Documentalista, experta en arte y asidua al turno de oficio

Nacho Sáez
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Noemí Martínez trabajó con su hermano como archivera, tras su paso por el Museo Picasso de Málaga y el Esteban Vicente de Segovia. Ha solicitado justicia gratuita en numerosas ocasiones.

Una documentalista con un "amplio" currículum

Educada y de buena posición». Así recuerda a Noemí Martínez Largo, la asesina de la pequeña Olivia, uno de los abogados que la asistió en los numerosos litigios judiciales que ha mantenido con su exmarido, Eugenio García Martínez, desde que rompieron su matrimonio en julio de 2018. Sin embargo, algo fallaba en ella. No ha trascendido si sufría más patologías pero a raíz del divorcio y del episodio de malos tratos que el Juzgado de lo Penal y la Audiencia Provincial de Segovia consideran acreditado que se produjo, sufrió reacción a estrés agudo, «trastorno transitorio de gravedad que aparece en individuos sin alteración psiquiátrica previa como respuesta a una situación de estrés». El tratamiento farmacológico y psicoterapéutico que comenzó a seguir no aparece mencionado en ningún punto de la sentencia que el pasado viernes le retiró la custodia de Olivia en beneficio del padre. Un fallo judicial que tampoco hace referencia a que sufriera ningún tipo de trastorno psiquiátrico que pudiera explicar el deleznable asesinato de su hija.

Nacida el 11 de diciembre de 1973 y muy vinculada a El Espinar, Noemí Martínez posee un «amplio» currículum profesional, según subrayaba en su última sentencia el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Segovia, que no consideraba justificado el traslado de Olivia a Gijón. Tras llevarlo a cabo primero sin permiso del padre ni autorización judicial, Noemí esgrimió una oferta de trabajo en la ciudad asturiana para justificar el traslado.

Había estado en el paro tras haber trabajado como responsable del Departamento de Biblioteca y Documentación del Museo Picasso de Málaga, en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia –además escribió un ensayo sobre el pintor tureganense para la Universidad Autónoma de Madrid– y en la empresa de su hermano, que era precisamente la que le ofrecía reincorporarse para hacerse cargo de un concurso público que había ganado. Sin embargo, la jueza consideró que esa propuesta de trabajo se había creado artificialmente para dar un espaldarazo al traslado de Noemí y Olivia a Gijón, lejos del padre de la niña.

Y de Segovia, donde había solicitado –y le habían concedido– en numerosas ocasiones asistencia jurídica gratuita. También se presentaba como auxiliar administrativa y había concurrido a varios procesos selectivos de auxiliar de biblioteca en administraciones públicas. «Me la destinaron por el turno de oficio para una reclamación de alimentos. Me reuní con ella una vez y luego me llamó otra media docena de veces para decir que estaba reuniendo la documentación, pero al final nunca me trajo nada», cuenta otro abogado. En los primeros días tras el asesinato de su hija dicen que la han visto «esquiva, con una actitud como ausente». Está previsto que sea sometida a un examen psiquiátrico, pero el padre de Olivia ya ha pedido para ella un castigo «ejemplar».