Posado de alta velocidad

D. A.
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Los usuarios segovianos del Avant han alineado a los políticos locales en tiempo récord, pero falta lo más difícil: pasar de la foto a los hechos

Representantes políticos aplauden a quien ejerció el martes como portavoz de la nueva plataforma de usuarios. - Foto: Lorenzo Aragoneses

Escrito íntegro de los usuarios segovianos del Avant con sus reivindicaciones.


«Que esto no se quede en una foto» fue uno de los principales mensajes de los usuarios de los Avant en la reunión que convocaron el pasado martes en la estación para que los representantes políticos de la provincia recogieran sus reivindicaciones: entre otras, una nueva frecuencia a las 6.30, habilitar más plazas en el resto o bonificaciones en abonos y parking. En tiempo récord se habían organizado por Whatsapp la semana anterior quienes viven en Segovia y trabajan o estudian en Madrid, y en tiempo récord lograron movilizar a todos los partidos con representación local, provincial, autonómica o estatal por Segovia. PSOE, PP, Ciudadanos, IU, Podemos-Equo, Vox… No faltó ninguno.

Estar en la foto se veía imprescindible por más escepticismo crítico que pudiera generar porque no salir en ella podía ser peor. Las ausencias acaban cantando más y ya llamó la atención que no hubiera concejales o diputados de los principales partidos que gobiernan en el Ayuntamiento (PSOE) y la Diputación (PP), justo las dos instituciones a las que dirigieron los usuarios la segunda parte del mensaje que abre estas líneas: «Que esto no se quede en una foto, sino que se creen grupos de trabajo con los usuarios para tomar medidas que mejoren el servicio». No obstante, la alcaldesa, Clara Luquero, matizaba el jueves que no recibieron «convocatoria formal» y, además, a la concejala de Transporte, Claudia de Santos, le sobrevino un problema personal, aunque su disponibilidad a verse con los usuarios del Avant es absoluta y recientemente se reunió con algunos por próximos cambios en los autobuses que van a Guiomar (11 y 12), que se prevé que pasen a tener frecuencias de 15 y 20 minutos a partir de primavera en lugar de intentar ajustarse, con poco éxito en ciertos casos, a los horarios de Renfe.

Lo más difícil, en cualquier caso, será pasar de la escucha simbólica de propuestas a los hechos. Si el Ayuntamiento de Segovia o la Diputación plasmaran en una moción las demandas de los usuarios, por ejemplo, conviene no olvidar que esa clase de iniciativas también se suele quedar en el plano simbólico porque, como recoge el reglamento del Consistorio, sin ir más lejos, las mociones «de solicitud e instancia» a organismos ajenos a la Administración municipal «no precisarán de más trámite que la comunicación del acuerdo a su destinatario». Renfe, Adif y el Ministerio tendrán siempre la última palabra, aunque es innegable que cualquier demanda política avalada por la unanimidad de sus representantes siempre va a tener más fuerza, o menos debilidad, que caer en la tentación de un uso partidista de ésta o de cualquier otra demanda ciudadana.

Bien lo saben en Valladolid y no sólo por la moción que aprobó su Ayuntamiento el 3 de diciembre para pedir mejoras en el Avant, que de momento ha tenido más impacto social por lo que no se aprobó, al retirarse de su texto a última hora la polémica petición de que el tren que sale de allí a las 6.23 dejara de parar en Segovia a las 6.58. Aquello fue un gol por toda la escuadra de la plataforma de usuarios de Valladolid al PSOE de su Ayuntamiento, que plasmó las propuestas de aquellos en la moción sin contrastarlas, y ya en el debate los socialistas admitieron su «torpeza», tras el revuelo causado, al justificar que tenían entendido que ese Avant hacía escala sin necesidad en Guiomar porque ya se llenaba en la estación vallisoletana. Curioso argumento, en cualquier caso, cuando a ese mismo Avant ya subían segovianos antes de que tuviera parada inicial en Valladolid.

Por eso precisamente saben allí que las mociones aprobadas por unanimidad, a veces, pueden tener su efecto o al menos parecerlo. Porque el Ayuntamiento de Valladolid ya aprobó una el 5 de junio de 2018 que, entre otras medidas, pedía una frecuencia a las 6.30, y Renfe la puso en marcha el 10 de septiembre de ese mismo año. Coincidencia o no, ahí quedo la mejora. Otra cuestión es que el 3 de diciembre amagaran con quedarse esa frecuencia, feo gesto que, por otro lado, provocó el efecto positivo de que los usuarios segovianos del Avant se movilizaran hasta alcanzar en pocas horas los 256 miembros que admite como máximo un grupo de Whatsapp.

No en vano, ellos mismos calculan que son unos 900 los que van y vuelven cada día por trabajo o estudios en Madrid, y según datos que sí son oficiales (pero de 2017, ya que Renfe no ha facilitado a este periódico los de 2018), el 41% de los usuarios de Avant de la línea Madrid-Valladolid son los que se mueven entre Segovia y Madrid. Un porcentaje nada desdeñable si se tiene en cuenta que la provincia vallisoletana triplica en población a la segoviana y la desproporción entre capitales es todavía mayor, dado que una sextuplica a la otra. El 54% son los que se mueven entre Valladolid y Madrid y el resto, casi un 5%, utiliza el Avant entre Segovia y Valladolid, colectivo minoritario sin la capacidad de movilización de los otros dos, pero que bien podría contribuir a recordar que si una provincia con sus políticos unidos puede tener fuerza, más tendrían las dos si fueran de la mano para hacerse oír en Madrid, en lugar de enfrentar a los ciudadanos de uno y otro lado. Y más aún si se tiene en cuenta que la mayoría de las mejoras que se piden, fundamentalmente el aumento de las frecuencias y las bonificaciones, beneficiarían a todos.