Adiós al truco final

Diego Izco (SPC)
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David Silva anuncia su retirada tras la lesión de la semana pasada y deja su magia para el recuerdo

El centrocampista de la Real Sociedad David Silva en una foto de archivo. - Foto: EFE

Nadie como David Silva merece la puerta trasera, una salida rastrera, un adiós precipitado por culpa de una mala lesión. Objetivamente, ningún deportista de élite lo merecería: detrás de esa rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda hay miles y miles de horas de esfuerzos y sacrificios, de trabajo por un objetivo sobradamente cumplido… y en su caso, de magia y de amor por la profesión: a sus 37 años aún seguía disfrutando de la pelota como un benjamín que la desprecinta en la mañana de Reyes. 

Silva anunció ayer que cuelga las botas, que se acabó. Un mal gesto y un 'clic' en la peor zona posible ponen fin a 19 años de carrera en las que constantemente reclamó su sitio como uno de los 'dieces' más brillantes del planeta. Uno de los tipos cuya mezcla de técnica y táctica siempre rozó la matrícula de honor, de Eibar a Vigo, de Valencia a Mánchester y, finalmente, en San Sebastián. 

El genio de Arguineguín, un pequeño pueblo de Las Palmas de Gran Canaria en el que también nació Juan Carlos Valerón y, por tanto, muchos sueños e imposibles sobre el césped, aceptó el reto de 'txuri-urdin' cuando el City ya le había despedido con honores. Para cuando Roberto Olabe e Imanol Alguacil le convencieron de que el proyecto de los vascos merecía la pena antes del 'plan de pensiones' que otros se pagan en Arabia o EEUU, Silva ya tenía una colección de éxitos casi inabarcable.  

Los consiguió con esa aparente sencillez que transmiten algunos genios del centro del campo y la mediapunta (Busquets, Modric, Pirlo, Xavi…): aparecen siempre desmarcados, necesitan poco espacio para recibir y ejecutar con precisión, desahogan la jugada a gran velocidad, rara vez pierden la pelota y siempre eligen la mejor opción, muchas veces incluso aún mejor de la que todo el mundo ha pensado. 

El niño de la técnica inagotable endureció su pierna juvenil en Ipurúa y Balaídos, y en Valencia fue confirmándose como un jugador que dominaba el ataque desde casi todos los ángulos. 

Lo vio pronto Luis Aragonés, que lo hizo debutar con la selección con 20 años, dándole alas junto a la generación que conquistó el triplete legendario de España; y lo vio el City, que puso 33 millones de euros sobre la mesa valencianista para llevarse a «uno de los mejores extranjeros de la historia de la Premier». La frase fue de Gary Lineker, pero la firman en sangre miles y miles de aficionados que disfrutaron de la exquisita zurda del 'Mago'. 

Todavía es el tipo con más duelos europeos (87) y goles en los mismos (28) en este club, y el décimo con más encuentros en la historia de la entidad… aunque aun el primero en partidos de la Liga inglesa (309). El día de su adiós, las pantallas del Etihad retransmitieron las mejores 65 asistencias de las casi 130 que repartió a sus compañeros en una década.

Anoeta ha sido la última parada del viaje. Un lugar donde ejerció como gran maestro de la mejor generación realista en muchos años. «El 'Mago' no desaparece. Su legado continúa. Su fútbol hace mejores a sus compañeros y nos hace mejores a todos. Verle con la elástica 'txuri-urdin' es un lujo que debemos disfrutar y saborear cada día y hasta el último». Con estas palabras anunciaba el pasado 4 de marzo la Real Sociedad su última renovación en blanco y azul. Palabras que hoy ponen letra a una banda sonora triste y cadenciosa...

Sin Champions

David Silva, uno de los pocos elegidos que dejarán el fútbol sabiendo que la pelota les debe una, salió de España rumbo a Inglaterra conquistando la Copa del Rey (Valencia, 2008) y cerrará su palmarés con otra Copa (Real Sociedad, 2020). Y se quedará con las ganas de disputar otra Champions, porque el pasado 19 de julio la rodilla izquierda se le rompió y le privará de toda la 23/24, aquella en la que quizá quiso ejecutar sus últimos trucos y la mala suerte se lo ha impedido.