Es muy futbolero y le gustan los símiles futbolísticos. «Es como si a un equipo pequeño le viene a fichar a un jugador el Real Madrid o el Barcelona. Te puedes resistir hasta que ya te hacen una oferta irrechazable, si quieres seguir subsistiendo», cuenta Enrique Camiruaga (Segovia, 27 de abril de 1984), una suerte de Athletic de Bilbao en la hípica, por continuar con las comparaciones con el fútbol. Lo suyo es la cantera y tratar de vender caro para poder seguir formando nuevos caballos en Hípica Eresma, las cuadras de su familia y actualmente un centro a la vanguardia.
Numerosos extranjeros les confían sus caballos con la esperanza de que algún día se conviertan en un 'Vintage', el caballo que Camiruaga vendió a unos norteamericanos hace unos meses por una cantidad que prefiere que no figure en el reportaje pero que justifica con creces todos los esfuerzos realizados con él. «Era un caballo sólido, un buen caballo de equipo, pero le faltaba un punto de velocidad», explica el jinete segoviano, que acabó entrando con 'Vintage' en el equipo nacional y ganando competiciones tan prestigiosas como el Gran Premio Longines Invitational de Montenmedio, en la provincia de Cádiz.
«Lo vio un jinete americano muy bueno en Roma. Nosotros estábamos un poco reacios a venderlo. Tenía que ser algo que mereciera un poco la pena porque, aunque yo lo he disfrutado más deportivamente, a mi socio le gustaba ir a este tipo de concursos. Pero nos pusieron una oferta encima de la mesa por la que había que vender», recuerda Camiruaga, en aquel momento catapultado en la élite de la disciplina de saltos en España y, tras su venta, de nuevo un meritorio más.
Volver a empezar - Foto: Rosa BlancoLas competiciones no le reservan ahora un sitio en los podios. Camiruaga ha vuelto a empezar. No desde abajo porque tiene el aval de todo lo conseguido, pero si quiere volver a tocar la gloria va a tener que afinar al máximo. «Este es un año un poquito de transición. Tenemos caballos jóvenes de formación y estamos muy motivados, pero esto es como los niños. Hay que darlos tiempo, que vayan cogiendo experiencia y yo creo que en dos años podemos volver a estar arriba. Siempre he tenido claro que mi filosofía tenía que ser apostar por caballos jóvenes», remarca.
'Perlenband' es una yegua de seis años de raza oldenburgo en el que tiene puestas muchas expectativas. Podría ser la sucesora de 'Vintage'. La cuida y la mima, como al resto de caballos que tiene, con un trabajo en el que trata de plasmar sus conocimientos en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (la antigua INEF), la carrera que estudió. «Aquí los verdaderos atletas son los caballos. Aparte de montarlos y tener buena precisión y habilidad encima de ellos, es muy importante la planificación deportiva. Es como un atleta. Puedes llegar a un concurso y derribar porque no tenga talento suficiente pero no porque no esté en forma». Camiruaga muestra una pizarra en una de las cuadras en la que está reflejado el trabajo que tiene que hacer cada caballo. Su equipo y él se encargan de aplicarlo.
«No se pueden comparar con los humanos porque el caballo no te va a hablar de sus sensaciones, pero ya hay herradores especializados, veterinarios especializados en rendimiento deportivo... A mí me han llamado para hacer proyectos de inteligencia artificial y 'big data', pero creo que esto es más fácil que llegue a las carreras», continúa Camiruaga, empapado de lo que se hace en otros lugares. Estuvo un año en Francia y dos en Holanda y Bélgica, de donde admira la cultura que existe por los saltos. «En Españaes muy poco frecuente la figura del spónsor, patrocinador o ganadero. Esto es un deporte costoso pero también rentable. Hay mucha gente que gana dinero en alta competición, bien con los premios, en el comercio... Obviamente no nos podemos comparar con Estados Unidos donde es un país, donde la cultura del spónsor está muy avanzada, pero sí con Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Inglaterra o Irlanda. Gente de a pie compra un caballo, se hace un proyecto y le gana dinero», destaca.
Los caballos de saltos suelen alcanzar su punto álgido de forma sobre los 11 años. Cuando tienen entre cuatro y siete es cuando hay que detectar su talento para invertir y obtener rentabilidad más adelante. «Tienes el riesgo de que de un día para otro se lesione o enferme, pero a día de hoy afortunadamente son casos puntuales y a una hora de aquí tenemos un hospital muy bueno», resalta Camiruaga con la tranquilidad del que lleva vinculado al mundo de los caballos desde que era un niño. «Nací rodeado de caballos. Entonces quizás no teníamos los conocimientos técnicos o no habíamos evolucionado, pero sí que éramos capaces de entender los caballos. No hay que olvidarse nunca que por mucho rendimiento que le queramos sacar a los caballos no dejan de ser caballos. No dejan ser animales y lo que se les debe pedir es que estén contentos. Y al final un caballo está contento cuando lo tratas bien. Tiene que tener motivos para luchar por ti».
Él no se ve ahora mismo haciendo de nuevo las maletas. «Hace dos años me surgió una oportunidad muy buena en Florida. Era un proyecto muy bonito, pero a última hora se descolgó un patrocinador y yo empeazaba a entrar en el equipo nacional. Ahora es una pena haber sufrido una caída tan grande después de estar arriba, pero puede volver a suceder a la inversa. Además, yo siempre he dicho que la ilusión de mi vida era ser profesional de esto y lo he conseguido», subraya.