Detective de canónigos

M.Galindo
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El sacerdote y canónigo José Miguel Espinosa reúne seis siglos de historia de la Catedral a través del elenco biográfico de más de un millar de eclesiásticos de la seo

José Miguel Espinosa - Foto: M.G.

Bucear en miles de legajos de 78 archivos capitulares, catedralicios, diocesanos, provinciales y bibliotecas de toda España para encontrar el rastro de los canónigos que han formado parte del Cabildo Catedral de Segovia desde el inicio de la construcción de la seo segoviana ha ocupado el tiempo y el esfuerzo del sacerdote e integrante del cabildo José Miguel Espinosa. El trabajo ha tenido su recompensa en forma de libro en el que bajo el título 'Los canónigos de la Catedral de Segovia desde el siglo XV' (Ideas y Libros Editorial, 2023) reune cinco siglos de historia a través de la recopilación del elenco biográfico de más de un millar de canónigos que lo han sido de la Catedral, que servirá como referencia para abordar investigaciones más específicas o como punto de partida para estudios más detallados sobre la importancia de estos eclesiásticos en la vida de la diócesis de Segovia.

La oportunidad de poder beber directamente de las fuentes documentales como archivero de la Catedral  - responsabilidad que ha ejercido en los últimos seis años- llevó a Espinosa a emprender esta titánica tarea, en la línea de investigaciones similares que están ya consolidadas en el ámbito anglosajón y que, por cuestiones de tiempo y espacio, dejan al margen cuestiones como los aspectos sociológicos, jurídicos y económicos de la importancia del Cabildo en la historia de la ciudad.

El sacerdote y canónigo segoviano puso el punto de partida de la investigación en el año 1525, en el que comenzaron las obras de la actual catedral segoviana, siendo las actas capitulares que se conservan en su archivo la principal fuente de información en la que basó su trabajo. A partir de ahí, fue desenredando la madeja sobre la historia del Cabildo, recurriendo a otros archivos  como los libros de difuntos de la extinta parroquia de Santa Bárbara o de la propia catedral que se conservan en la Parroquia de San Miguel, o incluso en archivos universitarios o de otras diócesis.

Esto es así debido a la dispar procedencia de los eclesiásticos que han ocupado el cabildo a lo largo de estos casi quinientos años que reúne esta publicación. De este modo, en este periodo, más de la mitad de los canónigos procedían de fuera de la diócesis, mientras que el 25 por ciento eran de la capital y el 24 por ciento de la provincia, y se da la circunstancia de que el cabildo contó con canónigos nacidos en Puerto Rico, Cuba, Perú y el antiguo reino de Nápoles.

En cuanto a las diócesis más representativas de procedencia, el estudio realizado por Espinosa sitúa las de Valladolid, Asturias, Burgos, La Rioja, Madrid o Navarra como las que mayor número de canónigos aportaron al cabildo segoviano.
El libro - prologado por el investigador y medievalista sepulvedano Antonio Linage Conde- ofrece una particular ficha técnica de cada uno de los canónigos, en la que se recoge su nombre, lugar y fecha de nacimiento y defunción, estudios y grados académicos y la fecha de toma de posesión o nombramiento, así como sus destinos anteriores a la canonjía segoviana, publicaciones, testamento y lugar de sepultura.

La labor de investigación realizada por Espinosa le ha permitido corroborar la importancia que el Cabildo Catedral tenía en la vida de la Iglesia en Segovia. Así, señala que un buen número de los canónigos que figuran en el libro fueron testigos de la construcción del templo durante los siglos XVI y XVII, y contribuyeron económicamente a su fábrica legando a su muerte sus bienes para que Segovia tuviera «un bello y digno luga de culto a Dios».

Del mismo modo, los canónigos se implicaban directamente en la acción pastoral al servicio de la diócesis como profesores en el Seminario, contribuyendo a la formación de los futuros sacerdotes, compatibilizándola con la de la organización del culto y la liturgia en la Catedral.
Espinosa valora que el sistema de acceso al cabildo fuera por oposición, lo que en su opinión era «garantía para evitar arbitrariedades en el nombramiento y a su vez fomentaba el estudio y la preparación de los canónigos para cubrir las necesidades exigidas para formar parte de este órgano».

En este sentido, señala que el Cabildo «ejercía como el Senado del obispo mucho antes de la creación de otros organismos de corte más moderno, y su opinión era tenida en cuenta a la hora de adoptar cualquier decisión relacionada con la vida eclesial».
Por otra parte, el autor destaca la «gran preocupación» de los canónigos por su salvación en sus testamentos, donde destinaban parte de su legado a aplicar misas por su alma, así como para la preservación de los Santos Lugares en Jerusalén como nota común expresada en sus últimas voluntades.

En la actualidad, el Cabildo mantiene únicamente su función como garante de la liturgia solemne en la Catedral, a la que añade la del mantenimiento y conservación de su valioso patrimonio artístico y monumental, enmarcada en su tarea de evangelización a través del arte sacro que caracteriza su tarea. En este sentido, Espinosa valora el esfuerzo realizado por esta institución para poner sobre la mesa todo lo necesario para que la visita a la Catedral vaya mas allá del turismo y sea para el visitante «una experiencia de espiritualidad».