Cuando el alma sueña

Patricia Martín
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'Los diez lugares' de Germán Herranz Solís, productor de la compañía de teatro Nao d'Amores

Cuando el alma sueña

Germán Herranz Solís (Segovia, 1973) estudio Ingeniería Informática de Gestión en la Universidad Complutense de Madrid, y despúes de ejercer unos pocos años, lo dejó de lado para dedicarse de lleno a la música, la gestión cultural y fundamentalmente a la producción teatral con la compañía segoviana ‘Nao d´amores’. Cantante y guitarrista del grupo de soul ‘La Banda del Búho’ y de la formacion de bluegrass ‘El Clan Makeihan’, con los que realiza múltiples conciertos y actuaciones al año.

1. Trío de ases. Al bar Santana le debe mucho de lo que ha vivido hasta ahora; el bar Niza, durante la etapa del instituto, era donde estaban a todas horas jugando al mus o «simplemente estábamos». Con sus grandes cristaleras, le llamó la atención una simpleza: cómo la gente se queda mirando al pasar. Esta circunstancia le inspiró para componer una canción sobre el Niza. Ahora que lo piensa, también hizo una canción al bar Rubi antes de la reforma, cuando había letrinas en el baño. «El señor no dejaba que los chicos y las chicas fueran a la vez a sus baños respectivos. No se fiaba», recuerda.

2. Las antiguas tiendecitas del centro. Comercios que han ido desapareciendo. El pequeño ultramarinos de Antonio Luengo, en la plaza de la Merced, al principio de la bajada al Alcázar, donde compraba todo el barrio y don Antonio siempre sumaba tres o cuatro veces la cuenta. La pequeñísima panadería enfrente de la catedral; la Librería Herranz, en la Plaza Mayor, que era de su abuelo, o ‘Caza y Pesca’ también en la plaza. Sin olvidar la última ferretería en el centro de Segovia: Ferretería Arana, donde trabajó toda la vida «mi buen amigo Beni». 

3. La Muralla y el Arco de San Andrés. Dejando aparte el valor histórico y patrimonial, le parece colosal el atardecer desde ahí arriba. Además le encantan los conciertos que organiza la Concejalía de Turismo, en los que él mismo ha tocado y es «un auténtico privilegio». Un motivo más, desde las alturas se ve la plaza del Socorro, que alberga la que es sin duda la mejor terraza de la ciudad: la terraza del bar Socorro, regentado singularmente por Poli y familia, a quienes envía un fuerte abrazo.

4. La Plaza de la Merced. Siempre se ha considerado de la Plaza de la Merced, donde hasta hace muy poco estaba la enorme casa familiar, «con el mejor jardín de Segovia», donde ha pasado prácticamente toda su vida con familia, amigos y el lugar de ensayo con todos sus grupos musicales. En la Plaza de la Merced aprendió a montar en bici, a hacer guerras de pandillas y jugar al rescate. El centro de Segovia sigue formando parte de su proyecto vital y tiene la suerte de disfrutar a diario de la plaza y la iglesia de San Sebastián. 

5. Los valles del Clamores y el Eresma. Ir de la alameda del Parral, a la alameda de la Fuencisla para después seguir hasta la Hontanilla, especialmente a primera hora, cuando todo está quieto y vacío, le parece un privilegio enorme que tiene Segovia, sin olvidar que hay truchas en el Eresma y se las ve desde los puentes. Debajo de uno de esos puentes, cobijado de la lluvia, hace años, dio un beso precioso. El valle tiene además una ventaja: si vas en «modo paseo atlético», tienes, por así decirlo, bula para no detenerte a saludar al conocido de turno, que seguro te encontrarás por muy temprano que sea.

6. Vivencias en El Pinarillo. Hay un rincón al que siempre le lleva su mente al recordar los años de infancia: el charco de piedras que hay en el Pinarillo, bajando de los Maristas hacia el barrio de San Millán. Iban siempre allí a tirar piedras, a coger ranas y a jugar con los compis, antes o después del cole. Luego, ya de más mayor, en El Pinarillo, era el espacio en el que «hacíamos el botellón».

7. Sesión de cine en el Cervantes. En el teatro Cervantes, cuando era cine, vió su primera película en pantalla grande. Recuerda las escaleras para subir, las grandes colas y que le llevó su tía Marina a ver ‘El prisionero de Zenda’, con Stewart Granger, James Mason y Deborah Kerr. El Cervantes fue su primer contacto con el mundo artístico.

8. El Valle de Tejadilla. Le parece absolutamente misterioso. Hace tiempo que no pasea por Tejadilla pero confiesa que cada vez que baja la cuesta del hospital con el coche, piensa que debe haber un pequeño poblado de los indios Apache acampado en la ribera del arroyo.

9. El río Duratón. En especial se queda con el tramo del Duratón entre los pueblos de San Miguel de Benuy y Fuentidueña, pasando por el pantano de Las Vencías. En ese tramo hadisfrutado muchísimo en distintas etapas de su vida, acampando, pescando y paseando.

10. Por la vía del tren. Le gusta mucho un paseo que sale desde el polígono del cerro, siguiendo la vía del tren. Cuando avanza un poco hacia la sierra y se da la vuelta, le sigue sorprendiendo la vista «tan curiosamente desordenada que hay de Segovia».