"Me podían haber matado"

Nacho Sáez
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Fernando C. se recupera en su casa después de engancharse con un cable en el cuello cuando circulaba en bici a las afueras de La Losa.

Señal del cable en el cuello de Fernando, tras el suceso. - Foto: DS

La imagen no deja a lugar a dudas. Ilustra perfectamente la tragedia que estuvo a punto de protagonizar Fernando C. el pasado jueves 6 de julio. Un día más con la bicicleta, como los que lleva disfrutando desde los 16 años, acabó con él en el hospital y ahora de baja laboral por un percance que resulta inexplicable para cualquier empresa que haya llevado a cabo alguna vez trabajos junto a una carretera. 

Nueve y media de la mañana. Fernando se dirige desde su casa en un pueblo del alfoz de Segovia a una finca  que tiene en La Losa. Ya está llegando cuando sucede todo. «Había rebasado el pueblo, iba en dirección hacia el Palacio de Riofrío bajando normal y corriente con el plato grande y el piñón pequeño para coger velocidad –porque hay una pequeña bajada y luego una cuesta hacia arriba– y vi un poco más adelante que un hombre cruzaba la carretera con un traje de operario, que a la derecha había una furgoneta metida en una bocacalle y que había un operario subido a una cesta manipulando cosas. No lo di importancia. Pero justo cuando llegué a la altura de la furgoneta, ¡zas! Noté que algo me impactaba en el cuello y que no podía soltármelo», relata.

Los momentos siguientes no los recuerda con claridad: «En realidad creo que ni intenté soltarme el cable porque no podía. Y hasta que me paró, me imagino, porque no recuerdo habérmelo quitado. Pienso que en algún momento perdí el sentido. No recuerdo haberme bajado de la bicicleta y sí que tenía un golpe en la espalda y la camiseta estaba toda rozada». Su memoría sí que atrapó las escenas posteriores. «Recuerdo que la bicicleta estaba en el suelo, que la aparté, que vi a uno de los operarios un poco alejado y que les dije: 'Joder, ¿qué hacéis? ¡Qué me habéis podido matar'. En ese momento me di cuenta de que podía hablar a pesar de que el cuello me dolía un montón», remarca.

Al menos uno de los operarios le preguntó como se encontraba, pero él tenía pocas ganas de responder. «Me fui a la cuneta, me senté y ahí estuve un poco hasta que pude llamar al 112. Fue una experiencia bastante desagradable. Yo solo miraba hacia abajo, con las manos en el cuello. Estaba hecho polvo.  Vino la ambulancia y la Guardia Civil, me atendieron y me bajaron al Hospital General de Segovia. Creo que en la ambulancia un sanitario me hizo cuatro fotos, porque cuando me veían decían: 'Uff'. Yo me lo tocaba pero no sabía lo que había», cuenta.

En el Hospital le hicieron un TAC, le examinaron la laringe y descartaron que sufriera lesiones internas, aunqueal día siguiente tuvo que volver a Urgencias por los dolores en el cuello y en la espalda: «En cuanto me encuentre mejor me reincorporaré al trabajo, pero de momento tengo que estar tomando relajantes musculares y cosas para el dolor. Lo que nadie me dice que no me vaya a quedar cicatriz en el cuello. Cuando una persona es joven cicatriza mejor. Yo no lo sé cómo me quedará y haré todo lo que sea para que me quede lo mínimo posible, pero no lo tengo claro y la verdad es que la herida es fea».

Casado y con una hija, asegura que lo más duro ha sido contárselo a su madre. «He ido esta mañana [por este pasado lunes] porque prefería decírselo antes de que se enterara por nadie. Tiene 89 años y la ha impactado mucho. Pero hasta hoy no me he encontrado con fuerzas», confiesa. Además del físico, el golpe emocional ha sido duro. «Por ejemplo, la lectura es algo que me gusta bastante y me pongo a leer y la cabeza se me va al accidente. ¡Cómo es posible que haya podido suceder esto! Me he quedado impactado porque una cosa que para mí era imposible que sucediera ha sucedido. Y en el sitio donde menos debería haber sucedido».

A sus 57 años, Fernando monta de forma habitual en bicicleta de montaña y también por la carretera. No es de hacer grandes excursiones sino de disfrutar de su entorno. De chaval tuvo otro susto («Cuando empezaba a montar, un coche se saltó un 'ceda el paso' y yo, al esquivarle, me choqué contra un poste»), pero no tan grave como este de ahora. «Una de las cosas que más tememos los ciclistas es encontrarnos con una cosa así. A cualquier ciclista que le preguntes, una de sus pesadillas es encontrarse con un cable a la altura del cuello cuando vas en bicicleta bajando. En una carrertera era algo inimaginable para mí. Pensé que estaban trabajando en una farola o algo así. No te puedes esperar que en una carretera te vas a encontrar algo así», lamenta en conversación telefónica con El Día de Segovia.

Con la medicación que está tomando tras el accidente no puede conducir y tampoco montar en bicicleta. «Hace muchos años con una bici un poco extrema que me compré me llegó a doler el cuello y estuve unos meses sin montar, pero luego enseguida volví. La bicicleta es parte fundamental de mi vida, sin duda, y seguiré montando.  No puedo dejar de montar y estos días que no puedo me fastidia muchísimo», continúa. Él sale con la bicicleta con la confianza de la concienciación cada vez mayor existente. «Se ha avanzado mucho en el respeto a la bicicleta en la carretera. Hace unos años no era raro que te pasara un camión rozándote y que, además, te pitase. Cosa que ahora sería una barbaridad», subraya. 

No obstante, el estado de las carreteras en la provincia de Segovia es mejorable, en opinión de Fernando. «En muchos casos a lo mejor ayudaría que se hiciera de vez en cuando una limpieza de arcenes. Muchos ciclistas no van por los arcenes o los evitan por los pinchazos», destaca, al tiempo que ofrece un consejo a los aficionados a la bicicleta: «Una cosa que llevo siempre y que me ayuda muchísimo es un retrovisor. Ayuda mucho escuchar que se acerca un vehículo y ya ves si da el intermitente, si te ha visto, si no te ha visto... Da algo más de tranquilidad». En el triste suceso del pasado jueves, el peligro en la carretera estaba por delante pero ya solo piensa en recuperarse e intentar dejarlo atrás.