Riesgo latente en el talud de La Fuencisla

M.Galindo
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El mal estado de un muro sobre los aseos del santuario obliga a cerrar el recinto 'sine die'. El rectorado emprenderá las obras de limpieza y consolidación de la zona afectada en los próximos días

La zona afectada ha sido vallada para impedir el acceso - Foto: Rosa Blanco

Han pasado casi dos décadas desde que el 6 de abril de 2005 más de 2.000 toneladas de roca de las Peñas Grajeras sepultaban la casa rectoral del Santuario de Nuestra Señora de La Fuencisla y amenazaban la integridad del corazón espiritual de Segovia. Desde aquella fecha, las instituciones no han bajado la alerta sobre el estado de conservación del roquedo de las Peñas Grajeras sobre el santuario, cuya estructura de piedra caliza en su mayoría y algunas de las construcciones ubicadas en él sigue siendo un riesgo aparentemente controlado pero siempre latente que se cierne sobre el monasterio.

El último episodio que devuelve a la actualidad este problema ocurrió a finales de la pasada semana, cuando el Ayuntamiento de Segovia anunciaba el cierre de los aseos públicos ubicados junto al santuario ante el riesgo de derrumbe de un muro perimetral construido sobre el santuario, resto de antiguas edificaciones situadas en el borde de cornisa en la ladera norte del santuario.

Las heladas y, sobre todo, las lluvias de las últimas semanas han acelerado el deterioro de este entorno, y en las últimas semanas se han detectado desprendimientos de piedras que han afectado principalmente a la canalización de agua del tejado de la parte trasera; con la consiguiente filtración de agua en el interior del edificio. Aunque no se han advertido daños significativos ni en el camarín ni en el museo, la reparación de los canalones afectados por los desprendimientos ha servido para detectar una amenaza mayor e inminente como la del desprendimiento de restos de muro justo por encima del tejado de los aseos públicos.

El informe del arquitecto técnico solicitado por el santuario no deja lugar a dudas, y las fotografías realizadas para documentarlo permiten ver el precario estado de conservación del muro «completamente agrietado y con pérdida total de trabazón entre los mampuestos que lo forma», según reza uno de sus párrafos.

Desde el Obispado, constatan el riesgo real de ruptura y desprendimiento del muro donde no se descarta un ligero arrastre de material de roca caliza del roquedo, por lo que justifican el cierre del aseo público hasta que no se consolide la zona dañada. Sobre la obra - que será sufragada por el rectorado del santuario-, se señala que «no es excesivamente compleja», aunque quizá requiera el empleo de un elevador móvil para poder acceder con comodidad a la zona, ubicada en un punto no muy elevado pero si muy escarpado para llevar a cabo las obras que se precisan.

El santuario ya ha procedido a vallar el acceso a los aseos públicos y ha iniciado ya contactos con empresas de construcción para ejecutar los trabajos, que desde el obispado confían en que se ejecuten en los próximos días y que no se demoren demasiado en el tiempo para que el Ayuntamiento pueda reabrir los aseos públicos, de cuyo mantenimiento es responsable desde 1968 a través de un convenio con la diócesis por 50 años, que fue renovado en 2018.

Mas allá de arreglos puntuales, el roquedo de La Fuencisla reclama un análisis de su estado, ya que el estado de la roca caliza más allá de la zona en la que se intervino tras el desprendimiento ocurrido en 2005, a simple vista no parece el mas idóneo.
Así, la preocupación se centra en el lado izquerdo del roquedo, un poco más allá de la fuente y del propio edificio de aseos, donde la frondosa vegetación puede dar  lugar a episodios de nuevos desprendimientos como el que ya ocurrió en agosto de  2012, donde los bomberos tuvieron que intervenir de urgencia para retirar varias piedras de gran tamaño que cayeron por la presión de las raíces de árboles y arbustos que crecen entre los resquicios de las piedras.