Incertidumbre con el cereal

M.H. (SPC)
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Las previsiones de cosecha en la UE, mermadas a pesar de las buenas expectativas de hace solo dos meses, y la suspensión del acuerdo entre Rusia y Ucrania que posibilitaba las exportaciones de grano por el corredor del Mar Negro suscitan muchas dudas

Incertidumbre con el cereal

Que vivimos en un mundo globalizado no es nuevo. Globalización fue el concepto de moda hace no tanto y se contempló de primeras como un proceso que beneficiaría a todos los habitantes del planeta y en todos los ámbitos, pero los años han revelado que no siempre es positivo que tu trabajo o tu nivel de vida dependa de lo que ocurre a miles de kilómetros de donde trabajas y vives. Y para ejemplo lo que está ocurriendo este año con el cereal. Eso de que una cosecha escasa sube los precios ya no vale porque el rendimiento de tus parcelas puede ser corto, pero si en las del vecino la cosa va mejor es muy posible que tú tengas poco grano y además te lo paguen mal porque hay muchas existencias disponibles. En resumen, que hay mucha dependencia de lo que ocurre en el resto del mundo y eso, aunque puede amortiguar ciertas situaciones de crisis, no siempre es bueno para todos.

En el espacio de dos meses, las previsiones de cosecha en Europa, inicialmente positivas -con la salvedad de España, Portugal e Italia-, se han visto alteradas por las malas condiciones meteorológicas en todo el continente. La situación es extremadamente preocupante, con una producción prevista de 256 millones de toneladas, posiblemente la peor cosecha desde 2007 y un 10% por debajo de la última media quinquenal. Pero eso no implica que los agricultores comunitarios vayan a compensar la escasez de grano en sus almacenes con precios superiores, porque Brasil, Argentina, Estados Unidos, Canadá Rusia o Ucrania también juegan la partida.

Muchos agricultores no podrán cubrir sus costes de producción, por lo que COPA (organizaciones agrarias de la UE) y COGECA (cooperativas comunitarias) han lanzado «una llamada urgente a la acción para afrontar esta difícil situación en 2023 y sus consecuencias para 2024». Además, Rusia ha suspendido este lunes el acuerdo que mantenía con Ucrania para exportar cereales por el Mar Negro (un «ejemplo de libro», para el ministro Planas, en el que el país invasor está utilizando los alimentos como «arma de guerra»). El Kremlin no ha querido renovar el pacto, por lo que ha quedado sin efecto, ya que ese mismo lunes era la fecha en la que finalizaba la última prórroga. Sin este marco, que permitía el transporte seguro de cereales ucranianos, la incertidumbre vuelve al mercado alimentario, con un aumento de los costes de producción en algunos casos y un supuesto aumento de los precios en los mercados -al tener que exportarse el grano de Ucrania por sus fronteras terrestres y por el Danubio- del que, al cierre de estas páginas, los agricultores españoles no habían tenido noticia.

Incertidumbre con el cerealIncertidumbre con el cerealLa suspensión del acuerdo de exportación implica perder otra vez el cereal ucraniano, lo que puede ser «un golpe bastante duro» para España, ya que, después de China, nuestro país era hasta mayo el segundo país de destino de los productos agrícolas ucranianos exportados a través del corredor del mar Negro, con 5,4 millones de toneladas según la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe). No obstante, la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac) ha señalado que esperan «abastecerse de otros mercados que cuentan con una amplia oferta, más allá del efecto temporal que pueda tener la ruptura del acuerdo». Se habla de grano para dos meses.

Esta realidad, que en principio podría beneficiar a los agricultores si suben los precios, es un revés importante para los ganaderos, puesto que buscar nuevos proveedores, que saben que estamos con el agua al cuello y querrán aprovechar la situación, seguramente no ayude a bajar los precios de unos piensos que ya están en unos niveles nunca antes conocidos.

Con respecto a la producción en la Unión Europea, a principios de mayo ya quedó claro que algunos Estados miembros, como España, Portugal o el norte de Italia, sufrirían graves pérdidas (de hasta el 50%). Sin embargo, en aquel momento las previsiones de COPA-COGECA aún estimaban que la producción global en territorio comunitario se mantendría estable gracias a la mejora de las condiciones meteorológicas en el norte y el este de Europa. Por desgracia, desde entonces la situación se ha deteriorado drásticamente.

