El rey que supo esperar

J.Villahizán (SPC)
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Después de siete décadas de formación, Carlos III cumple con la Historia y, tras la muerte hace ocho meses de Isabel II, se convierte en el monarca de mayor edad que sube al trono

El rey que supo esperar - Foto: MICK TSIKAS

Destinado a ser rey desde que nació, Carlos de Inglaterra ha tenido que esperar 74 años para que el papel que le tenía reservado la Historia se cumpliera.  La realidad puede ser tozuda, pero al final acaba cumpliéndose, y el príncipe de Gales terminará siendo proclamado este sábado nuevo monarca del Reino Unido, convirtiéndose así en el soberano de mayor edad que asume este real cargo, por delante de Guillermo IV, que tenía 64 años cuando subió al trono en 1831.

Todo se precipitó cuando falleció su madre, la reina Isabel II, el pasado 8 de septiembre en su querido castillo de Balmoral, en Escocia, a los 96 años y después de siete décadas al frente de la monarquía británica. Desde ese momento y tras aplicar la regla de derecho consuetudinario Rex nunquam moritur (El rey nunca muere), Carlos de Gales se convirtió automáticamente en rey, aunque no coronado, hasta ahora, ocho meses después.

El hijo de Isabel II llega al trono con una historia personal que en poco se parece a la de su progenitora. Nació sabiendo que sería rey, creció formándose para ello y desde entonces lleva décadas esperando su momento.

Su distinción durante este tiempo ha sido la de príncipe de Gales, un cargo que no cuenta con unas responsabilidades claras asignadas por el Parlamento, así que su vida pública ha estado marcada por funciones de representación de la corona, cenas oficiales y delegación de la casa real en el extranjero, así como actividades privadas relacionadas con el tercer sector y tareas filantrópicas.

Desde que Charles Philip Arthur George naciera en Londres el 14 de noviembre de 1948, ha vivido a la sombra de su madre hasta su muerte. Con tres años ya asistió a su coronación y empezó a llevar un título nobiliario, el de duque de Cornualles. 

No cabe duda de que su infancia fue completamente diferente a la de cualquier otro niño británico de entonces, debido a su carácter real. Sus padres apostaron por que fuera a la escuela, en vez de tener un tutor en casa, y recibió una intensa educación en Escocia e Inglaterra, con intercambios en Australia. También fue el primer heredero al trono en tener un título universitario tras estudiar en Cambridge. Empezó Arqueología y Antropología en 1967, pero a los dos años se pasó a Historia, donde se graduó. Precisamente, fueron esos años los que le afianzaron su amor por el arte y la cultura.

Una vez que finalizó su formación académica llegó el momento de asumir ciertas responsabilidades. Fue nombrado príncipe de Gales y conde de Chester el 26 de julio de 1958, además de ampliar su adiestramiento militar hasta convertirse en piloto de aviación. 

Estabilidad

Después de más de 70 años de trayectoria, Carlos III llega al trono con un importante bagaje a sus espaldas: primero se vio opacado por el vehemente y destacado peso de su madre en la casa real, después por los problemas con sus sucesores -William y Harry-, pero también por sus propios errores.

El llamado soltero de oro en la década de los 70, cuya falta de compromiso se convirtió hasta en preocupación de Estado, se casó finalmente con Diana Spenser, conocida como Lady Di, a los 33 años. Fruto del matrimonio nacieron sus dos hijos en 1982 y 1984.

Aunque aparentemente esa etapa parecía un período de calma en la casa real británica, todo se aceleró en la década siguiente con infidelidades, la separación, el divorcio y finalmente la muerte de la princesa.

Tras una etapa de alejamiento de los focos mediáticos, el heredero retomó con ganas su vida pública, en parte gracias a su estabilidad sentimental y matrimonial con Camila Parker-Bowles, la nueva reina consorte. Después de años de relación clandestina, una ceremonia civil los unió en 2005 y, con el tiempo, tanto Isabel II como los ciudadanos entendieron que así debía ser. 

Su protagonismo fue en aumentando y su momento crucial tuvo lugar el pasado mayo cuando abrió el curso en el Parlamento en nombre de la monarca, que ya presentaba problemas de movilidad. Fue entonces cuando todos los analistas vieron en él a un nuevo rey que se dirigía a la Cámara y al pueblo. Más tarde, su presencia en el Jubileo de Platino de Isabel II y su asistencia a las honras fúnebres de su madre, corroboraron tales impresiones.

Poderes reales

Una vez coronado, los poderes que asumirá Carlos III son simbólicos y ceremoniales, además de la obligación de permanecer neutral en el plano político; sin embargo, se da por hecho que su posición le otorga una influencia considerable. 

Asimismo, entre sus competencias destaca la potestad de nombrar al Gobierno y disolver el Ejecutivo antes de los comicios, previo anunció del presidente. Igualmente, tanto los diputados de la Cámara de los Comunes como de los Lores deben prestarle fidelidad. También es el jefe de las Fuerzas Armadas, ya que los soldados británicos hacen un voto de lealtad al monarca y no al Gobierno de turno.

El soberano es además jefe de Estado de otros 14 países de la Commonwealth. Así lo confirmaron estos territorios en 2018 al declarar: «Reconocemos el papel de la Reina en la defensa de la Commonwealth y sus pueblos. El próximo jefe de la Commonwealth será su Alteza Real el Príncipe Carlos, el Príncipe de Gales». Ahora y después de décadas de preparación y espera, Carlos III recoge por fin el fruto de esa serenidad y conformidad para ser el rey de todos los británicos y de los 14 reinos del Imperio.