San Quirce evoca la figura de Merino de Cáceres

DS
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La Real Academia dedicó una sesión necrológica al que fuera académico supernumerario en la que intervinieron Antonio Ruiz, Rafael Cantalejo, Fernando Vela y su viuda Nancy Barnes

Los académicos, junto a la viuda de Merino de Cáceres, tras la sesión. - Foto: DS

El Aula de San Quirce acogió ayer un homenaje al arquitecto segoviano José Miguel Merino de Cáceres, académico supernumerario de la Real Academia de Historia y Arte fallecido el pasado 9 de septiembre a los ochenta y un años. La sesión necrológica, presidida por el director de la Academia, Pablo Zamarrón, contó con las intervenciones de tres compañeros y amigos, José Antonio Ruiz Hernando, Rafael Cantalejo San Frutos y Fernando Vela Cossío.

José Antonio Ruiz Hernando, académico de mérito de San Quirce, evocó la amistad que le unía con Merino de Cáceres y enumeró algunas de las restauraciones que el arquitecto realizó en Segovia, entre ellas en la iglesia de San Miguel, en la capilla del Sagrario de la Catedral, en San Frutos del Duratón o en el Monasterio de Santa María del Parral. «Estaba obsesionado con la Vera Cruz, y en 1985 defendió con éxito en París la candidatura de Segovia a convertirse en Ciudad Patrimonio de la Humanidad», dijo.

Por su parte, Rafael Cantalejo centró parte de su exposición en la labor que Merino de Cáceres desarrolló en el Alcázar de Segovia, lo que le valió el nombramiento como Maestro Mayor de la fortaleza. «No era un arquitecto al uso. Su interés por la arquitectura histórica se convirtió en pasión. Supo en todo momento buscar el consejo y el apoyo de quienes podían aportar a sus obras un plus de excelencia: primero, de sus valedores, el marqués de Lozoya y Luis Felipe de Peñalosa, refundidos posteriormente en su compañero de docencia en la Escuela de Arquitectura de Madrid, José Antonio Ruiz Hernando, con quien mantuvo en ocasiones discrepancias importantes que, sin duda, mejoraban el resultado». De todas las intervenciones que Merino de Cáceres hizo en el Alcázar, Cantalejo destacó la de la Sala de la Galera, a la que devolvió su primitivo aspecto basándose en los dibujos que José María Avrial realizara antes del gran incendio de 1862.

Fernando Vela Cossío, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y académico correspondiente de San Quirce, recordó a José Miguel Merino de Cáceres como investigador y profesor de Historia de la Arquitectura, pues sus contribuciones al estudio de dos disciplinas muy relacionadas con ese ámbito, la metrología y la historia del expolio de los monumentos españoles, han hecho de él «una referencia importantísima». «Como catedrático de Historia de la Arquitectura, Merino de Cáceres dejó una huella muy grande, no solo en los estudiantes, también en los compañeros. Tuve la suerte de compartir con él labor docente en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y puedo dar fe cumplidísima de la labor que desarrolló.

Su voluntad de dejar testimonio de las grandes obras de la historia de la arquitectura universal marcó su trabajo en la Escuela». Vela Cossío cerró su alocución apelando al recuerdo del amigo: «Me gustaría que hiciéramos votos para mantener viva la memoria de su valioso trabajo y de su actitud de defensa del patrimonio histórico y artístico segoviano, castellano y leonés y español. La Academia debía a José Miguel este acto, pero todos nosotros somos deudores de su labor».

Nancy Barnes, viuda de José Miguel Merino de Cáceres, cerró, emocionada, la sesión necrológica. «Guardo recuerdos inolvidables de Segovia. Aprendí mucho a su lado, porque yo no sabía mirar los monumentos y él me transmitió toda su sabiduría para saber hacerlo. José Miguel me enseñó a mirar, a contemplar el patrimonio. Me abrió los ojos para ver lo bueno y también lo malo», dijo Barnes.