Pachardu: de Segovia al cielo

Sandra Segovia
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Un grupo de alumnos del IES Mariano Quintanilla luchará por pasar a la final nacional del desafío CanSat, una iniciativa en la que deben construir y lanzar un mini satélite

De izquierda a derecha: Jimena, Óscar, Millán, Hugo, Manuel y Raúl -alumnos del equipo Pachardú- y David, miembro de otro de los equipos participantes. - Foto: Rosa Blanco

Los alumnos de primer curso del bachillerato tecnológico del IES Mariano Quintanilla participarán en el desafío CanSat 2024, una iniciativa de la Agencia Espacial Europea y las Oficinas Europeas de Recursos Educativos a través de la cual los equipos deben diseñar y construir un pequeño satélite, del tamaño de una lata de refresco, que tendrá que cumplir dos misiones, una principal y una secundaria.

En el IES Mariano Quintanilla son tres equipos, de seis personas cada uno, los que están realizando, de manera paralela, sus proyectos CanSat. El grupo que vaya más avanzado según se acerque la fecha de entrega será el que represente al centro educativo en el primer filtro del desafío, que es la competición regional. De ésta forma, Castilla y León sólo podrá elegir un representante para participar en la categoría nacional, de la que saldrá el equipo español que participará en el programa 'Ingeniero espacial por un día' a nivel europeo, que tendrá lugar los días 20 y 21 de junio de 2024 en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial ubicado en Noordwijk (Países Bajos).

Pero hasta entonces queda un largo camino en el que los alumnos no dejan de encontrarse dificultades que van superando día tras día, como le sucede a uno de los equipos participantes del IES Mariano Quintanilla, denominado 'Pachardu' y formado por Hugo Arribas, Raúl Higuera, Óscar Tardón, Jimena Berber, Millán Sánchez y Manuel Asenjo, tutorizados por su profesor Rubén Martín.

Durante la prueba, los CanSat elaborados por los equipos se lanzarán a una altitud aproximada de un kilómetro dejándolos caer desde una plataforma y, será entonces, cuando deban cumplir su principal, conjunta a todos los participantes: que logren medir la temperatura y la presión atmosférica y transmitir esos datos por telemetría a una estación de tierra. Además, deben conseguir un aterrizaje sin daños y los equipos deben llevar a cabo la realización de un análisis de los datos obtenidos.

La misión secundaria es elegida por cada uno de los equipos, y en el caso del grupo 'Pachardu', será la de incluir en unos once centímetros de alto que mide una lata tres sensores que midan el dióxido de carbono, los rayos ultravioletas y la humedad relativa, lo que les permitiría recoger éstos datos tanto en explotaciones agrarias como en exoplanetas. «El objetivo de la misión secundaria es poder decir a un agricultor qué es lo que más le conviene cultivar en una zona concreta», explica Millán Sánchez.

Dentro del grupo cada uno tiene una función: Hugo se encarga de la programación y el control de los sensores; Raúl de la formulación de los cálculos y de la redacción de la defensa del proyecto; Óscar es el responsable de dar difusión al proyecto y del marketing del mismo; Jimena se ocupa de la redacción del informe y la presupuestación; Millán es quien hace las pruebas al aire libre y de ver el funcionamiento del CanSat; y Manuel es el encargado del diseño de la carcasa.
Hasta ahora ya han realizado tres lanzamientos, que no han salido del todo bien. «El trabajo nos pone los pies en el suelo», explica su tutor. «Cada día tenemos que solventar una avería nueva». Aunque la esperanza es lo último que se pierde, y los miembros de este equipo lo tienen claro, van a por todas.

Y es que además de su optimismo cuentan con una gran ventaja, aunque a veces les complique el trabajo: la mayoría de los componentes son reciclados. De esta forma, han utilizado la tela de un paraguas como paracaídas, la antena es de un router, etc. «Como mucho habremos gastado 25 euros. Nos ponen un límite de 500, pero cuánto más gastes, más te penaliza», explica Rubén Martín.

Los seis alumnos suman a la experiencia el aprendizaje de estos meses de trabajo. «Yo lo que saco de aquí es que hace un mes no sabía lo que era una placa controladora, ni mucho menos un sensor. No sabía cómo funcionaba una antena. Ahora me hago una idea», explica Raúl Higuera. Por su parte, Millán Sánchez añade que «es otra manera de aprender». «En lugar de que Rubén se ponga a explicar los documentos y te quedes dormido lo estás aprendiendo de manera dinámica».

«Es un proyecto que al tocar tantos ámbitos (tecnología, publicidad, presupuesto, hacer una defensa, etc) aporta muchas cosas, además del trabajo en equipo», indica Raúl. «Lo que intentamos hacer es que piensen, deduzcan y saquen conclusiones», revela su tutor.