Que no pare la música en directo

Nacho Sáez
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Segovia sigue careciendo de una sala de conciertos y las propuestas del Winter Indie City, del bar Metrópolis y de la fábrica de cerveza Octavo Arte se convierten en el único refugio para los aficionados a las actuaciones en vivo con el mal tiempo.

Tacho Carnicero, responsable de Octavo Arte. - Foto: Rosa Blanco

Pasa el tiempo y nadie parece inmutarse porque Segovia carezca de una sala de conciertos. Desde que cerraron las salas Boss y Beat Club en 2017 y 2018, respectivamente, la ciudad que aspiraba a ser la capital europea de la cultura tiene recluida a la música en directo en bares e incluso exiliada en La Lastrilla sin que se atisbe ningún proyecto que ponga remedio a esta anomalía. La Sala Julio Michel y la Sala Ex.Presa –ambas en la antigua cárcel– no colman las expectativas de los aficionados y de los programadores, y la oferta del Juan Bravo se tiene que repartir el calendario con el teatro u otras propuestas escénicas. Durante el otoño y el invierno mantiene viva la llama, de poder saltar junto a un grupo subido a un escenario en Segovia, la pasión y el espíritu inquieto de unos pocos 'locos'.

Victoriano Sanz celebra este curso la decimotercera edición de una idea que ha situado a Segovia en la agenda de grupos internacionales. Entre otros muchos cantantes y grupos, por el Winter Indie City (WIC) han pasado León Benavente, Rufus T. Firefly, Nikki Hill, Luke Winslow King o Julio de la Rosa. «Los grupos americanos de un determinado estilo ya nos tienen subrayados en rojo para pasarse por aquí», señala el propio Sanz, resignado sin embargo a la idea de no poder contar con un espacio más grande para subir otro escalón. «En Segovia falta una sala de mediano aforo para 500 o 600 personas. La Cárcel son 150 personas sentadas, la Sala.Expresa 2, 250, la Casa de  la Moneda y el Jardín de los Zuloagas están bien pero son para verano… Y el Juan Bravo no nos lo dejan y no sabemos el motivo. Trajimos a Morgan y lo llenó. Casi ni nos contestan a pesar de que les mandamos propuestas todos los meses de grupos potentes que llenarían el teatro», desvela.

En la actualidad la sede oficiosa del WIC es la fábrica de cerveza artesana Octavo Arte, en La Lastrilla. Allí, su responsable, Tacho Carnicero, tiene un pequeño escenario y todas las licencias para poder funcionar como sala de conciertos con un aforo para 188 personas. «Empezamos intentando hacer un bar en el que se pudiera probar la cerveza artesana y algo de música en directo, pero cosas muy concretas. Pero ya después de la pandemia hemos hecho todo para poder hacer conciertos, sacar la licencia de conciertos, de sala de fiestas, no molestar a los vecinos… Es el maridaje en el que nosotros creemos, y nos ha costado carísimo pero lo hemos conseguido y la gente ahora está encantada. De hecho, tenemos un proyecto ahora en el que queremos añadir incluso comida. Que se pueda cenar también aquí en la misma sala», cuenta.

Ruby Fernández, encargada del bar Metrópolis.Ruby Fernández, encargada del bar Metrópolis. - Foto: N. S.

Beneficiado por la ausencia de salas de conciertos en Segovia, raro es el fin de semana en el que no acoge una actuación el viernes y otra el sábado. «Hemos hecho esto porque era algo que le faltaba a la ciudad y consideramos que es bastante básico. Sobre todo porque si la ciudad presume de su cultura, que la música no tenga un hueco importante cuando es el ocio probablemente más generalizado es raro e incluso malo. La música en directo es una necesidad. Yo creo que a todos nos gusta. A lo mejor el que no es especialmente forofo de la música en directo se lo encuentra y le apetece seguro porque anima», argumenta.

De su etapa como espectador  recuerda un concierto de Talco en la Beat Club y otro de Andanada 7 en la Boss: «He sido muy cerrado en mi estilo y ahora, sobre todo gracias al WIC, es donde estoy descubriendo un mundo la verdad que súper amplio. Aunque no sea de mi estilo, un buen músico ya lo sé valorar». A la hora de programar, sin embargo, la incertidumbre se convierte en uno de los principales enemigos. «Nosotros programamos también en función un poco del aforo que tenemos y también de que contamos con la ciudad que contamos. No podemos tampoco irnos a algo mucho más grande con el miedo de que luego la gente pueda no responder. Ahora está respondiendo muy bien a los conciertos y sí que estamos buscando un pasito más, pero hasta ahora ni nos lo habíamos planteado porque luego no responde la gente con muchas cosas que estamos seguros de que son una maravilla pero no terminan de funcionar», remacha.

