Entre los lugares comunes de las campañas electorales, estaba el que al PSOE se le daban bien y que al consabido mejor manejo de la propaganda y el control mediático por parte de la izquierda se unía su habilidad para imponer su agenda y colocar por delante sus mensajes. Pero me parece que en esta, y a cuatro días de acabar, no se le ha dado bien. Supongo que algún cartucho aún guardará, amén de que salga su Tezanos in extremis diciendo que va a ganar, que eso ya se da por descontado y que no se yo sino tiene un efecto perverso y contrario de cabreo, pero la impresión tras lo sucedido es que Sánchez la ha pifiado. Porque ha sido la campaña de Sánchez, aun siendo municipal y autonómica, y el quién se ha convertido en el protagonista, director, primer actor y superestar de la película.
Comenzó, y en ello sigue, echando pisos y dineros a espuertas por la boca, hasta llegó a dar regaladas entradas a los viejos para ir al cine. Iba sobrado, que es como más le gusta ir y de un alarde a otro, nacional e internacional, sobre todo por aire, que es por donde prefiere ir y en su Falcon, faltaría más. El PSOE era y es, primero él, después él, luego nadie y luego, si eso, y ya detrás alguno más, mayormente quienes consienta él. Eso es así por más que algunos baroncillos hagan y hayan hecho ahora sus mohines de siempre, para intentarse deslindarse, Page el que más y también Lamban, pero ambos un pasito para adelante y otro para atrás y a la hora de la verdad, o sea la de votar los diputados de sus territorios en el Congreso, hacerlo sin rechistar y aplaudiendo con las orejas además.
Ese era el guión, pero la campaña, de pronto, explotó. Lo que subyace, ha sido y será marca de toda la legislatura entera, reventó. Sus alianzas, sus entregas, sus ventas de nuestra dignidad, sus traiciones y sus mentiras, los más repulsivo y el engaño que con más solemnidad y enfado reiteró no iba a cometer jamás, su pacto con Bildu, reventó. Pues ellos, con total descaro y obscenidad, lo quisieron dejar claro, eran los herederos de ETA, eran ETA con otro nombre y presentaban a 44 miembros de la banda condenados por serlo por la justicia, entre ellos 7 asesinos, en sus listas electorales. Y en ellas están.
Ese ha sido el detonante, lo que precisamente ha colocado la campaña en el terreno en el que no querían -sobre todo los implicados, alcaldes y presidentes de comunidades autónomas- que estuviera y donde ha acabado por estar. Porque ahora estas municipales y autonómicas son Sánchez. Él las había programado pensando que para bien, y que iba a salir si no triunfante sí, con tan poco daño que lo iba a parecer. Él iba a ser a la postre el ganador aunque hubiera algunas bajas. Y esa supongo seguirá siendo su esperanza, que minimizados los daños, todo se sustancie en pequeñas perdidas. Pero se ha abierto y crecido la posibilidad de que la brecha sea mucho mayor y el 28-O el plebiscito, ya nada soterrado sobre Sánchez, incline el dedo pulgar hacia abajo. Porque la campaña de Sánchez ha acabado por ser la campaña de Bildu. Que a estos sí que les ha salido bien.