas, aunque defienden la restauración por encima del derribo, siempre más sostenible, pero piensan que quizá se puedan salvar otros inmuebles de quien salió de la Escuela de Arquitectura de Madrid en un momento en el que se fraguaba un grupo de especial transcendencia para la arquitectura española como era la denomoninada ‘Generación del 25’, que desarrolló las vías de la nueva arquitectura racionalista en el panorama madrileño y español, incluida Segovia.  

Fuentes municipales no entran a discutir las importantes aportaciones de Pagola a la ciudad, pero subrayan que el inmueble de Santa Eulalia nunca ha estado protegido y catalogado en todos los planes urbanísticos, además de que advierten que no se debe valorar solamente quien firma sino qué aportaciones hace al patrimonio cultural. Es más, añaden, el historiador Miguel Ángel Chaves– autor de un libro sobre la obra de Pagola, junto con el arquitecto Alberto García Gil–, que elaboró el catálogo final del PEHAIS,  no tuvo en cuenta este edificio desde la óptica de sus valores singurales. 

Salvar a PagolaSalvar a Pagola - Foto: SF23 ARQUITECTOSCarlota González y Darío Núñez mantienen que su objetivo es «sensibilizar» a los ciudadanos porque, a su juicio, «están con la soga al cuello» edificios comlos chalés de ‘Villa Estrella’, caracterizado por el tradicionalismo y el regionalismo de carácter montañés, o el ubicado en la carretera de La Granja, frente a la Plaza de Toros.  Añaden que «el patrimonio de Segovia no llega solo hasta el siglo XVIII, sino que en el siglo XX hay un ejemplo de arquitectura moderna, muy poco, lo están tirando en toda España,  pero la gente no está sensibilizada con el tema de que la contemporánea es muy valorable».

De la investigación que llevan a cabo estos arquitectos han contemplado aspectos como que tiene bastante actuaciones en esquina, usadas como recurso pástico, y saca las viviendas a las azoteas, no habitual en Segovia, cuando la solución que se adopta es la teja a la segoviana. 

González explica que, incluso en edificios de pequeña escala, «Pagola termina sacando la escalera como un castillete hacia la azotea, hemos encontrado un gran número de casas que corresponden a la tipología de casa pequeña, de dos plantas, poco ornamentada, donde tienen la azotea plana,  para que las familias que vivieran ahí tuvieran un espacio exterior privado».

La obra del arquitecto fue prolija, sostiene Núñez, entre 30 o 40 inmuebles, incluidas viviendas sociales más rudimentarias, teniendo en cuenta que construye mucho en una época en que hay poca calidad, aparte de que muchas han sido derribadas».  

A ambos les ha llamado la atención que en su tiempo humanizaba mucho el dibujo, práctica actual, con detalles como plasmar el humo de una chimenea,  macetas en los balcones o coches. Lo denominan «proyectos usados». 

Asimismo son conscientes de que «no es preciso mantener todo lo que hay de Pagola, exigiría una valoración de cada caso particular, hay viviendas rudimentarias proyectadas por él, pero tampoco sabemos cuál es su implicación con ellas; el proceso evolutivo es claro en ‘Villa Estrella’, se va viendo que es un arquitecto de moda, muy influenciado por las revistas, va limpiando los regionalismos, quitando ornamentación, para alcanzar una producción cambiante con las modas artísticas, hasta que, en su punto álgido de modernidad estalla la guerra». 

El estudio alcanza en torno a la utilización de cerámica en los remates, dada su amistad con la familia Zuloaga, a quien diseña un panteón en el cementerio. Por ejemplo, en la memoria del proyecto del mercado de ‘Los Huertos’ aparecía una portada de cerámica y unos jarrones a los lados,  que se pudo derribar coincidiendo con el nuevo edificio de Telefónica. 

Autor del antiguo chalé, actual inmueble de la Fundación Nicomedes García,  junto con el también arquitecto municipal Joaquín de Odriozola (1870-1913 ), Pagola fue introduciendo el estilo de modernidad, precursor de proyectos posteriores como los de ‘La Choricera’, de Curro Inza, o las viviendas del Taray,  de José Joaquín Aracil.