La última vuelta del carrusel de los Jardinillos

Gonzalo Ayuso
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El reciente fallecimiento de Francisco Cabezas, último propietario de «los caballitos» Baby Pilarín, en San Millán, deja 'huérfanos' a muchos segovianos que disfrutaron del histórico tiovivo

Francisco Cabezas, cuando todavía el carrusel de Baby Pilarín estaba instalado en los Jardinillos de San Roque. - Foto: Familia Cabezas

Cuenta Elena, la mujer de Paco – Francisco Cabezas Martos –, propietario del carrusel Baby Pilarín que durante décadas y hasta el año 2016 estuvo instalado en los Jardinillos de San Roque, que hasta sus últimos días ha añorado mucho la atracción y a los niños. La vivienda familiar está en frente de este parque de la ciudad y después de 75 años no ha sido nada fácil para él desligarse de una actividad que tanta felicidad ha procurado a muchas generaciones de segovianos para quienes montar «en los caballitos» y dar vueltas en el coche rojo, en el autobús, en un avión o hasta en  platillos giratorios fue una experiencia única que marcó su infancia. 

El reciente fallecimiento de Cabezas a los 84 años les deja nuevamente 'huérfanos' del Baby Pilarín, de su recuerdo, porque forma parte de su historia y de la historia de Segovia, sobre todo en el siglo XX y primeros años del XXI.

La familia Cabezas, la recordada abuela Pilar – de donde procede el nombre de la popular atracción – y Tomás, tíos de Francisco, eran de Madrid pero recalaban en la capital segoviana, al menos desde los años treinta, para participar con su tiovivo en las ferias y fiestas de San Juan y SanPedro, aunque permanecían en la ciudad prácticamente todo el verano. 

Venían a Segovia todos los meses de mayo o junio. Además del tiovivo llegaron a regentar unas «barcas voladoras», primero en la Plaza Mayor, luego en el paseo del Salón, de donde pasaron más adelante a un terreno frente a la actual Comisaría de Policía Nacional, cuando el ferial se ubicaba en el Paseo Nuevo y en la hoy avenida del Acueducto.

Cabezas recordaba hasta tres carruseles distintos, el último adquirido en 1979. 

Por eso la familia estaba en Segovia en julio de 1936 cuando estalla la Guerra Civil aunque decidieron marchar a Madrid y dejar aquí desmontado el carrusel en el almacén de un  amigo. No regresaron hasta el final de la contienda y su sobrino, Francisco, se sumó al negocio familiar pocos años después, con apenas 10 ó 12 años. 

Había nacido en Lucena (Córdoba) pero se sentía un segoviano más y su familia asegura que tuvo que dejar el tiovivo por motivos de salud, aunque lo mantuvo hasta algunos años después de alcanzar la edad de jubilación. A finales de 2013 ya comentaba que no se sentía capaz de repararlo si surgía alguna avería importante y, aunque sopesó la posibilidad de venderlo, toda la familia desechó la idea porque pensaban que le daría más pena verlo en manos ajenas.

En la memoria de Paco quedó muy grabado el homenaje que recibió doña Pilar en septiembre de 1991, cuando tenía 83 años, por sus 66 de ininterrumpida relación con Segovia. El concejal de Cultura le entregó una placa como reconocimiento del cariño de los segovianos. El orgulloso propietario la conservaba y en ella puede leerse: «El Ayuntamiento de Segovia y los niños de la ciudad a los caballitos Baby Pilarín, carrusel de ilusión que ha hecho girar a tantas generaciones de segovianos». 

Fue con motivo de las celebraciones de la patrona, la Virgen de la Fuencisla, durante una verbena en los Jardinillos de San Roque donde la música la puso La Troupé de la Merced y hubo un concierto homenaje al pasodoble a cargo de la banda del Taller municipal de Música de Viento en la Plaza Mayor. 

La prensa de la época no dudó en calificar a este tiovivo como «una de las instituciones más populares» de Segovia.

Desde entonces Francisco no tenía más que palabras de agradecimiento para la ciudad y sus vecinos, sobre todo para los niños y sus familias. Casado con una segoviana, se quedó a vivir definitivamente en Segovia a finales del siglo XX, cuando la abuela Pilar ya no tenía edad para seguir viajando de un sitio a otro. Tomás había fallecido muchos años antes y a ella le llegó su hora en 1998. Hasta entonces recorrían casi toda España, pasando el invierno en las más templadas tierras de Levante.

A Pilar también le gustaba mucho Segovia, como a Francisco, que decía que se sentía en casa aunque apostillaba que si los segovianos habían acogido bien a su familia, él tampoco se había portado mal con ellos. 

De hecho, durante más de una década, desde que la peseta pasó a la historia, mantuvo el mismo precio por viajar en alguno de los 'cacharros' del Baby Pilarín. Y su máxima era que «ningún chiquillo dejará de montar porque que él o sus padres no tengan dinero. A un niño nunca  le puedo decir que no». 

Cuando en 2013 comenzó a saberse en Segovia que, debido a la edad del propietario, Baby Pilarín iba a desaparecer antes o después, el grupo municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Segovia presentó una moción al pleno de la corporación instando al gobierno de la ciudad a promover su conservación o bien la instalación de un nuevo carrusel infantil en los Jardinillos de San Roque a través de una concesión administrativa municipal.

La justificación de los concejales delPP era que tras décadas en ese espacio verde se había convertido «en lugar de encuentro generacional». 

«Han sido muchas las generaciones y hemos sido muchos los segovianos que hemos dado vueltas en 'los caballitos', atracción que forma parte de nuestra infancia y de nuestros recuerdos más entrañables y que, hasta ahora, ha continuado formando parte de la infancia de muchos niños», afirmaron los populares.

La moción fue aprobada por unanimidad y también se acordó un reconocimiento a Francisco Cabezas Martos. Tres años después, una vez retirado el tiovivo, otra moción, en este caso de Ciudadanos, insistía en el cumplimiento de ese acuerdo del pleno en 2013 y el gobierno municipal de entonces informó de que se pondría a trabajar en ello, sin que hasta el momento se haya cumplido.

Integrado en el paisaje urbano del centro de Segovia hasta hace unos años, Baby Pilarín permanece muy vivo en la memoria colectiva de varias generaciones de segovianos. Hasta hace poco muchos reconocían todavía en la calle a Paco, Francisco Cabezas, el de los 'caballitos' de los Jardinillos, quien de forma discreta falleció a finales del pasado agosto. Un fin de temporada definitivo para los nostálgicos del histórico carrusel.