Un libro descubre los secretos de la momificación en Egipto

M.Galindo
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El arqueólogo segoviano Jesús Herrerín expone las conclusiones de 20 años de investigación sobre los enterramientos en el Antiguo Egipro

Herrerín, al fondo, en uno de sus trabajos arqueológicos. - Foto: DS

La literatura y el cine de terror del siglo XX han colocado los ritos mortuorios del antiguo Egipto como uno de sus temas más recurrentes, a través de los mitos y las leyendas relacionadas con las momias que los arqueólogos fueron encontrando en las investigaciones que desde mediados del siglo XIX fueron desentrañando los secretos de una civilización clave a la hora de entender la historia.

La búsqueda de la eternidad y el deseo de sobrevivir a la muerte de las clases dirigentes del pueblo egipcio le llevó a profundizar en la conservación de los cadáveres empleando procesos científicos para su embalsamamiento y posterior inhumación en las grandes tumbas que se crearon a tal fin, y el segoviano Jesús Herrerín ha dedicado gran parte de su carrera como antropólogo y paleopatólogo a escudriñar los secretos de la momificación, que ahora junto al patólogo Miguel Ángel Sánchez Matesanz reune en el libro 'La momificación egipcia. La vida eterna paso a paso', que se presentará en Segovia el próximo 30 de noviembre en el Museo de Segovia.

Herrerín ha trabajado en importantes proyectos de investigiación y estudios de restos óseos en tumbas y enterramientos de Momtenhat, Saqqara o Luxor, cuyos resultados se han reflejado en más de 60 artículos en revistas científicos y siete libros relativos a la antropología física y la paleopatología. En los últimos años, el autor asegura que «hemos recogido una cantidad de información verdaderamente increíble a traves del estudio de miles de restos óseos y centenares de momias en el mismo sitio donde han sido encontrados y de manera no invasiva por medio de un aparato de rayos X, ya que la legislación egipcia prohibe alterar las momias».

A este trabajo hay que añadir el realizado también en las momias y restos óseos que se conservan en los grandes museos europeos y estadounidenses que conservan colecciones del Antiguo Egipto muy importantes y que han derivado en estudios mucho más complejos técnicamente con el empleo de tecnología de vanguardia como resonancia magnética o TAC.

En el libro, Herrerín asegura que la momificación no se puede analizar sólo desde un punto de vista científico, aunque  es importante entender cual es el proceso biológico de putrefacción de un cuerpo y cuáles son las técnicas que los egipcios emplean para obtener cuerpos que se han conservado en un óptimo estado dos milenios después de su muerte. Así, el antropólogo incide en el libro en la parte religiosa de un proceso de momificación que duraba 70 días y que era primordial para el imaginario de la religión egipcia, que consideraba imprescindible la conservación del cuerpo para que la parte espiritual  del individuo «pudiera volver todas las noches a su tumba a descansar para al día siguiente pudiera volver al más allá, al encuentro con los dioses».

«Para ello se necesita un cuerpo incorrupto, un cuerpo que siempre esté allí, y eso hace que la momificación cobre una importancia tremenda en la religión y en la sociedad egipcia, ya que la mayoría de las personas intentaban conservar sus cuerpos para disfrutar en el más allá de la vida que habían llevado o incluso mejorarla».

Pieza clave para ello es la figura del embalsamador, cuyo trabajo no sólo se centraba en la conservación de los cuerpos, sino en intentar «arreglar» aquellas enfermedades y achaques del finado con el objetivo de que «no se presentaran en su vida en el mas allá».
Todo este trabajo ha hecho que algunas de las momias analizadas hayan llegado a nuestros días en un «asombroso» estado de conservación,  que ha permitido incluso obtener huellas dactilares de las personas momificadas. «Si las momias  tuvieran DNI, podríamos conocer su identidad", ironiza Herrerín.

Pero no sólo las huellas dactilares son las que se han conservado en un buen estado. El antropólogo segoviano señala que las uñas o la expresión de la cara son detalles que también hablan por si solos de la conservación de estos cuerpos, lo que permite conocer aspectos reveladores de su identidad.

Aunque la figura del embalsamador era esencial en la sociedad egipcia, su trabajo no estaba especialmente considerado socialmente. «El oficio de embalsamador no era atractivo, estaba siempre relacionado con la muerte, y el lugar de trabajo era oscuro y maloliente, lo que generaba un cierto rechazo social. Como ejemplo, los embalsamadores tenían muchos poroblemas para conseguir matrimonio, porque el cuerpo para los egipcios es sagrado y ellos lo manipulaban haciendo cosas no necesarias. El historiador Herodoto, uno de los cronistas más importantes del antiguo Egipto contaba en sus crónicas que cuando una mujer joven fallecía, sus padres posponían entre tres y cinco días su embalsamamiento en prevención de que el embalsamador pudiera hacer algún tipo de práctica sexual con el cadáver».

El libro servirá también para  desmontar algunos mitos que el cine y la literatura y que en ocasiones sirve para banalizar el estudio sobre estos vestigios.  «Las momias son muy atrayentes no sólo para los estudiosos, y eso es algo que Hollywood sabe. Cuando hay una conferencia y vamos a hablar de Egipto y restos arqueológicos, toda la atención del público se centra sobre las momias, lo que es  bueno pero resta atractivo a otras investigaciones igual de interesantes».