La Constitución se encamina hacia el medio siglo, pero en este tiempo el sistema electoral, el santo grial de la democracia, apenas ha cambiado. Solo así se explican reliquias tan extravagantes en otros países como la jornada de reflexión o la prohibición de publicar encuestas en la última semana de campaña.
Lo cierto es que el armazón del modelo electoral español es fruto de un momento político muy concreto, la Transición, en el que la democracia estaba en pañales.
Tras casi 40 años de dictadura, el legislador se decantó por la prudencia y por un sistema garantista repleto de normas que impidieran cualquier manipulación o duda sobre la limpieza del proceso, y desde entonces sobrevive toda una legión de antiguallas con poco o nulo sentido ya avanzado el siglo XXI.
Muchos electores se preguntarán por qué necesitan una jornada para reflexionar la víspera de las elecciones, o cómo en 2023, con internet y medios de comunicación de ámbito global, esté prohibido difundir encuestas los días previos a los comicios.
Ese día de descanso -la víspera de los comicios- no existe, como tal, en medio mundo, aunque sí hay países que cuentan con normas que buscan garantizar la neutralidad en las horas previas a la cita con las urnas. En el otro extremo se encuentran el Reino Unido o Estados Unidos, sistemas en los que no existen restricciones y se puede hacer campaña o pedir el voto incluso el día de las elecciones.
En España esta jornada está regulada por la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg). Prohíbe la difusión de propaganda, pese a que los carteles de los partidos permanecen colgados de farolas y fachadas, y realizar cualquier tipo de acto de campaña, no solo ese día, sino también en el día de votaciones.
Eso sobre el papel, porque en la prensa digital, que puede consultarse incluso el mismo día de las elecciones, se pueden seguir leyendo las llamadas al voto y los mensajes electorales del cierre de campaña. No es posible, por tanto, el silencio informativo que estaba en la mente de los legisladores de hace 45 años, una entelequia en el actual mundo digital e interconectado.
A última hora
Y es que, además, ¿acaso necesitan los ciudadanos un día para reflexionar su voto? La respuesta, a tenor de los estudios de opinión, es que efectivamente muchos votantes sí necesitan esa jornada de reflexión.
Según la última macroencuesta electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), difundida la semana pasada, un 12,3 por ciento de los españoles elige a quién votará en las últimas horas.
Y, de este porcentaje, un 6,4 por ciento reconoce que habitualmente lo decide en la jornada de reflexión, y otro 5,9 por ciento el mismo día de las elecciones, incluso camino del colegio o momentos antes de escoger la papeleta que introducirá en la urna.
Campañas interminables
Otro elemento que en ocasiones parece anacrónico es la campaña de dos semanas de duración, fijada también en la normativa electoral. Que las campañas reales, no las fijadas por ley, no duran 15 días, sino meses interminables o incluso años, es un fenómeno crónico de la vida política española.
En la mayoría de las ocasiones, la diferencia entre estar en campaña o no se limita a que los candidatos puedan pedir directamente el voto para su partido, o la posibilidad de pegar carteles de propaganda por las calles. No obstante, la Loreg establece también limitaciones desde la convocatoria de las elecciones y la disolución del Congreso y el Senado, esto es, 54 días antes de los comicios.
Aunque el Gobierno sigue plenamente en funciones hasta el día de las votaciones, la Junta Electoral Central (JEC) es especialmente rigurosa con la utilización de medios públicos con fines partidistas. Sin ir más lejos, en las pasadas municipales y autonómicas llegó a abrir un expediente sancionador a la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez, por hacer declaraciones de carácter electoral desde la rueda de prensa del Consejo de Ministros.
En estos comicios, la JEC también ha apercibido al responsable de la Presidencia, Félix Bolaños, aunque sin llegar a multarle.
Muchos son los que también se preguntan si la campaña sirve para algo. Pues bien, volviendo al último barómetro del CIS, un 22,8 por ciento de los encuestados asegura que decide su voto durante estos 15 días. De hecho, a día de hoy, un 13,8 por ciento reconoce que está dudando entre varios partidos o coaliciones. Un porcentaje que quita o da gobiernos.
Sin sondeos oficiales
La legislación española es especialmente estricta sobre la publicación de encuestas. Están prohibidas desde cinco días antes de los comicios. En estas elecciones, el último día para difundir sondeos será el próximo lunes 17. Una restricción que no existe, por ejemplo, en Estados Unidos, Países Bajos o Alemania.
Pese a ello, en anteriores citas electorales se han seguido publicando encuestas en periódicos de la vecina Andorra -donde no es de aplicación esa prohibición- sondeos que, a su vez, se han reproducido en diarios españoles cambiando los logotipos de los partidos por frutas y hortalizas con los colores de cada una de las formaciones. Una artimaña para sortear la legislación electoral.
En las generales de 2019, el Gobierno del PSOE avanzó que si repetía en la Moncloa abordaría una reforma electoral para eliminar algunas de estas normas obsoletas, aunque pasados cuatro años, nada se ha hecho.