Denuncian inseguridad, ruidos y trapicheo en calle La Dehesa

Nacho Sáez
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Vecinos de esta vía y de la anexa General Santiago lanzan un SOS hartos de los problemas de convivencia, que incluso ya han comenzado a devaluar las viviendas de la zona.

Denuncian inseguridad, ruidos y trapicheo en calle La Dehesa

«Es una pesadilla. Hay vecinos en tratamiento psicológico». Luisa, nombre ficticio de una residente en una vivienda de la calle General Santiago, no puede más. Está harta de que la inseguridad, los ruidos, la suciedad, las amenazas y el trapicheo se hayan apoderado de esa calle y de la anexa La Dehesa. «La Policía Local ha venido en innumerables ocasiones y seguimos igual. A veces les llamamos y ni siquiera vienen. Esto es catastrófico», dice.

Un paseo por esa zona un día laborable a media mañana es suficiente para confirmar algunos de los problemas de convivencia existentes. Pintadas en las fachadas, litronas de cerveza tiradas en las zonas verdes, una tubería improvisada en medio de la calle, gritos, coches en doble fila... Y el comercio brilla por su ausencia. Los pocos locales que hay permanecen cerrados y sin visos de que su situación vaya a cambiar a medio plazo. Apenas el Juzgado de Menores y la guardería de la Junta de Castilla y León rompen esa imagen desangelada. Las antiguas oficinas del paro, mientras, se han transformado en una mezquita.

Un vídeo publicado en Facebook recientemente mostraba a una rata a plena luz del día a la altura del número diez de la calle La Dehesa. «Hay ratas como conejos», subrayaba el autor del vídeo. «Invitamos al alcalde a cambiar su domicilio actual, donde vive de manera, tranquila y relajada, por dos días en General Santiago o La Dehesa para que viva y sufra en sus carnes lo que los vecinos llevan padeciendo más de cinco años», añade otra vecina que prefiere no desvelar su identidad.

La reyerta que se inició en la calle La Dehesa y que concluyó con una persecución entre coches y un accidente en la fuente de Santo Tomás se convirtió el pasado 16 de marzo en el incidente más llamativo de una larga cadena, según aseguran los vecinos. «Nadie se atreve a dejar el coche en la calle porque hay robos de baterías,  se te suben al capó y al maletero... Y como les digas algo te las has buscado buena. Te amenazan con cortarte el cuello», cuenta Luisa, que vive desde hace 25 años en esta zona. Hasta hace un lustro no tenían quejas: «Ahora hay vecinos que han decidido irse porque no aguantan más».

El mercado inmobiliario acusa las consecuencias. Situadas a escasos cien metros del campus María Zambrano, las viviendas de General Santiago y La Dehesa deberían ser uno de los polos más atractivos para los alquileres de pisos de estudiantes pero se han devaluado notablemente. Los precios de venta han caído hasta situarse en el entorno de los 40.000 euros en algunos casos. «Hay casas en las que han llegado a estar metidas 20 personas. No sabemos cómo lo harán para dormir», señalan los vecinos, que lamentan también las dificultades que tienen para descansar: «Ayer sin ir más lejos (por el pasado día 6) estaban a las doce de la noche con la guitarra en la calle. Viene gente de todos los lados. De Palencia, de Valladolid... Y se ponen donde la guardería de la Junta de Castilla y León porque desde ahí ven si viene la Policía. Cuando aparece la Policía dejan de tocar, y cuando se van empiezan otra vez».

Pese a su proximidad también con el Cristo del Mercado, las calles General Santiago y La Dehesa pertenecen al barrio de Santa Eulalia, cuya asociación de vecinos critica estos episodios. «Somos un barrio en el que casi no hay zonas verdes, zonas de esparcimiento y zonas de ocio para nuestros niños. Pues en las únicas calles que tenemos algo un poco para que la gente pueda esparcirse nos encontramos con este problema», se queja la presidenta de esta asociación, Esther Santos.

Los vecinos reclaman una mayor vigilancia por parte del Ayuntamiento en los pisos sociales. «La gente mayor no sale a la calle a partir de una determinada hora y este es un barrio de gente mayor, muchos buzones están arrancados, se arreglan coches en mitad de la calle, hay peleas, ahora les ha dado también por los patinetes... Esto no se puede aguantar», concluyen sin mucha esperanza de que las cosas vayan a cambiar en un corto periodo de tiempo a pesar de sus gritos de auxilio.