La Segovia 'rejoven' de Titirimundi

Gonzalo Ayuso
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«Una acogida tremenda» con prácticamente todas las entradas vendidas son el balance de una edición que empezó bien y se enfrío un poco, en lo meteorológico, los últimos dos días

Espectáculo de Teatro Mutis en la plaza de San Martín el día 13 por la tarde. - Foto: Rosa Blanco

Descubrir un lunes laboral del mes de mayo que por la Calle Real, desde la Plaza Mayor al Azoguejo, con parada en San Martín, bajan riadas de familias con niños pequeños es una de las experiencias más gratificantes que cualquiera, paisano o visitante, ha podido vivir esta semana con motivo de la celebración en la ciudad del Festival Internacional de Títeres de Segovia, Titirimundi. La cambiante meteorología primaveral de la meseta no ha tratado del todo bien en sus dos últimas jornadas a este evento cultural y la temperatura más que fresca del día 15, San Isidro, festivo en Madrid se dejó notar en cuanto a una menor afluencia de madrileños que otros años.

El espectáculo 'Ricdin Ricdon', inspirado en un cuento de los hermanos Grimm, a cargo de Theater Meschugge, con la dirección de Ilka Schonbein, puso fin ese día 15 por la noche a esta 38ª edición de Titirimundi en la Sala Julio Michel de La Cárcel, con creación de personajes, manipulación de marionetas y música a cargo de Pauline Drünert y Alexandra Lupidi. En el pase de prensa, por la mañana, la mezcla de idiomas: francés, alemán, italiano, castellano..., mostraba una vez más en Segovia esa torre de Babel en la que a veces se convierte este encuentro de titiriteros. Pero cuando se apagó la luz, los personajes cobraron vida e invitaron a vivir con ellos su historia, en este caso la de la hermosa hija de un molinero que es capaz de hilar la paja para convertirla en oro; eso sí, con el condicionante de que nunca pone fin a su labor, en una rueda infinita. La magia del teatro de marionetas y su lenguaje universal se superponen a esa babel de lenguas.

A falta de un balance más preciso, la directora del Festival, Marián Palma, ha destacado que el fin de semana con el que se inició el programa en la ciudad, 10, 11 y 12 de mayo, hubo «una acogida tremenda del público, volcado en las calles, llenas de vida y de colorido, de movimiento de familias para un lado y para otro». 

Pauline Drünert en ‘Ricdin Ricdon’, el 15 de mayo en la Sala Julio Michel. Pauline Drünert en ‘Ricdin Ricdon’, el 15 de mayo en la Sala Julio Michel. - Foto: Rosa Blanco

A pesar del cambio en lo meteorológico desde el martes 14, Palma ha comentado que no se ha suspendido ninguna actuación por ese motivo y nuevamente Titirimundi ha colgado el cartel de completo, con prácticamente todas las entradas agotadas e incluso, en los patios, allí donde ha sido posible, se ha ampliado el aforo para acoger la demanda del público. En total, en patios e interiores (teatros y salas) se han vendido en torno a 15.000 entradas, sin contar entre 25 y 30 funciones escolares, «que también han estado al completo». No se ha atrevido la directora a asegurar si se han superado los 44.000 espectadores de 2023, aunque considera «que es muy posible». 

«Me gusta mirar al público para ver las caras, esas sonrisas, como lo disfrutan las familias... Son días en los que hay mucha gente, mucho movimiento, eso da mucha vida», afirma Palma. La plaza de San Martín, ese anfiteatro de los títeres por el que han pasado a lo largo de casi cuatro décadas decenas de compañías de todo el mundo, es un excelente termómetro del festival, de su programación de calle. La tarde del lunes 13, Teatro Mutis con su espectáculo 'Tutankamon, el Niño Faraón', cautivó a pequeños, a padres y abuelos, a los voluntarios del festival y hasta a los despistados que pasaban por la Calle Real. El Día de Segovia preguntó a los más pequeños y a todos les gustan los títeres. 

En la Plaza Mayor, Ana, acompañada por su padre Roberto, había visto 'Poi', la actuación de D'Estro, encantada con un juego en el que interviene una de las peonzas más grandes del mundo (45 kilos). Eso después de contemplar el sencillo pero original espectáculo 'Manos arriba' de Lejo en el Esteban Vicente, que también disfrutaron Sara, Aldo y Otto, mientras desde Cuéllar se desplazó Luis con tres niños: Manuel, Celia y Lucas, muy contentos porque este año sí han conseguido entrada para el Circo de las Pulgas.

Beatriz, Sabina y Micaela habían llegado desde Trescasas y la última aseguraba muy seria que le gustaban las historias bonitas pero si, además, eran graciosas. Emma y Claudia, hijas de Vanesa Domínguez, estaban sentadas en los escalones de San Martín, seguramente gritando ¡¡¡Noooo!!! después de escuchar el ¡Hip! ¡Hip! del malo. El ¡Hurra! lo ponen los segovianos a un festival que hace «rejoven» a Segovia.