El ascenso del infierno al cielo de The Rolling Stones

Agencias
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Sus 'Satánicas Majestades' regresan a España por vigésima tercera vez para ofrecer su espectáculo con una banda mermada por el fallecimiento del batería Charlie Watts en 2021

El ascenso del infierno al cielo de The Rolling Stones

Convertidos en toda una institución, The Rolling Stones saltarán hoy al escenario del Wanda Metropolitano en un concierto que se convertirá en el número 23 que tocan en España. Una banda ya mítica tras cerca de medio siglo de visitas a un país que ha pasado de verlos como la auténtica personificación del demonio a santificarlos.

La primera vez que pusieron un pie en territorio nacional, en Barcelona, corría el año 1976, solo ocho meses después de la muerte de Franco.

Desde entonces, han sido muchas las giras y los conciertos que han ofrecido a lo largo y ancho de la piel de toro.

Una de las más emblemáticas fue la de 1982 en medio de los actos por el Mundial 82, pese a que las circunstancias de partida no parecían muy halagüeñas: sin previo aviso, un temporal de truenos y relámpagos azotó el estadio Vicente Calderón de Madrid.

Entre sus más recientes conciertos destacaron los espectáculos más íntimos que tuvieron lugar en el estadio Santiago Bernabaéu de Madrid en 2014 y en el Lluis Companys de Barcelona en 2017. En ambas ocasiones, la estrategia había cambiado: un único show en el país que, en ambos casos y dada la edad de los roqueros, les confirió el aura de espectáculo excepcional.

No anduvieron muy errados. A este vigésimo tercer asalto a España llegan con tratamiento de jefes de Estado pero mermados tras el fallecimiento en 2020 del batería Charlie Watts, lo que multiplique aún más las sensaciones de estar asistiendo a un fenómeno celestial. 

Sin embargo no todos los expertos consultados coinciden en la expectación que han generado sus Satánicas Majestades.

«Yo los vi en Vigo en 1998 y al año siguiente en Santiago de Compostela y no repetiría. Cumplí con algo que hasta entendí necesario, obligado, pero no me convencieron. Con todo el respeto para quien no comparta mi opinión, creo que lo mejor suyo, tanto en disco como en directo, ya pasó hace muchos años», señala Xavier Valiño.

Autor de obras como Las 100 mejores películas del rock y Los 100 mejores documentales del rock, expone que parte de los conciertos de los Stones se siguen nutriendo no solo de gente interesada por su música, «sino también por quien va como a un acontecimiento social».

Una inyección de rock

En el lado contrario se encuentra el cronista musical Fernando Neira. «Yo no los veo como una pieza de museo, sino como una pieza viva de la historia de la música popular a nivel mundial», defiende y añade «su razonable y envidiable nivel de forma con un espectáculo que no es ni arcaico ni un mero ejercicio de nostalgia, sino una inyección en vena de rock de la más alta pureza, calidad y trascendencia».

Alineado con él está Arancha Moreno, directora de la prestigiosa revista Eme, para quien «sus Satánicas Majestades tienen licencia para rodar mientras la fuerza los acompañe».

Precisamente del otro lado pesa el argumento sobre su apego a un pasado que ya queda lejos y que no ha crecido más en lo cualitativo en los últimos 40 años. No es difícil encontrar críticas que ya en los años 80, tras la publicación de Tattoo You (1981), su último trabajo relevante, consideraban que lo más granado de su obra estaba hecho y rehecho, una premisa a la que aparentemente ellos mismo se plegaron si se mira a lo puramente cuantitativo en las dos últimas décadas.

«Hace ya varios lustros que los Rolling Stones decidieron centrarse en sus lucrativos conciertos y olvidarse de la composición. No en vano, su catálogo es lo suficientemente amplio y consistente como para no empeñarse en añadir nuevas canciones que solo lo devaluarían», opina David Gallardo, periodista especializado.