Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Fruta

21/11/2023

Resulta que fruta es ahora la palabra de moda. Cosas del progreso, la globalización y las redes sociales. Me imagino que los pequeños tenderos, los grandes almacenes, los distribuidores y los agricultores, aunque estos ganen mucho menos, estarán encantados. ¡Quién les iba a decir que un exabrupto, nada menos que en la tribuna del Congreso de los Diputados, iba a poner en órbita su mercancía y hasta la forma de alimentarse de los ciudadanos! Ya digo, cosas del avance humano y de estos benditos tiempos en los que un insulto grosero se convierte en mensaje universal y en lo más leído (me niego a usar el inglés para cualquier asunto de interés). Pero, oiga, así ha sido. Nada de rectificar, pedir perdón y entonar el mea culpa, aunque sea con la boca pequeña. Dijo "hijo de puta", con todas las letras, pero dijo que dijo "me gusta la fruta". Pues, vale. Lo más grave no es la no rectificación, sino la cantidad de gente que se ha sumado a lo infumable. Y la mayoría es de la autollamada "gente de orden", la élite, los acribados, la que, hasta hace poco, consideraba que los que se manifestaban y salían a la calle a protestar eran "pancarteros". Ahora, son "patriotas" y defensores de la unidad de España, de la Libertad, la Justicia y la separación de poderes. Y son, además, o eso dicen, paladines de la verdad. Tal vez por eso respalden sin fisuras el "hijo de puta" de Ayuso y sus diplomáticas palabras posteriores en la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Y tal vez por eso no condenen taxativamente lo que se dice y hace en las concentraciones ante las sedes socialistas y en las marchas posteriores. ¿Hacia dónde vamos? Me temo que hay que ser pesimistas. Suenan muchas alarmas, sobre todo porque quienes tienen que desactivarlas no lo hacen. Dejemos que hablen el Parlamento y el Tribunal Constitucional, protestemos, dentro del más que exigible civismo, lo que haya que protestar, pero tratemos de rebajar un clima de crispación, bronca y agresividad que hace irrespirable la deseada convivencia. Y, de paso, apliquémonos al consumo de fruta. No porque lo diga cínicamente la señora Ayuso, sino por razones obvias.