Los datos de paro y de afiliación a la Seguridad Social en el mes de abril tienen doble lectura como viene ocurriendo desde que se aprobó la reforma laboral del Gobierno de Sánchez. Cierto que la Seguridad Social ha logrado 21 millones de afiliados. Pero, hay que profundizar en los datos para observar que prácticamente dos de cada tres de los nuevos cotizantes tuvieron un contrato fijo discontinuo y que estos ya rozan cerca del millón. También que el mes pasado, los cotizantes medios al régimen general alcanzaron los 172.000 y de ellos, casi el 61% tuvieron un contrato de este tipo, nada menos que dos de cada tres. No obstante, de todos los contratos realizados en abril, casi 560.000 fueron de carácter indefinido, apenas el 42,4% a tiempo completo, casi 132.000 a tiempo parcial y cerca de 190.400 fijo discontinuo.
Algo parecido ocurre con el paro, ya que los fijos discontinuos cuando están inactivos no figuran en las listas del paro. Si como apuntan diversos estudios publicados podrían rozar ya el millón, es obvio que los datos de desempleo en España están maquillados. De hecho, cuando Eurostat publica la estadística de paro entre los países de la Unión Europea, además de constatar que España es el campeón del paro general y del paro juvenil, añade un asterisco en el que constata que las cifras no son equiparables, precisamente por el hecho de no contar como desempleados los fijos discontinuos inactivos.
Es muy difícil resolver un problema si no se reconoce. Y es lo que le ocurre a Yolanda Díaz con el mercado laboral. La ministra y todo el gobierno se muestran satisfechos con el resultado de la reforma laboral que, si bien acabó con los contratos temporales, ha logrado que la figura del contrato fijo discontinuo inactivo crezca como la espuma y además no figure como parado. Sin embargo, para el trabajador no deja de ser una forma de temporalidad y por tanto de inseguridad. Algo parecido ocurre con los contratos a tiempo parcial. Muchos lo son por deseo del trabajador, pero la mayoría querría un trabajo a tiempo a completo y se ven en la necesidad de convertirse en pluriempleados para lograr un salario que les permita sobrevivir. Sería bueno abandonar la complacencia y abordar los problemas estructurales de los que sigue adoleciendo el mercado laboral español, también de la baja productividad, y que nos hacen mes tras mes, año tras año, ser el farolillo rojo de Europa, mientras se presume de que vamos como una moto.