Dani Segovia, el delantero que golea en la Sego a los 38

Nacho Sáez
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El delantero de la Gimnástica Segoviana, que en mayo cumplirá 39 años, habla de su felicidad por poder seguir jugando el fútbol.

El USB de Dani Segovia - Foto: Rosa Blanco

De profesión, delantero, no futbolista. «No me imagino haber sido jugador en otra posición. Se lo contaba estos días a mis compañeros. Por Papá Noel mis padres me regalaron un USB con vídeos de partidos de cuando tenía, siete, ocho o nueve años y la verdad es que me hizo una ilusión tremenda porque soy igual. Metía goles con siete u ocho años. Y mi padre me decía:  'Es que siempre has metido goles, hijo'. Siempre he jugado de delantero», cuenta Dani Segovia, el gol de la actual Gimnástica Segoviana. También el padre, a sus 38 años, que no le impiden atreverse a apostar que acabará la temporada con más goles que el curso anterior, cuando militaba en el Unión Adarve y firmó diez.

Este madrileño del barrio de San Blas está disfrutando de esta etapa, cerca ya del final de su trayectoria. Va y viene de Madrid en el AVE, sabe ya más que de sobra que hay que relativizar las críticas y está encantado con la ilusión que rodea a la Segoviana. «El Unión Adarve no tiene esta masa social. Aquí hay una afición que vive y se desvive apoyando al equipo. Es muy bonito ver 1.000 personas en un estadio que te animan, que celebran tus goles. Yo creo que, como profesional, eso le gusta a todo el mundo», reflexiona sentado junto a una mesa en la sede del club, a la que reconoce que no había entrado hasta ahora.

Por un momento se detiene a mirar algunos de los hitos históricos de la Segoviana, reflejados en varias fotografías colgadas en las paredes de la oficina. Él podría estar pronto en una. «Yo creo que este equipo está capacitado para estar  entre los cinco primeros. Luego es verdad que  en el fútbol hay que demostrarlo y que cada rival es más difícil que el anterior. Hay que ir domingo a domingo demostrando que eres superior al rival. Hay una plantilla súper comprometida con un nivelazo para la categoría muy alto, como ya demostraron el año pasado, y estoy disfrutando del día a día junto a estos grandes compañeros y el cuerpo técnico», argumenta.

Del entrenador, Ramsés Gil, habla con admiración: «Me siento muy reflejado porque es muy pasional y a mí la gente que le pone tanta pasión a las cosas -da igual lo que hagas- para mí tiene el cielo ganado. Cuando me enfrenté a la Segoviana la temporada pasada vi su manera de trabajar y muxcha gente me había hablado muy bien de Ramsés y de su cuerpo técnico. Y lo he podido comprobar aquí desde el primer minuto». Comenzó la temporada sin suerte con las lesiones y con dudas a su alrededor pero, tras el tanto del pasado domingo al Numancia, ya es el máximo goleador de la Segoviana junto a Fernando Llorente (cinco goles).

Está en una buena racha y eso significa que afloren muchas de sus manías. Tiene un catálogo que no acaba de enumerar. «Repito los mismos calzoncillos y los mismos calcetines con los que he jugado si se ha dado bien, una pulsera de mi hija, entro y salgo del campo con el pie derecho, mi pulsera de la Virgen del Pilar, repito las rutinas del día antes del partido si se ha dado bien... Siempre dicen que los delanteros y los porteros estamos un poco más locos de lo normal», se ríe.

A él ya le pillan pocas cosas de sorpresa en el fútbol. Tras haberse formado en las categorías inferiores del Rayo Vallecano y haber pasado por cerca de una veintena de equipos (algunos de ellos extranjeros), conoce todas sus caras. «El fútbol me ha enseñado a vivir la vida. Es una filosofía de vida. Estoy seguro que si no me hubiera dedicado al fútbol, no sería quien soy a día de hoy. Para mí el fútbol ha sido todo», subraya, al tiempo que hace hincapié en que la vida de un futbolista no es un camino de rosas: «En el día a día te expones mucho más que una persona que tiene un trabajo normal. Las cosas buenas y malas que te pasan se multiplican por cinco, por ocho, por diez... Despidos, que te aparten de los entrenamientos...».

Como padre también quiere que sus hijos conozcan esta parte del fútbol: «Al final las cosas malas también te hacen crecer como persona. Más que las buenas. La necesidad y las malas experiencias te hacen sobreponerte y te hacen crecer como ser humano». Uno de los desafíos que le quedan a él por afrontar es el de la retirada.  «Cuando tenía 31 o 32 años pensaba que ya me quedaba muy poco. Quizás, si en ese momento hubiera sabido que me quedaban cinco o seis años todavía de fútbol, lo hubiera vivido de otra manera. La retirada no me da vértigo. Me da pena porque el fútbol para mí lo ha sido todo y, aun teniendo hijos, sigue siendo mi vida. Yo no sé vivir por y para otra cosa que no sea el fútbol. A lo mejor suena un poco fuerte, pero es que he hecho muchos sacrificios sin que me haya costado porque yo he vivido por y para el balón. Para mí, no asistir a un cumpleaños, quedarme sin viajes, no tener vacaciones, lo he hecho con gusto porque a mí lo que más feliz me ha hecho siempre ha sido jugar al fútbol», remarca.

-¿Y en qué ocupará el fútbol cuando llegue el momento de colgar las botas?
-No lo sé, espero seguir ligado al fútbol. Aunque tengo la titulación de entrenador, no hay nada que más me llene que ir a entrenar y jugar al fútbol, así que mi vida no sé cómo la llenaré. Espero, como digo, estar en el campo de alguna manera pero está claro que mi vida dará un cambio drástico porque, aunque no quiero ser repetitivo, lo que más feliz me hace en la vida es jugar al fútbol. Ahora venir a entrenar a Segovia en este momento, estar con mis compañeros, estar en el vestuario y, el domingo, ese gusanillo de competir.

«Ahí va el veterano goleador de la Segoviana», le dice en broma su compañero Fernando Llorente. Y él sonríe porque la presión es un enemigo de otras épocas de su carrera. «Esta es una de las etapas que más estoy disfrutando. Ya no tengo esa presión de cuando eres joven y quieres llegar lo antes posible a conseguir tu sueño de vivir del fútbol o jugar en la máxima categoría. Pero sigo teniendo mis retos personales», asegura. Profesional desde los 18 años, ha sido testigo de la evolución del fútbol. «Ha cambiado pero para mal, como la sociedad. Es un debate para estar largo y tendido.  No quiero echar un rapapolvo a las nuevas generaciones pero quienes llegan ahora quieren el fútbol para labrarse un futuro. Yo jugaba por diversión. En la calle y en el cole», concluye el delantero gimnástico.