Perros que ayudan a sanar

M.Galindo
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Desde hace 20 años, Héctor Serrano Díez impulsa y promueve la figura del perro de Acción Social como recurso para hacer viables las terapias de apoyo y acompañamiento a la discapacidad

Héctor Serrano acaricia a 'Karma', uno de los perros con los que realiza su trabajo terapéutico - Foto: DS

'Karma' y 'Usted' son dos simpáticos perros de la raza labrador que dedican su tiempo al juego. Esta circunstancia parece lo normal en un animal de compañía, pero en su caso, su vitalidad y sus ganas de jugar se incorporan como recurso para la aplicación de terapias que pueden mejorar de forma significativa la calidad de vida de personas mayores, niños con enfermedades de larga duración o personas con Alzheimer, entre otros colectivos necesitados de apoyo y acompañamiento a la discapacidad.

Los dos perros han sido entrenados a tal fin por el educador social y experto en terapias con animales Héctor Serrano Díez, que ha dedicado toda su carrera profesional no sólo a aprender y aplicar el trabajo con perros en todo tipo de terapias, sino a investigar en las ramificaciones que este aprendizaje puede tener en la relación humano-animal a través de la neurociencia.

La idea inicial surge de uno de los primeros trabajos de Serrano como educador social en un punto de encuentro familiar de los servicios sociales de Toledo, al que normalmente acuden las familias implicadas en divorcios contenciosos en los que es imprescindible la mediación de un profesional a la hora de acordar y cumplir los compromisos del régimen de visitas y custodia de los niños acordado por el juzgado.

"En este trabajo lo más importante es asegurar la integridad de los pequeños dentro del conflicto familiar – explica – y para ello es importante modificar el centro de atención hacia los niños. Buscando entre los recursos posibles, encontré la posibilidad de emplear animales como acompañamiento".

Un primer curso básico de formación en este ámbito le llevó a iniciar una carrera profesional que le ha llevado en los tres últimos lustros no sólo a perfeccionar sus conocimientos, sino a intentar ahondar en este campo intentando ir más allá de la mera interacción perro-humano. Así, Héctor Serrano puso en marcha una fundación que alcanzó notoriedad por su labor en este ámbito, cosechando premios nacionales e internacionales que han distinguido los programas de atención con animales en el ámbito educativo y sanitario.

La pandemia y la progresiva desaparición del patrocinio privado dieron al traste con la fundación, pero Héctor Serrano mantiene el interés y ha iniciado el curso de doctorado para perfeccionar sus conocimientos, sin olvidar el trabajo diario que desarrolla con sus perros en residencias y centros asistenciales de la provincia.

La metodología de trabajo que aplica con los perros tienen siempre como premisa que el animal "es un recurso, no es un método", ni su adiestramiento va orientado a crear "perros payasos" o "perros doctor" para distraer o curar a las personas con distintos niveles de discapacidad.

De este modo, Serrano ha acuñado el término "perro de acción social" para clasificar de forma precisa a los animales que son adiestrados para formar parte de un proceso terapéutico cuyo empleo puede servir como acelerante para determinados procesos de recuperación. La clave es establecer un vínculo entre el animal y el paciente para "que la persona tenga la motivación necesaria para obtener una compensación con lo que el perro le puede aportar, de manera que pueda afrontar tareas que no quiere hacer, que le asustan o que ha evitado durante mucho tiempo".

Técnicamente, explica que la interacción con el animal genera una adecuación fisiológica capaz de reducir la carga del sistema nervioso central para mitigar el exceso de cortisol - la hormona del estrés- y sirve para liberar endorfinas capaces de reducir el dolor o la ansiedad en muchos casos.

Del mismo modo, el apoyo de los perros en terapias hace posible mejorar las relaciones personales y la sociabilidad, y lleva en un último estadio a favorecer un cambio de actitud motivacional que le ayude a afrontar mejor el momento que está viviendo en su proceso terapéutico.