La sequía ha vuelto a afectar a toda la UE en mayo y junio, con ausencia total de precipitaciones en algunas regiones. Se prevé una grave reducción de la producción, sobre todo de cereales, no sólo en España, Portugal o Italia (hasta un 60% menos que en 2022), sino en toda la UE (por ejemplo, Rumanía -20%, Finlandia -30%, Polonia             -14% o Lituania -35% en comparación con las previsiones de mayo). Estas bajas cifras de producción de cereales irán acompañadas de un grave problema de calidad en muchas regiones. Aunque para las oleaginosas y proteaginosas la producción prevista mantiene cifras decentes (32 millones de toneladas para las oleaginosas, 3,8 para las proteaginosas), el impacto meteorológico sobre la calidad  también podría reducir la rentabilidad.

Los agricultores europeos se enfrentan a un doble golpe, ya que esta baja producción se combina con unos precios de los insumos muy elevados y unas cotizaciones futuras bajas para todos los cultivos. Además de los elevados precios de la energía y de la actual inflación general, es crucial tener en cuenta que los fertilizantes utilizados para la cosecha de 2023 se compraron cuando los precios eran más altos, en 2022. Con los actuales precios futuros muy bajos de los cereales (219 euros por tonelada de trigo para molienda) y de las oleaginosas (407 euros en el caso de la colza), se crea una situación insostenible para la mayoría de los agricultores.

En este contexto, COPA-COGECA ha pedido a la Comisión Europea «flexibilidad en la aplicación de la PAC este año para no poner en peligro el acceso de los agricultores a las ayudas básicas». Además, reclama excepciones para el próximo año, debido al impacto de estas condiciones climáticas en la próxima campaña agrícola. Del mismo modo, la prórroga de la suspensión de los derechos de importación sobre el amoníaco y la urea y su ampliación a otros fertilizantes minerales «ayudaría a los agricultores a hacer frente a una situación muy difícil en la que están siendo presionados por todos lados».

Qué esperar.

Lo cierto es que los contratos de futuros de los principales cereales subieron en pocas horas tras el fin del acuerdo del grano anunciado por Rusia. En la Bolsa de Chicago, una de las mayores plazas para el comercio de productos agrícolas, los futuros de maíz subían este lunes un 1,14%, los de soja se elevaban el 0,51% y los de trigo repuntaban el 0,38%. Por su parte, en el operador europeo de mercados bursátiles Euronext en París, los contratos de futuros del trigo de molienda subían el 1,75% hasta los 233,25 euros por tonelada y los de maíz se situaban un 1,5% más altos, hasta los 235 euros por tonelada solo en unas horas.

Sin embargo, este cambio no implica necesariamente un alivio para los agricultores españoles. Solo hay que ver las cifras de los últimos tiempos: según las últimas cifras de Accoe, en la última semana cerrada han caído los precios de la cebada (-4,48%), del trigo blando (-3,59%), del maíz            (-2,26%) y del trigo duro (-0,69%). Y si se observa el comportamiento desde enero, la cebada ha bajado un 26,34%, el trigo blando un 23,58 %, el trigo duro un 21,72% y el maíz, un 20,11 %. Es evidente que la subida registrada en las bolsas internacionales no es suficiente, incluso dando por hecho que se traslade a los mercados españoles, algo que sería lo lógico aunque nada lo garantice.

Y hay que tomar en consideración a los ganaderos, que pueden llegar a sufrir cierta carestía con los piensos y en cualquier caso no parece que vayan a ver reducidos los precios para adquirir alimentación para su cabaña. En este sentido, COAG y UPA han expresado su preocupación por el posible desabastecimiento de cereal en España, dado que somos una gran potencia ganadera que al mismo tiempo es deficitaria en materia prima para los piensos, un desabastecimiento que se sumaría a la que ya es la peor campaña del siglo por la sequía.

 

La rotura del acuerdo para España.

Ucrania es el primer abastecedor para España de maíz, junto con Brasil, y también su primer proveedor de aceite de girasol. Se estima que España necesitará batir el récord de importaciones, unos 25 millones de toneladas según algunas fuentes, para garantizar la materia prima de alimentos y piensos.

Según Accoe, la producción española de cereales de invierno disminuirá un 45% respecto al año pasado y se situará en ocho millones de toneladas. ASAJA cifra esa caída en un 65% y da por buenas cinco millones de toneladas el volumen recolectado. Mientras que Cooperativas Agroalimentarias, en su última estimación, realizada esta misma semana, aventura un volumen de 10,2 millones de toneladas, lo que supondría un 42,36% menos con respecto a la anterior campaña.

No se debe olvidar que, después de China, España era hasta mayo el segundo país de destino de los productos agrícolas ucranianos exportados a través del corredor del mar Negro, con 5,4 millones de toneladas. Este dato una idea de la importancia que tenía para nuestro país el acuerdo entre Rusia y Ucrania. Una importancia que este año, con la nefasta cosecha que se va a recoger, cobraba incluso más peso.