Jorge Represa comenzó su andadura como fotógrafo muy joven, a finales de los 80, dedicado al retrato para la industria del cine, la música, prensa y publicidad.

Después de veinte años, cierra su estudio de Madrid y busca nuevos rumbos en la casa familiar de Valsaín. Allí pasa año y medio, un tiempo que supone un punto de inflexión. Represa asegura que se transformó como fotógrafo: "empecé a investigar en otras direcciones, abandoné el retrato, empecé a hacer una fotografía mucho más íntima y personal". Es su etapa más lírica, con imágenes que se nutren del alma del lugar y del momento vivido.

Y a partir de 2008 inicia sus series de viajes: Italia, Nueva York, Londres, La Habana, Buenos Aires… Deambula por las calles en busca del latido de la ciudad, con una fotografía que él mismo califica como "no descriptiva, es una fotografía sugestiva, busco una poesía visual, me gusta dejar las fotos muy abiertas, que el espectador navegue en ellas, que le provoquen".