El genio vallisoletano del Art Déco

M.Galindo
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El Torreón de Lozoya muestra una selección de 145 obras del ilustrador Eduardo García Benito, cuya obra fue portada de revistas como Vogue o Vanity Fair en el primer tercio del siglo XX

Una de las obras del ilustrador. - Foto: DS

Elegancia, simetría, suntuosidad y un cierto toque decadente son algunas características del 'Art Déco', una corriente artística que impregnó el arte y el diseño gráfico en el primer tercio del siglo XX de la mano de artistas como Tamara de Lempicka, Romain de Tirtoff  'Erté' o Paul Landowski, cuya obra es mundialmente reconocida como referencia obligada de este movimiento.

Mucho menos conocido pero tanto o más influyente que los artistas antes citados fue el vallisoletano Eduardo García Benito (1891-1981), que en la citada época fue el ilustrador español con mayor proyección internacional y autor de un gran número de portadas de revistas tan influyentes como 'Vogue' o 'Vanity fair'. La colección más importante de su obra obra en poder de la Diputación Provincial de Valladolid, que ha cedido 145 estampas, dibujos, pinturas y portadas a la Fundación Torreón de Lozoya para una muestra que recoge lo más granado de su obra y que puede verse en su sala de exposiciones hasta el 12 de noviembre, y que ha contado con la colaboración de CaixaBank.

Nacido en Valladolid, donde recibió su primera formación artística, continuó sus estudios, primeramente, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, para continuar después, en 1912, en París, gracias al apoyo económico del ayuntamiento vallisoletano. En la capital francesa trabó amistad con artistas como Pablo Picasso, Juan Gris, José Clará, Pablo Gargallo o Amedeo Modigliani, al tiempo que se familiarizó con vanguardias como el Fauvismo, ciertos aspectos del Expresionismo, el Futurismo o algunas derivaciones del movimiento cubista, caso del Orfismo, cuyos influjos acompañarán a su pintura toda la vida.

El director de la Fundación, Rafael Ruiz, explica que la estrecha relación del artista con el modisto más importante del momento, Paul Poiret, fue determinante a la hora de encauzar su carrera hacia la ilustración de revistas de moda, si bien nunca abandonó el retrato, los paisajes urbanos, los desnudos o los trabajos decorativos. Así, tras el lapso de la primera guerra mundial, su presencia se consolidó en el ambiente artístico francés, retratando a importantes personalidades como Alfonso XIII o al matrimonio Poiret, siendo elegido miembro societario del Salón de París.

Tras conocer al importante editor Condé Montrose Nast, comenzó a trabajar en sus revistas Vogue y Vanity Fair, residiendo entre París y Nueva York. Los años veinte constituyeron su mejor momento y sus creaciones se cuentan entre los grandes exponentes del Art Déco.
La colaboración y posterior amistad con Condé Nast fue muy importante para García Benito, puesto que se produjo cuando la estrella de Paul Poiret comenzaba a declinar, ante el ascenso imparable de Coco Chanel, y le dio la oportunidad de trabajar entre París y Nueva York. Ruiz explica que su legada a Norteamérica -anunciada como todo un acontecimiento por Vanity Fair- se insertó dentro de una inercia social que buscaba establecer una élite intelectual y artística que llevara al Nuevo Continente las costumbres, el arte y el glamur europeos.

Su primera ilustración para Vogue data de 1923 y en ella continuará publicando, con mayor o menor asiduidad, hasta 1945, trabajando al mismo tiempo en otros medios como Vanity Fair y realizando decoraciones y retratos para grandes personalidades como la actriz Gloria Swanson.
Características de los años más productivos de García Benito en estos medios de comunicación sus son peculiares 'cabezas' que tanto agradaban a Condé Nast, y que contribuyeron a consolidar un modelo femenino de mujer moderna, sofisticada y fuerte.