En ese sentido, el responsable del WIC, Victoriano Sanz, destaca que «la gente está muy fidelizada con nosotros». «Vendemos todos los abonos y hoy (por el pasado 25 de noviembre) vamos a llenar en la iglesia de San Nicolás con 120 personas. Meter a cien personas en un concierto en Segovia es una pasada. Es muy difícil si no es gratuito, y viene gente incluso de otras ciudades», asegura. La rentabilidad es otra historia: «Ahora estamos en comido por servido, que era lo que buscábamos. La financiación viene por otro lado, yo me dedico a otra cosa. Los festivales son un hobby y esto va más allá de que sea rentable».

El director del Winter Indie City, Victoriano Sanz. El director del Winter Indie City, Victoriano Sanz. - Foto: Rosa Blanco

Sanz recuerda que creó el festival «porque no había nada en Segovia». «Bueno, estaba Kike [Santana], al que le debemos mucho pero [sus conciertos] eran como muy espaciados y un determinado estilo un poco más urbano, a lo mejor más rock and roll urbano. Era un poquito lo de siempre, sota, caballo y rey. Nosotros abrimos el abanico a propuestas más underground y seguimos haciéndolo, aunque ahora es más fácil porque llevamos unos años y con contactos es más fácil». En su opinión, gana Segovia. «Enriquece la ciudad en todos los sentidos. Nosotros tenemos gente que viene, come y duerme en Segovia… Luego, a nivel personal, si la propuesta es buena te llega, te relacionas socialmente, ves cosas que a lo mejor antes no veías, te abre la mente. Y hemos hecho una labor didáctica musical muy guay, aunque esté mal que yo lo diga», concluye.

José Rincón y Ruby Fernández, propietario y encargada del bar Metrópolis, respectivamente, animan a disfrutar de la música en directo. «O empujamos entre todos a los músicos jóvenes o les perdemos», asevera. Ellos programan al menos una actuación todos los fines de semana. «Desde que nos quedamos con el Metrópolis, siempre tuvimos claro que queríamos que hubiera música en directo. Además, ya se hacía. Suena bien y nos parece un sitio ideal para hacer música». Con una norma, eso sí. «El reggaetón está prohibido. Estamos abiertos al pop-rock, al blues, al blues grass, hemos hecho algo de jazz, trajimos el otro día a Boney Fields, uno de los jazzistas más conocidos del mundo, vino Adam Bomb, Santiago Campillo, va a venir el 17 de diciembre el que dicen que es el nuevo Leiva…», enumera Rincón. 

RENTABILIDAD. Aficionado a la música desde niño («Mi primer concierto en directo fue uno de Mecano aquí en Segovia») pero programador por casualidad: «Tengo que decir que me ha ayudado Kike Santana, que es muy fácil trabajar con él. Hay grupos a los que, por el tamaño de la sala o por presupuesto, no podemos llegar pero en general se portan muy bien». La inflación se nota en la venta de entradas. «En algunos conciertos sí que se gana dinero y es verdad que en otros pues como mucho cubrimos gastos. Pero creo que tenemos que tener una continuidad y que no podemos dejar de programar por perder un día dinero porque hay que acostumbrar a la gente», afirma, al tiempo que reivindica la música en directo. «A la gente le cuesta pagar quizás porque está achuchada de dinero. Si puedo, yo no me pierdo la música en directo. Y hay que pagarla. Los músicos dedican muchas horas, pierden muchos días libres para ensayar, muchos acontecimientos que a lo mejor querrían hacer y no pueden porque les ha salido un bolo... Eso hay que pagarlo y animo a la gente a que lo haga. Si no les gusta lo que yo programo, que vayan a otro sitio».

Genera dudas que haya público en Segovia para celebrar tres conciertos a la vez en tres espacios diferentes, como ocurrió recientemente. «Nunca nos ponemos de acuerdo ni hablamos entre nosotros pero yo creo que sí que hay público para tres conciertos al mismo tiempo. Esto no tiene tampoco un aforo enorme y no coincidimos muchas veces en el estilo. Cuando empezamos había más salas de conciertos. Estaba la Beat. Pero nunca la he considerado competencia porque programabámos tipos de música muy diferentes. Y venía aquí la gente a tomarse una cerveza y luego iba a allí o al revés. Creo que es una excusa para que la gente salga de casa, se dé una vuelta y haga algo tan sano como escuchar música en directo», tercia Rincón. «El WIC lo tiene lleno, nosotros llevamos 70 en anticipada [para un concierto el 25 de noviembre] y supongo que si Metrópolis lo sigue haciendo es porque tiene público», remacha el responsable de Octavo Arte, Tacho Carnicero.