Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Escéptica satisfacción

13/01/2023

Satisfacción contenida con dosis de escepticismo. La Unión Europea ha salvado in extremis la última esperanza para recuperar el trazado ferroviario Ruta de la Plata, entre Astorga y Plasencia, al ser incluido en la Red Global de Corredores Ferroviarios de Transporte Europeo, Red Ten-T. Algunos medios han recibido la noticia con el entusiasmo de niños con zapatos nuevos. Otros han sido más cautos y han hecho notar que de momento solo se trata de la inclusión del proyecto en una lista, sin plazos ni presupuesto. Se estima una inversión necesaria próxima a los mil millones.

El tren Ruta de la Plata fue suprimido en el año 1985 por el Gobierno de Felipe González. Eran tiempos de reconversión por las bravas y de privatizaciones, aquellos en los que el ministro de Economía, Carlos Solchaga, dijera que el que no se hacía rico en España era tonto. O aquel otro ministro, tal vez el mismo, que le contestara al presidente extremo, Ibarra, que para qué querían carreteras si no tenían coches. Eran tiempos en los que solo mamaban los que más lloraban, en realidad eso no ha cambiado, o los periféricos que tenían votos de extorsión y chantaje para mantener gobiernos en la Moncloa. Tampoco eso ha cambiado. El cierre ferroviario de la Ruta de la Plata fue la puntilla a una zona de España, el Noroeste, ninguneada, despreciada. León, Zamora y Salamanca junto a Extremadura sufrieron las consecuencias, con el posterior alivio, más vale tarde que nunca, de la Autovía Gijón-Sevilla. El alcalde de Astorga, Alonso Perandones, impulsó una plataforma de municipios afectados, una iniciativa que obligó a la suma de muchos escépticos y algunos contrarios. Incluso la empresa de Infraestructuras Ferroviarias, Adif, brazo ejecutor del Gobierno, también descartó la reapertura. Firmó con una asociación cultural salmantina el destino de 56 kilómetros para fines lúdicos, reclamo turístico. El Gobierno ha rectificado, dicen que 'in extremis'. Enmendar es de sabios y también de oportunistas. Así que Europa ha añadido la anotación correspondiente a su lista. Más vale eso que nada, pero no hay que olvidar que inscribir un proyecto en un listado puede quedarse en un simple ejercicio caligráfico.