La noche de Cuéllar busca cómo sobrevivir

Cristina Sancho
-

Los bares y discotecas aguantan reinventándose para atraer a un público que solo sale en fechas concretas en una localidad que fue referente del ocio nocturno en Castilla y León.

Sala Oremvs en una noche con público. - Foto: DS

Zambra, La Rana, Cáñamo, El Quinto Pino, Dandy, Paralex, Tarot, Tropical, Alhambra, La Terraza, Tendido 3, Oremvs, Lorma, Cotton, Estival, Pícaro, Tuksa, Taberna Santa Cruz, Temple, Kikox, Alaska, Ketramas… Y la lista podría ser mucho más larga. Todos estos nombres tienen algo en común: han vivido los mejores años de la noche cuellarana en los años 80 y 90 del siglo XX. 

De todos, en la actualidad quedan abiertos unos nueve y algunos de ellos reconvertidos, mezclan el escaso terraceo o chateo, con las cañas de después de cenar y las primeras copas, en el mejor de los casos con la nueva moda del denominado 'tardeo'.  Salir de fiesta en Cuéllar ha pasado a la historia, salvo fines de semana puntuales que coinciden con puentes festivos o fechas señaladas como Navidades, Carnavales o Semana Santa. El resto del tiempo, la afirmación común es: la noche en Cuéllar está muerta.

Hace 30 años, todos estos bares estaban llenos y la fiesta se empalmaba con las primeras horas del domingo. Ahora los que quedan, se reparten las franjas horarias de la noche, que cada vez empieza y acaba antes. Desde junio de 1959 que abrió sus puertas la Cafetería-discoteca Estival ha vivido de todo. Ahora lo regenta la tercera generación, Jaime Sanz, de 39 años, que vivió el boom de Cuéllar detrás de las tres barras de la discoteca y también el declive, en 2010. Ahora solo abre días puntuales y aguanta con la cafetería a pie de calle.

Sala Estival, en sus inicios.Sala Estival, en sus inicios. - Foto: DS

Su madre,Teresa Pascual, se acuerda vagamente de los orígenes del local cuando era pista de baile. Su padre supo adaptarse a los tiempos y al clima, techando parte de aquella pista de verano para disfrute en el invierno y más tarde lo convirtieron en discoteca cuando llegó la moda. «En los años 70 daba gloria salir por la noche, los fines de semana era… buffff, había gente todos los días y todas las noches a diario, y los fines de semana eran el doble o el triple», recuerda Pascual.

CONCIERTOS. A finales de los 70 empezó el auge de 'La Zona' en Cuéllar. Bares, pubs y discotecas que se congregaban alrededor de la Plaza de Toros. Unos 12 establecimientos en apenas 150 metros. Estival era el último local de fiesta que había en el pueblo, situado en la avenida de los Toros. «Estaban los Paseos y la carretera llena de gente. Nosotros hemos estado siempre y hemos vivido toda clase de modas, hemos pasado por todo», comenta. De hecho con el boom de 'La Zona', a principios de los 80, el público pasaba de largo de la discoteca y venían más tarde. Teresa Pascual sostiene que era tal la moda que llegaron a organizar conciertos con los artistas más importantes de la época; y llenaban. De hecho en la discoteca cobraron entrada hasta finales de los 70 y siempre han contado con varios porteros para controlar la entrada de menores. 

En los años buenos de la fiesta nocturna en Cuéllar se ha movido mucho dinero y había gente en todos los locales. «Las noches salvajes de Cuéllar fueron a finales de los 80 principios de los 90, eran parecidas al sábado de toros, pero todos los fines de semana; venía gente de Valladolid, Burgos, Soria, Madrid…, había garitos con cierta reputación de fiesta y un ambiente increíble», comenta Miguel Ángel Senovilla que en la actualidad regenta el bar La Gaviota pero que durante muchos años fue pinchadiscos y camarero en la discoteca Zambra y en algún establecimiento de Valladolid. Senovilla considera que en el auge de Cuéllar tuvo mucho que ver los distintos ambientes de los establecimientos, la decoración, el tamaño, los tipos de música de cada uno…

Pero todo aquello ha cambiado. El declive de la noche cuellarana fue progresivo primero con el cierre de los bares más pequeños. Hay quien lo achaca a los controles de alcohol y drogas en las entradas y salidas del municipio, aunque los hábitos y la situación económica han influido mucho. Marcos Gómez recuerda que, en 1987, abrió con su hermano Tendido 3, fueron los últimos en inaugurar, detrás de la plaza de toros. «Teníamos 23 camareros y trabajábamos viernes, sábado y domingo, el viernes era más flojo, pero el sábado era impresionante y el domingo la mitad que el sábado; ha sido bestial, Cuéllar era el punto de partida de todos los sitios, funcionábamos todos los bares», recuerda Gómez. 

En 1999, Marcos y su hermano dejóel Tendido y abrió la Taberna Santa Cruz y, en 2004, el Café Teatro Oremvs. En todos ellos sabe lo que es estar lleno hasta no poder entrar. En plena pandemia dejó la Taberna y ahora aguanta con Oremvs reinventándose hasta que se jubile. «Ha pegado un cambio tremendo, yo le hecho mucha culpa a la covid, la gente prefiere salir al tardeo, a comer, tomar un par de copas y a las doce en casa. Han cambiado los hábitos», comenta.

Es prácticamente el único que queda en 'La Zona' y trata de reinventarse para seguir atrayendo al público. Recientemente probó con monólogos y, el pasado fin de semana, con una 'Jam Session' en la que contrata a una banda para que acompañe tocando o cantando a aquellos que se animen entre el público. 

Quien también se está reinventado es Lourdes Molther, ahora al frente de Temple. Busca cubrir un hueco en las tardes con raciones, tardeo con copas para personas  de mediana edad que le siguen respondiendo desde la etapa de la Taberna. Esta cubana llegó a Cuéllar hace 23 años y ha trabajado la mayoría como camarera junto a Marcos. «Cuéllar era el referente de la hostelería de la comarca, se vivía de los pueblos de la zonas, ibas por cualquier barrio y costaba aparcar los coches». Había más de 100 bares, discotecas y locales. Desde su punto de vista el declive comenzó en la anterior crisis económica. 

«Antes se hacían negocios en los bares, eran el punto de encuentro, quedabas a tomar café e incluso no necesitabas quedar porque sabías a qué hora y en qué bar solían estar tus amigos, no te hacía falta móvil», comentaMolther. En esto coincide también Miguel Ángel Senovilla: «El bar era la red social, antes todo el dinero que destinabas a ocio era para el ocio, ahora te gusta tener un buen teléfono, ir al cine, al gimnasio, tener en casa, televisión de pago, una escapada… antes había gente de todas las edades, ahora por natalidad hay menos jóvenes, la clientela de 30 o 40 años quizá pueda gastar un poco más que los de 20», opina. 

Otro mal endémico es el botellón en la juventud. Incluso a pesar de que el precio de las copas no llega a los seis euros, en más de un bar o discoteca han acabado recogiendo restos. La noche ha cambiado, la sociedad también, igual que la falta de educación y respeto a los camareros. Aunque la hostelería nocturna en Cuéllar trata de reinventarse, esperan recuperar la noche con eventos y distintas propuestas atractivas, otra cosa será los bares que queden abiertos dentro de cinco años porque las jubilaciones también aprietan.