A ocho días de las elecciones generales del 23 de julio, Carles Puigdemont afirmó tajante que Pedro Sánchez no sería investido con los votos de JxCat. Menos de dos meses después, el expresidente de la Generalitat se abre a negociar, pero con cuatro condiciones previas y sin renunciar a la «unilateralidad» si algún día la ve necesaria:
Afirmación tajante
«Pedro Sánchez miente e incumple. Y como ya lo ha hecho varias veces, ¿exactamente qué incentivo tenemos nosotros para hacer presidente a un mentiroso y un incumplidor?». Eso fue lo que dijo Puigdemont en una entrevista publicada el 15 de julio.
Así, parecía cerrar la puerta a hacer valer su influencia si las urnas le otorgaban la llave de la gobernabilidad, una rotundidad que incomodó entonces a los sectores más pragmáticos del partido.
La llave
La noche electoral, cuando todos los focos se dirigieron hacia él, el expresidente publicó un mensaje en redes sociales en el que advertía de que «Junts no debe nada a nadie más que a sus votantes», sin descartar ya ningún escenario.
«Tener la llave es circunstancial. Un día la tienes y al día siguiente no, y no lo podemos perder nunca de vista. Esto no nos puede hacer caer ni en las prisas, ante el miedo a perderla, ni en la sobreactuación, ante un poder que es inevitablemente efímero», reflexionó.
Más que una foto
Más de una vez ha dejado entrever el catalán, su profundo malestar con los socialistas, por el ninguneo hacia él y su partido, por no querer reconocerlo hasta ahora como interlocutor legítimo, y precisamente por eso, la fotografía del pasado lunes con la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, cobra valor para él, como gesto de desagravio de una formación estatal, una imagen rehabilitadora que puede pedir que se repita con Sánchez.
Para empezar a hablar
Desde un principio, las dos condiciones de Junts eran amnistía y autodeterminación, pero en su conferencia en Bruselas Puigdemont matizó que, al menos la primera, no puede ser fruto de la negociación para apoyar la investidura de Sánchez, sino que debe ser una premisa previa.
Sus otras exigencias son reconocer la legitimidad del secesionismo sin someterlo a espionaje, incorporar una mediación para verificar el cumplimiento de los acuerdos y establecer como límite negociador no la Constitución, sino los tratados internacionales.
En el tintero
El expresidente -que en los últimos años ha defendido la vía de la confrontación, en contraste con la apuesta de ERC por el diálogo-, fijó sus condiciones imprescindibles para sentarse a negociar, pero no desveló cuáles serán sus exigencias para que JxCat invista a Sánchez, si bien dio a entender que habrá que avanzar en el reconocimiento del derecho a la autodeterminación.
'Botón nuclear'
«Estamos preparados por si hay elecciones», alertó Puigdemont, para prevenir a Sánchez de que no dé por hecho el apoyo de Junts, porque, si no cumple sus reglas, no les temblará el pulso para volver a las urnas.
Segundo plano
Laura Borràs ostenta la presidencia de JxCat y Jordi Turull es el secretario general, pero desde el 23-J su liderazgo se ha visto completamente eclipsado, todo el mundo ha entendido que la negociación pasa por Puigdemont, que desde mayo de 2022 no tiene ningún cargo orgánico en la dirección del partido: «España, capital Waterloo», resumió gráficamente Josep Lluís Alay, estrecho colaborador del expresidente catalán.
Mientras, ERC se ve relegada y sin protagonismo negociador, aunque sus votos son también claves.