El rudo pasado castellano

Cristina Sancho
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El cuellarano Ángel Gómez recuerda en su primera novela las duras vivencias de posguerra en los inicios del éxodo rural

Ángel Gómez hojea un ejemplar de su primera novela. - Foto: C.S.

Dicen que el carácter castellano es seco, agrio. Un carácter forjado por las dificultades del pasado y la dureza del clima, pero también influyen en muchos casos las dificultades que viven las gentes del medio rural. La tan manida despoblación del medio rural existe ahora, pero viene de lejos. En concreto de los años 50 y 60 del siglo pasado, cuando las gentes emigraron de los pueblos a las ciudades. Hubo quienes salieron y otros decidieron quedarse a pesar de las dificultades. 'Los humores de la tierra', la primera novela del cuellarano, Ángel Gómez (Vegafría, 1948), plasma muchas de esas pequeñas historias que se pudieron vivir en cualquier pueblo castellano y segoviano de la posguerra.

Profesor de literatura y político en sus distintas vertientes locales, provinciales y regionales, conoce a la perfección las grandes obras de la literatura y las características de una buena novela. Y por otro lado, como oriundo de un pueblo que ahora cuenta con 17 habitantes y maestro en el medio rural, también sabe lo que se cuece entre sus gentes y las dificultades de los pequeños pueblos. Hace una década decidió coger la pluma y lanzarse a la escritura. Cuatro años de reposada escritura de una historia ficcionada en la que se le ocurrió contar una historia novelada y ubicada en un pueblo castellano. «Ahí están mis raíces, he comprendido lo que es vivir de la tierra y yo mismo experimenté cómo Castilla comenzaba el camino a la soledad y al vacío. No cuento hechos que sepa que han ocurrido, sino que son temas que se basan en la realidad que podía vivir un campesino de esos momentos, pero fabulándolo», comenta.

'Los humores de la tierra' cuenta la historia de una familia que vive en un pueblo ligado al campesinado, Toarbás. «La familia de Gabriel no tiene nada. Es una familia construida en torno a la necesidad, no al amor y la casualidad. La madre es una mujer atormentada y maltratada. Su marido es un hombre atormentado que paga su tormento con ella. Gabriel es un niño lleno de virtudes que crece entre desgracias y necesidades, pero un día decide plantarse y emprende. A lo largo de la novela se enfrentará al tormento de su madre para pararlo y también se enfrentará al tirano que existe en todos los pueblos y que utiliza su fuerza para sobrevivir. Tiene que enfrentarse a situaciones terribles e incluso a algún crimen», relata el autor.

En la novela se tratan temas que por desgracia y a pesar del paso del tiempo tienen su propia actualidad. La obra pretende traer al presente a la mujer. «Y el maltrato que ha sufrido eternamente, desde siempre y también en los hechos que se ubican en la novela. Es un tema de actualidad que hay que intervenir para salvar», apunta. Esta es una de las intrahistorias, pero en el texto hay muchas otras en las que se ve el carácter social de la época, el amor, pero también los odios, la muerte y la migración, además de los abusos de poder. «El crimen es también un elemento permanente en la historia. Por abuso de poder, por rencores, por celos, por revelaciones...», añade.

Aunque pueda parecer que la novela está basada en hechos reales, nada más lejos. «No hay verdad en la novela. Es todo fantasía pero sin haber verdad hay muchos hechos que podrían ser ciertos. Los personajes no reflejan a un hombre concreto sino características de varios que forman un estereotipo». Dentro de esas características que forjan a los personajes, también tiene un papel importante el lenguaje. «Va a recrear un mundo y un lenguaje muy suyo. He trabajado mucho por recuperar un lenguaje perdido. El lenguaje es un arte y al igual que los pueblos se vacían de contenido, el lenguaje también. Hay mucho lenguaje que se usaba hace 50 años por los mayores y que los jóvenes desconocen», explica. Para volverlo a recuperar o al menos para que no se pierda, el autor se ha molestado y mucho en rescatarlo, recuperarlo e indagar sobre palabras y expresiones  que, como el mismo dice, tienen «un sabor y sonoridad preciosa». Y pone como ejemplo la palabra 'escuela', que ahora se sustituye por centro escolar. «Todo es un centro. Centro sanitario, centro escolar, centro cultural, centro de ocio…», se queja.
empeño.

Esta novela sale ahora a la luz por el empeño de varios amigos de su circulo más cercano que hace años tuvieron la ocasión de leerla. Nunca en el afán del autor ha estado la publicación. «No es fácil decir por qué escribes una novela. Siempre he soñado con ello y he querido escribir una. De hecho, he escrito relatos cortos y otras cosas líricas, pero nunca me había puesto a escribir una novela como tal. Aunque lo intenté varias veces, nada me gustaba», comenta. Fue cuando llegó la jubilación y dejó la política cuando se puso a ello. «Es un libro que estoy completamente seguro de que va a gustar a mucha gente de un cierto grado de madurez en la vida, pero también a los jóvenes. Algunos de los que ya lo han leído tienen entre 18 y 22 años y les ha entusiasmado», traslada.

Espera que esta sea la reacción general, pero consciente de que hay tantas opiniones como colores, lo que Gómez destaca es la ilusión que tiene en ofrecer a sus vecinos y amigos otra cosa más que se suma a los múltiples compromisos adquiridos tanto en su etapa de profesor y político como con el teatro y la creación en su momento del grupo Los Mirmidones y el grupo de teatro aficionado del Centro de Día de Personas Mayores. «Tengo la ilusión de que este proyecto sea un regalo que guste, satisfaga y contribuya a que Cuéllar brille un poco más», sentencia. Ese regalo llegará en forma de presentación ante sus vecinos en una charla coloquio el próximo viernes en la Biblioteca Cronista Herrera a las 19.30 horas. La novela ya se puede encontrar en las librerías y 'online'.