Las lanzaderas se atascan en el transbordo

Gonzalo Ayuso
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El Ayuntamiento apunta buenos resultados en el ensayo con microbuses de esta semana y recalca que no hay una decisión tomada, mientras arrecian las quejas y críticas de usuarios y oposición

Esta semana, varios autobuses urbanos finalizan su trayecto en la calle de Ochoa Ondátegui, junto al Acueducto, y las lanzaderas están saliendo desde la zona de la Loba Capitolina. - Foto: Rosa Blanco

Están que trinan. Con esta frase define un conductor de autobús la acogida de los segovianos del proyecto piloto puesto en marcha esta semana en el servicio de transporte público de la ciudad para acceder al recinto amurallado con lanzaderas que parten de la plaza de la Artillería. Para muchos de ellos el ensayo, que forma parte de las actividades de la Semana Europea de la Movilidad, no ha pasado la prueba, especialmente entre los usuarios mayores y otras personas con problemas de movilidad. 

Las quejas han sido prácticamente unánimes entre los viajeros habituales sondeados por El Día de Segovia, especialmente por los inconvenientes que implica el transbordo, como el tiempo empleado o la distancia a recorrer, en especial desde Vía Roma, punto donde están finalizando su trayecto varias líneas, y la parada situada junto a la escultura de la Loba Capitolina, terminal de los dos microbuses empleados como lanzadera que, por otro lado, comunican directamente, sin paradas intermedias, con la plaza de San Facundo y no con la calle de Colón, terminal de la mayoría de líneas de autobuses urbanos.

Que si el microbús «tiene escalones» – salvo en la pequeña zona de acceso delantera –, que si el Ayuntamiento ha informado «poco, tarde  y mal» o «por qué cambian un transporte que está funcionando bien»... Las críticas, dirigidas precisamente en muchos casos a los conductores del servicio público, que  aguantan el 'chaparrón' como pueden, porque aseguran que tienen la misma información que ha facilitado el Ayuntamiento a la ciudadanía, son la tónica general y, en el mejor de los casos, unos pocos viajeros admiten que por lo menos solo se trata de una prueba y de una semana, y esperan a la solución definitiva, si es que llega a realizarse un cambio sustancial más adelante.

El alcalde, José Mazarías, ha insistido en que se trata de probar, de recopilar información y que se harán más ensayos en otros momentos e incluso en otras zonas (entre el velódromo y el paseo del Salón). Las lanzaderas para el casco histórico están en el programa electoral del PP y el gobierno municipal defiende que la medida ayuda a que el servicio sea más eficiente  sostenible y también a preservar el pavimento, ya de por sí muy deteriorado en calles como la de San Agustín por el paso de autobuses de gran tonelaje, así como a la conservación del entorno monumental, a la calidad del aire y a la fluidez del tráfico rodado. 

Tanto Mazarías  como el concejal de Transportes, José Luis Horcajo, han admitido «conflictos» en la plaza de la Artillería por el transbordo y  por eso ayer mismo el primero aseguraba que  están trabajando en la ubicación de una terminal en este espacio para que los viajeros bajen del autobús y suban a la lanzadera en el mismo sitio.

El gobierno municipal considera un logro el ahorro en número de viajes y de kilómetros recorridos con esta experiencia piloto. Cuando finalice este viernes el ensayo, los dos microbuses habrán realizado 480 viajes frente a 1.250 de los autobuses de las líneas con terminal en Colón. La media de ocupación en las lanzaderas por trayecto ha sido en los tres primeros días de 6,75 personas, cuando con los vehículos grandes venía siendo de 1,7. 

En cuanto a la distancia, al acortar el recorrido con lanzaderas, estas acumulan 268 kilómetros de lunes a viernes, frente a los más de 1.000 kilómetros que sumarían los grandes autobuses en ese mismo periodo, eso sí con 200 metros más en cada viaje, al finalizar en la calle de Colón.  

Por otro lado, está descartado que este sistema con microbuses se lleve a cabo en horas punta, las de entrada y salida a centros de trabajo y estudio. 

El Grupo  Socialista ha solicitado «información técnica que justifique este nuevo capricho del alcalde» y pide que un técnico explique en  comisión  «los presuntos beneficios de la implantación de esta medida». Además, la exalcaldesa y portavoz del PSOE, Clara Martín, reclama conocer el número exacto de viajeros transportados con el sistema ordinario para así comparar.

Asociación de vecinos. Pedro Montarelo, portavoz de la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado de Segovia (AVRAS), dice que no es la primera vez que se lleva a cabo un ensayo de este tipo con lanzaderas y los residentes «tenemos el convencimiento de que no favorece para nada a quienes vivimos en el casco histórico, porque implica un mayor aislamiento».

Añade que la asociación no ha tenido contactos con responsables municipales y desconoce «los detalles» de la iniciativa pero insiste en que «una de las pocas fortalezas que le quedan a esta parte de la ciudad histórica es que es el punto de la ciudad mejor comunicado por el transporte público, lo que hace falta es que contenga servicios para que se utilice».

Pregunta también Montarelo qué ha pasado con el Plan de Gestión de la Ciudad Vieja, como marco para abordar los problemas de movilidad, incluyendo la futura zona de  bajas emisiones y la utilización de autobuses más pequeños y, sobre todo, menos contaminantes.

Otros grupos municipales como Ciudadanos o 'Segovia en Marcha' acusan al gobierno municipal de improvisar con esta prueba piloto. 

Guillermo San Juan, de Podemos ('Segovia en Marcha') considera que es "una mala solución para un problema que no existe" y alega que si el problema es que hay algunas frecuencias en las que los autobuses viajan con pocos usuarios, "debería hacerse un estudio para utilizar autobuses más pequeños en esas líneas y en esas frecuencias concretas, pero no poner patas arriba todas las líneas que conectan el casco histórico".

Maniene que "este experimento con gaseosa de Mazarías" está incrementando como mínimo en 10 minutos los tiempos de llegada al destino final "de forma absurda, generando auténticos problemas de accesibilidad y un riesgo innecesario en las conexiones entre autobuses".