El 'aguafiestas' del cocodrilo

Nacho Sáez
-

El segoviano Fernando Gómez fue el primero que concluyó que no había indicios de que hubiera un reptil del Nilo en Valladolid. La búsqueda se ha suspendido y él espera que este episodio reivindique a los rastreadores profesionales.

El 'aguafiestas' del cocodrilo

Los medios de comunicación de toda España se frotaban las manos ante la posibilidad de captar la imagen de un cocodrilo en las aguas del río Duero, pero Fernando Gómez (Segovia, 15 de septiembre de 1982) aguó la fiesta. «[Los indicios localizados] no corresponden en ninguno de los casos a un reptil de gran tamaño», apuntó ante los numerosos micrófonos, grabadoras y cámaras que le apuntaban. Sus conclusiones fueron muy tenidas en cuenta a pesar de que no hablaba en nombre de ninguna institución oficial, ni pertenece a ninguna fuerza y cuerpo de seguridad. «El respeto que se me ha mostrado ha sido lo mejor de esta experiencia», dice ahora, unos días después.

No ha cobrado nada por su participación en la búsqueda del cocodrilo de Valladolid, pero al menos le ha servido para reivindicar su oficio, el de rastreador profesional, «nada valorado en España en comparación con otros países». «En la frontera entre Estados Unidos y México, tienen todo tipo de tecnología para controlar el paso de personas o de mercancías, pero la primera formación que reciben los ‘rangers’ (uno de los regimientos del Ejército estaodunidense desplegado en esta zona) es la de rastreador», pone a modo de ejemplo este antiguo estudiante de la Escuela Capataces de Coca que pasó por la Unidad Militar de Emergencias (UME) antes de dedicarse al que hoy es su trabajo.

Formación, formación, formación. Es lo que ha hecho posible que pueda dedicarse a este mundo pese a que ni en el Ejército, ni en la Policía Nacional ni en la Guardia Civil existe esta figura específica. Fernando ha colaborado en la búsqueda de personas o en el esclarecimiento de crímenes, pero con el único apoyo de la Asociación Chelonia, de la escuela Scott Donelan y de su propio esfuerzo. «Lo del cocodrilo espero que marque un antes y un después y que se nos empiece a reconocer como creo que nos merecemos», remarca.

El 'aguafiestas' del cocodriloEl 'aguafiestas' del cocodrilo

De momento es embajador de varias marcas y está inmerso en la  preparación de publicaciones sobre el Parque Natural de las Bardenas Reales, sobre La Rioja y sobre 22 países de la Unión Europea. Una producción editorial que se sumará a un currículum ya de por sí extenso. Tiene publicados cinco libros y ha visitado treinta países en los cinco continentes. Su primer proyecto en este campo hace diez años fue el rastreo de cocodrilos en el Orinoco, donde comenzó a darse cuenta de que este oficio «es mucho más que ver cuatro huellas en el campo». Él asegura tener una biblioteca con más de 2.000 libros en la que tienen cabida la botánica, la geología, la paleontología, la cartografía, la inteligencia militar...

En el caso del cocodrilo de Valladolid acudió con unas láminas de acetato en las que tenía huellas de cocodrilo y de caimán y comenzó a recopilar información en la zona en la que había sido visto el animal: «Conozco por dónde iría, cómo se movería, qué rastro generaría... Hay que llevar un montón de años saliendo al terreno, observando, cogiendo experiencia tomando huellas y sonidos, haciendo interpretaciones y trabajando la memoria espacial». Todo a partir de un intenso trabajo de los sentidos, cuya importancia defiende frente a los nuevos avances. 

El 'aguafiestas' del cocodrilo
El 'aguafiestas' del cocodrilo

«Deberíamos dejar un poco la tecnología y volver a la esencia humana», subraya durante una conversación telefonica en la que celebra que se haya recurrido al término ‘rastreador’ para designar a los profesionales que se van a encargar de la vigilancia epidemiológica de los contactos estrechos de aquellas personas que den positivo por coronavirus. Una función que Fernando cree que se debe dejar a los especialistas sanitarios. Lo suyo quiere que sea el rastreo enfocado a la protección de la fauna a nivel mundial y la educación ambiental.