"El perro está libre de juicio, le da igual que seas alto, bajo, delgado o grueso, siempre va a responder de forma primaria al amor- señala- Él no sabe que estás malo, sólo quiere jugar y mostrar sus trucos, y eso es algo que ayuda a resetear y a redirigir la atención en aspectos fundamentales".

Un perro llega a participar en este tipo de acciones partiendo siempre desde el juego. Héctor Serrano considera fundamental esta premisa a la hora de incluirlo en terapias, ya que "para ellos no es un trabajo, el trabajo, el trabajo debe ser para el profesional. De hecho, su adiestramiento puede prolongarse hasta los tres años, pasando por fundamentos de obediencia básica y avanzada y trucos que pueden aplicarse como estímulo como el saludo con la pata, que abran un cajón para sacar una pelota o que hagan 'la croqueta'.

La raza labrador suele ser la más proclive a estos programas porque "son perros muy juguetones a los que les gusta mucho el ser humano, y son muy sociables, por lo que asumen antes que otros estas intervenciones". "En el caso de otras razas con una menor sociabilidad o capacidad de juego, no sería recomendable su intervención, potque no serían felices, y hay que optar siempre por el bienestar animal", explica.

El experto segoviano aplica actualmente sus conocimientos en residencias de personas mayores públicas y privadas y en el Centro de Alzheimer, donde acude periódicamente a trabajar con sus perros a través de una evaluación previa del grupo con el que realiza la intervención, de cara a adecuarla a las necesidades terapéuticas individualizadas. A través del trabajo, la terapia comienza a dar frutos y se obtienen resultados que sorprenden a los profesionales.

"Yo he vivido un caso en un colegio en el que había un alumno con problemas de movilidad que caminaba con apoyo, y que después de un tiempo, y a través del contacto con el perro, dejar el apoyo y salir corriendo sólo para que le viera y poder hacer juntos la croqueta, que era lo que más le gustaba ", explica con emoción.

El carácter lúdico de la intervención del perro hace que su implicación no vaya más allá del juego, dejando al margen emociones y sensaciones que podrían alejarle de su objetivo. De este modo, Serrano asegura que "son los profesionales quienes tenemos que evaluar las situaciones y aplicar las intervenciones en función del estado del paciente". "Si al llegar a un hospital o un centro asistencial vemos que el paciente tiene una situación delicada, lo que hacemos es cambiar el objetivo y hacer otro tipo de intervenciones; a veces simplemente tener al perro cerca y establecer un contacto profundo a base de caricias puede ser más beneficioso que otra intervención más complicada", señala.

 

 

Una veterana y un brasileño con respeto  Los protagonistas de las intervenciones llevan ya varios años divirtiéndose con esta tarea. La más veterana es 'Karma', una perra que llegó a manos de Héctor Serrano siendo poco más que un cachorro y que tiene un amplio currículo profesional del que no es consciente, pero que le lleva a seguir inquieta a la hora de participar en las sesiones de trabajo del educador.

"Karma tiene ya 11 años y de hecho no debería seguir trabajando – explica- pero tiene tan interiorizada esta tarea que se cabrea cuando no la llevo. La estoy retirando poco a poco, pero cuando me acompaña entra tan feliz, y hay centros de personas mayores donde es muy querida y le guardan incluso mendrugos de pan o galletas para ella, que yo trato de escamotear porque no le viene bien".

En el caso de 'Usted', hay que cruzar el Océano Atlántico y llegar a Brasil, donde en un viaje de formación, encontró a este perro, que no conseguía adaptarse a su adiestramiento como asistente a una persona en silla de ruedas en una asociación. "Cuando le conocí, pensé que era un perro ideal para terapia, y la asociación me ofreció la oportunidad de llevármelo a España como mascota, y desde aquí comenzar su adiestramiento.

En España recibió también su actual nombre, ya que en Brasil era 'Maracatú' y aquí "decidimos llamarle 'Usted' por votación popular, y es muy divertido entrar en colegios y hospitales infantiles con el perro y decir a los niños que tienen que llamarle de usted", relata divertido.