El Cine Club Studio rinde homenaje a uno de sus ideólogos

DS
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José Antonio Pérez Gallego fundó la Academia Studio, ubicada primero en la calle San Juan y después en Ochoa Ondátegui.

José Antonio Pérez Gallego, el pasado sábado en el Hotel Acueducto.

"En los primeros meses de la fundación del club nos estuvo pagando el alquiler del local hasta que pudimos financiarnos con las salidas de la Tuna Studio". Pedro Rodríguez Villa habla de José Antonio Pérez Gallego, uno de los ideólogos del Cine Club Studio, homenajeado el pasado sábado por los integrantes de esta histórica institución. Llegados desde diferentes partes de España, celebraron una comida en el Hotel Acueducto -recuperando una costumbre que habían aparcado desde 2019 por la pandemia- y entregaron una placa conmemorativa a Pérez Gallego, que también fue senador por la provincia de Segovia. 

"Fue fundador de la Academia e ideólogo del Cine Club Studio", añade sobre él Rodríguez Villa. A sus 88 años, Pérez Gallego recogió agradecido la placa y disfrutó recordando aquellos primeros años del Cine Club Studio. La independencia marca la trayectoria de esta asociación, desde que sus pioneros proyectaran en 1961 las primeras películas bajo la vigilancia de los 'grises'.

Inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, Pérez Gallego fundó la Academia Studio, ubicada primero en la calle San Juan y después en Ochoa Ondátegui. A sugerencia suya, los alumnos crearon aquel club juvenil, que operó de 1961 a 1977, y que llegaría a convertirse en el único refugio de oposición al régimen franquista y de fomento de la democracia. Los 'chavales' formaron una tuna, equipos deportivos de fútbol, baloncesto y atletismo, y formaron un cine-club que, tras algunos paréntesis y superar diversas vicisitudes, pervive 58 años después, con el mismo espíritu de "independencia" con el que nació.

Las primeras cintas se visionaban gracias a un proyector de dieciséis milímetros. Luego se adquirió otro de 35 milímetros —con cintas que pesaban decenas de kilos— de manera que la primera máquina se trasladó a Valladolid, "donde murió como consecuencia de una bomba que pusieron en la sede del Movimiento Comunista", según recordó Pérez Gallego en un reportaje publicado por El Día de Segovia en 2019.

Todas las cintas, ninguna estrenada en cines comerciales, venían ya traducidas al castellano, y aportaban escenarios, temas y visiones de otros países que abrieron la mente de los jóvenes del club, donde cabían todas las ideologías, aunque la dominante era la izquierda.

Con la llegada de la democracia, Club Studio perdió parte de su razón de ser y, al igual que otras entidades similares que surgieron en España, quedó debilitado, hasta que, en 1977, terminó por desaparecer. Y con ello el cine-club, aunque solo de forma temporal.

Con la creación en 1969 del Colegio Universitario Domingo de Soto, auspiciado por la Obra Social de la Caja de Ahorros, había surgido otro cine-club, que gestionaban los alumnos de Geografía e Historia y Derecho, bajo la supervisión del registrador de la propiedad Ángel Fernández Castellanos, secretario general durante años de la institución universitaria.

Las películas se proyectaban en el salón de actos de la entidad de ahorro, en la bajada del Carmen. Cuando los alumnos que lo gestionaban abandonaron la universidad, el cine-club quedó huérfano hasta que Pérez Gallego quiso continuar esta labor y la que él mismo impulso en el Club Studio. Profesor entonces de la UNED logró que esta institución tutelara y financiara parte del proyecto a cambió de bautizar con el nombre de la universidad el nuevo cine-club, que tuvo su primera programación en el curso 1983-1984, según recuerda Andrés P. Llorente.

Arrancó hace 36 años con una programación de 13 películas y la cuota se fijó en 500 pesetas anuales. El número de socios no paró de crecer y la sala de La Caja se quedó pequeña. Con la colaboración del entonces director de la Escuela de Magisterio, el recordado Santiago Hidalgo, a finales de los 90 se trasladó el lugar de proyecciones al salón de actos de este edificio.

Cuando Segundo Barroso tomó posesión como director del centro asociado de la UNED, la institución universitaria adquirió el proyector de celuloide —en funcionamiento hasta 2015— y se realizó la cabina con la colaboración especial de la Diputación.

Gracias a Hidalgo, se cambiarían las viejas butacas de Magisterio, se compró un cañón para proyectar DVD y otros formatos y, con el tiempo, se instalaría aire acondicionado. Sin embargo, surgieron desavenencias entre la junta directiva y Barroso que había reclamado la gestión económica del cine-club, en atención a que la UNED era su principal patrocinador. En atención a aquel primitivo cine-club, del que se sentían herederos, en el año 2000 pasaron a tomar el nombre actual: Cine Club-Studio.