Historia de una presa salvada

Nacho Sáez
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Veganzones y Cabezuela lograron en noviembre un compromiso del Gobierno para que la CHD no derribe el azud de Mesa, al contrario de a lo que parece destinada la de Navafría.

Presa de Mesa, en Veganzones. - Foto: DS

Quienes defienden que la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) no debe derribar la presa del Molino de Ventura, en Navafría, tienen precedentes a los que agarrarse para conseguirlo. El pasado mes de noviembre los municipios de Veganzones y Cabezuela lograron un compromiso de la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, para que la CHD no eliminara otro azud y se sumara a la lista de los ocho que han seguido ese camino en los últimos años.

En este caso se le conoce como Presa de Mesa y su origen podría ser medieval. Forma parte del paraje con el mismo nombre. «Su vía pecuaria, su presa, su puente, su desvencijado molino, su otrora ermita y su entorno constituyen un corpus íntimamente asociado a la historiografía de Veganzones, al sentir de sus gentes, siendo un lugar para ellos preeminente, que les merece por sí mismo, sumo respeto, producto del sedimento que han ido depositando los tiempos», destaca Agustín Rubio Álvarez, natural de Veganzones, que lo ha investigado y ha escrito un extenso artículo. «Desconocemos cuando ese cruce o vía pecuaria junto al río Cega adoptó la denominación de Mesa, pero sí sabemos que así se viene denominando al menos desde el siglo XVI, en que ya existía el mayorazgo de doña María de Mesa. Contenía ese territorio y el molino, que trabajaron en régimen de arrendamiento diferentes familias de Veganzones. Las rentas que cobraba el citado mayorazgo pasaron a satisfacer en un momento dado, las necesidades de los más necesitados, a través de una obra pía con sede en Segovia», explica.

Los motivos de la construcción de la presa no se conocen con exactitud. «Dentro del terreno de la conjetura, nada descabellada y con visos de verosimilitud, se podría decir que la necesidad permanente de agua para el ganado, elemento vital en aquellos tiempos, fue posiblemente lo que determinó el aprovechar la escasa pendiente que el río tiene en un tramo muy largo aguas arriba para construir una modesta presa capaz de almacenar agua que cubriera las necesidades, sobre todo en los veranos. También la necesidad de disponer de un molino pudo determinar la construcción de la presa, o quizás ambas necesidades, para lo cual era suficiente construir una presa de pequeña altura, regulable, en función de las necesidades, con un mecanismo tan simple y efectivo como quitar o poner o subir o bajar unos tablones cruzados en su vertedero», apunta Rubio Álvarez.

Esta industria molinera llegó a tener tres canales de agua, según su investigación, pero también vivió épocas de duras sequías. «Por los Cuadernos de Estudios Segovianos conocemos el periodo de 1726 a 1730, en el que se produce un decaimiento sustancial en la economía y demografía en toda Segovia debido especialmente a unas adversas condiciones climatológicas y a una fase epidémica que comienza en la segunda mitad de 1728 y que afecta a la población infantil y en menor medida a los mayores. Los rigores del invierno dificultan e incluso impiden la siembra y las sequías son persistentes, lo que provoca falta de grano y de pastos y, consecuentemente, de ganado. La situación es tan grave que los alcaldes y párrocos suplican la intervención divina con un interminable rosario de rogativas. Incluso se saca a la Virgen de la Fuencisla de su santuario, subiéndola a la Catedral donde la tienen un año sin que se arregle la situación», relata este vecino.

Pero la presa ha sobrevivido hasta nuestros tiempos. «Si la derriban se cargan parte de la historia del pueblo. Puede que sea uno de los pocos depósitos o estanques de agua regulables que quedan en la Península Ibérica. No hay problema ecológico y no hay informes específicos de que le falte solidez. Visto lo que ha pasado con la presa de Navafría, considero que las autoridades municipales deben hacer una pública manifestación  para tranquilizar a la gente interesada. Se declaró por la parte política que no se tiraría la presa y que se arreglaría, pero sobre ello que yo sepa no existen papeles oficiales que lo refrenden»,  remarca Rubio Álvarez, que teme un desenlace que no quiere.