Editorial

Carlos Alcaraz, el reflejo de la mejor versión de España ante el mundo

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El triunfo de Carlos Alcaraz en Wimbledon confirma la pujanza del deporte español en el mundo. Ungido como el sucesor de Rafa Nadal, el murciano sumó su segundo Grand Slam frente a Novak Djokovic, siete veces campeón sobre la hierba británica. La victoria del joven tenista ejemplifica las mejores virtudes de la sociedad española y representa un aporte de optimismo en tiempos de tribulaciones.

Alcaraz presume de técnica y carácter. La necesaria conjunción de ambos atributos eleva al estrellato global a un deportista que presume de orígenes humildes. La España que mira con angustia su posición internacional comparativa en ámbitos como la influencia geopolítica o el desarrollo económico se revitaliza con las clasificaciones que abordan la calidad de vida, las visitas turísticas o el excelente desempeño de sus deportistas profesionales.

Aunque tardío, el flamante ganador de Wimbledon es otro producto más del despegue del país tras el final de la dictadura, una etapa que consagró a España entre las naciones más dinámicas y florecientes del mundo en los campos de la cultura, la promoción de la democracia, el respeto a la diversidad, la cooperación al desarrollo o el propio deporte. El legado de los Juegos Olímpicos de Barcelona pervive en estas estrellas de alcance planetario que estimulan nuestra imagen allende las fronteras y cuyo ejemplo sirve de espejo para una juventud sin demasiadas ilusiones a las que aferrarse. Los veinteañeros españoles hoy, además de compartir edad con el número uno del tenis mundial, afrontan un futuro inmediato marcado, en buena medida, por las dificultades para emprender una vida autónoma.

La victoria de Alcaraz en la pista más icónica del tenis eleva su figura. Al mismo tiempo, la España orgullosa de su talento competitivo en los grandes escenarios deportivos reabre el debate sobre la situación del país, una cuestión candente ante la cercanía de las elecciones generales del próximo 23 de julio.

Desde el inicio de la crisis económica de 2008, un periodo también jalonado de glorias en fútbol, baloncesto, motor o ciclismo, España no ha conocido un periodo más o menos largo sin sobresaltos. Acontecimientos como el 15-M (una respuesta de la juventud frente al mandato de los poderes establecidos), además de las indecentes cifras de paro en las cohortes de menor edad, el golpe secesionista en Cataluña, las repeticiones electorales o los efectos de la pandemia, entre otros hitos recientes, han diezmado la autoestima de la sociedad. El desencanto de muchos brota cuando entre la clase política que se examina el domingo no encuentran «esa mentalidad de toro español» que, según Djokovic, mostró Alcaraz durante la ya histórica final que le coronó en el selecto jardín de Londres.