El gran empeño del tejido productivo español por intentar llegar a niveles de eficiencia económica similares a los países comunitarios más desarrollados se asemeja al esfuerzo del mito de Sísifo por subir la roca a la cima de la montaña que, cuando parece que lo ha conseguido, cae y vuelve a repetir la tarea.
En España, lastres como el absentismo laboral, la baja productividad, la siniestralidad o la falta de mano de obra cualificada impiden al sector empresarial mejorar sus ratios de competitividad y rentabilidad.
Así, por ejemplo, las ausencias, que tanto denuncian las empresas en España, volvieron a crecer en el segundo trimestre de este año, hasta el 6,7%, lo que significó dos décimas más con respecto al primero y dos décimas más también si se compara con el mismo período del ejercicio anterior.
Los datos del informe trimestral sobre el absentismo, la siniestralidad laboral y las enfermedades profesionales que publicó recientemente Adecco Group mostraron también que, en cuanto a las ausencias por incapacidad temporal, la tasa se situó en el 5,2%, lo que representó una décima más en comparación al trimestre anterior y también respecto a la etapa que va de abril a junio de 2022.
De esta manera, las horas no trabajadas por bajas laborales en España se pueden comparar con que 1.108.486 asalariados no hubieran acudido ningún día a su puesto de trabajo en este período, lo que implicó un alza del 2,6% intertrimestral y un 5,1% más interanual.
No obstante, el análisis precisó que el conjunto de horas no trabajadas que conforman el absentismo abarca motivos muy diferentes y, por tanto, sería un error equiparar todas las ausencias como si fueran faltas injustificadas.
Otra de las asignaturas pendientes de España es que cuenta con la productividad más baja entre las grandes potencias de la UE, especialmente de economías como Alemania, Francia e Italia. De hecho, está siete puntos por debajo de la media de la eurozona y no repunta de la base de 100 puntos de referencia comunitaria desde al menos 2005, según los informes de Eurostat.
Los expertos reiteran que el tejido productivo nacional precisa de un marco laboral que permita reducir la temporalidad, erradicar la precariedad, mejorar la calidad del empleo y la inversión en capital humano para aumentar los índices de eficiencia y competitividad de las compañías del país.
A cierre de 2022, último ejercicio completo con datos en los registros de Eurostat, la productividad española se colocó en 93 puntos sobre los 100 que anotó la media de la Unión Europea y más lejos aún de los 104,7 puntos del promedio de la eurozona. No solo aparecen por delante Francia (con 115,6 puntos en la misma escala), Alemania (103,2) o Italia (104), también dejan atrás a España países como Portugal, Italia, Irlanda y Grecia.
El problema de este indicador actualmente está en la pérdida de horas trabajadas en los últimos años acompañado, además, de una menor intensidad tecnológica.
Vacantes
Uno de los graves problemas que tienen las organizaciones nacionales es que mientras el país lidera las cifras de paro de la UE con más de un 11,6% y un 25% en tasas de desempleo juvenil, el 71% de las organizaciones denuncia que no encuentran trabajadores cualificados para los proyectos más vanguardistas e innovadores que desarrollan.
En concreto, España registra en la actualidad unas 150.000 ofertas de empleo que están sin cubrir, según el INE. De hecho, esta cifra podría ser incluso notablemente superior, debido a la complejidad de poder medir dicha problemática especialmente entre las pequeñas y medianas empresas, según revela el informe titulado El reto de las vacantes en España, publicado por la patronal Cepyme.
La escasez de mano de obra afecta a todos los gremios y a casi todas las ramas de actividad, desde el sector primario hasta el terciario, de modo que se trata de un problema generalizado que presenta una mayor intensidad en las profesiones técnicas, centradas en servicios, así como en industria y la construcción.