El estrés del adoquín en José Zorrilla

M.Galindo
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Desde su remodelación en 2009, no se ha hecho ninguna obra de mantenimiento en la calle, en la que se acumulan en la actualidad cerca de una treintena de baches en todo su recorrido

Los Baches comienzan a ser evidentes en muchos tramos de la calle - Foto: Rosa Blanco

En diciembre de 2009, la entonces vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega se sentaba junto al alcalde Pedro Arahuetes en el banco ocupado por la estatua del poeta y dramaturgo José Zorrilla que da nombre a una de las zonas comerciales más importantes de la ciudad. La efigie de Zorrilla ponía el corolario a las obras de remodelación de esta arteria comercial de la ciudad,  que supuso una inversión próxima a los cuatro millones de euros realizada con cargo al 'Plan E' que el Gobierno de Zapatero puso en marcha para impulsar la economía.

Han pasado quince años desde entonces, y la calle José Zorrilla ha cambiado su fisonomía, anteriormente caracterizada por estrechas aceras y  la masiva presencia de vehículos, y que tras el proyecto de remodelación ofrece más espacio para los peatones y menos para los vehículos, lo que favorece su carácter comercial.

El inexorable paso del tiempo está comenzando a dejar  síntomas evidentes de estrés en el estado de la calle, y de manera singular en el pavimento, donde el adoquinado instalado en su momento da muestras ya de la necesidad de una intervención para su reparación.

Desde la Plaza de Somorrostro hasta su confluencia con la rotonda del Cristo del Mercado, esta redacción ha contabilizado al menos una treintena de baches de distinto tamaño, así como el desplazamiento de algunas zonas de adoquinado. Los pasos elevados y las tapas de registro y alcantarillado son las más afectadas por este problema, aunque hay otras zonas  que preocupan más, y que se centran en los números más altos de la calle.

Roberto Manso, presidente de Comerzio José Zorrilla ha sido testigo del cambio registrado en esta vía fruto de la remodelación, y observa con preocupación el deterioro del pavimento, aunque precisa que «ha aguantado muy bien en estos quince años, pero es cierto que necesita un tratamiento».

En este sentido, indicó que durante estos tres lustros «no se ha hecho ninguna labor de mantenimiento, pero creo que tampoco ha sido necesaria, porque las obras se hicieron con calidad y están aguantando bien». Así señaló que el paso de vehículos pesados ha sido la causa fundamental del estrés del adoquinado, ya que camiones y furgonetas llegan a diario a los comercios para abastecer a las tiendas, pero su comportamiento «está siendo mejor que el de Padre Claret», ironiza.

Pero el progresivo deterioro es cada vez más evidente, y Manso sugiere la necesidad de plantear una intervención que no solo consolide las zonas más afectadas, sino que prevenga la aparición de baches en otras zonas.

Sobre este aspecto, precisa que la intervención no supondría un excesivo quebranto en el tráfico de la zona «porque no tenemos líneas de transporte y el paso de vehículos no es excesivo, y menos ahora con las obras en Blanca de Silos».
El presidente de la zona comercial valora el cambio diametral que ha

dado la calle tras su remodelación, y asegura que aunque el proyecto inicial suscitó en su día algunas reticencias por parte de los comerciantes, el resultado final ha cumplido las expectativas. «Antes de las obras, la organización de José Zorrilla era bastante caótica, con aceras estrechas y muchos vehículos, y la remodelación puso orden a este caos permitiendo crear una estructura más diáfana y agradable para los ciudadanos, a quienes se les dio preferencia frente a los vehículos», explica.
De este modo, el cambio en el paisaje urbano supuso un impulso inicial para la zona, aunque las crisis económicas y la pandemia no han contribuido a su consolidación, pero Manso señala que el modelo «ha demostrado que tiene éxito, y de hecho parece que se va a hacer algo similar en Blanca de Silos».
El único lunar que  tiene la calle es el funcionamiento de la fuente de suelo creada en la plaza de José Zorrilla «que ha funcionado tres veces», según precisa Manso, que asegura que los técnicos «parece que no se hacen con ella» durante todo este tiempo.
cambios La remodelación de la calle José Zorrilla  permitió la creación de  nuevas y amplias aceras, nuevo mobiliario urbano (papeleras, bancos y fuentes) más moderno, cómodo y funcional y la  nuevas farolas de bajo consumo eléctrico y más arbolado a lo largo de la calle.

En la plaza de José Zorrilla se instaló junto a la zona de juegos infantiles unas pérgolas que proporcionarán sombra en los días de calor. En la plaza de Somorrostro fueron plantados  doce árboles que forman una galería evocando la ribera del río Clamores soterrado bajo la plaza, y se crearon varias áreas de juegos infantiles y zonas de descanso. Como recuerdo de su pasado la plaza mantiene el antiguo reloj y fuente del que fuera mercado de Muerte y Vida, restaurado tras ser desmotado y vuelto a montar piedra a piedra.

El paisaje urbano fue adornado con la plantación de 100 árboles: fresnos, tilos y arces, junto a proyectores luminosos empotrados en el suelo que dirigen un haz de luz vertical hacia las hojas. Las obras también se centraron en la mejora de  buena parte de la red de saneamiento y abastecimiento, así como el soterramiento de contenedores en dos islas colocadas en dos puntos diferentes de la calle.