España, pendiente de Galicia y de la ley de amnistía

Pilar Cernuda
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Sánchez tiene muy difícil completar la legislatura si no logra un buen resultado en la comunidad atlántica después del fuerte desgaste del Ejecutivo para intentar salvar de la quema a Puigdemont

Una derrota del bloque de izquierdas en la comunidad provocaría un cisma dentro de las filas socialistas. - Foto: EFE

Galicia y amnistía, amnistía y Galicia. No salimos de esos dos focos que impregnan la vida política, pero también la social. 

Los dos acontecimientos se encuentran estrechamente ligados, no porque el independentismo catalán tenga que ver con los problemas de Galicia, ni porque la situación de Puigdemont y los condenados por el Supremo tengan en vilo a los gallegos, sino porque el debate sobre una ley que más de media España considera inconstitucional, y que el pasado jueves se vio afectada por una votación en el Parlamento Europeo, atañe seriamente a los socialistas. Esa votación europea, que pide investigar las conexiones entre Rusia y los separatistas catalanes, tiene repercusiones indudables en el Gobierno de Pedro Sánchez, pero también en el candidato socialista a la Xunta, José Ramón Besteiro. Simplemente por ser el aspirante del partido de Sánchez. 

Tampoco ha sido buena noticia para los socialistas que la Junta Electoral Central haya abierto estos últimos días un expediente a Pedro Sánchez porque ha podido incurrir en ilegalidad al aprovechar una visita a la empresa Navantia para hacer electoralismo. Anunció allí el encargo del Ejecutivo de un buque que supondrá una inyección económica importante para Navantia y la creación de cientos de puestos de trabajo en los próximos años en Ferrol y La Coruña.

La campaña gallega afecta más que nunca a la política nacional, con un Sánchez necesitado de una buena noticia que oculte la delicada situación que atraviesan su partido y su Gobierno. En los últimos días arrecian las especulaciones sobre cuánto durará el Ejecutivo actual, porque Puigdemont es político que cumple lo que dice -en este caso cumpliría con las amenazas- y ha advertido que si la amnistía no incluye el terrorismo retirará el apoyo parlamentario de Junts al PSOE. 

Por otra parte, un mal resultado en Galicia dará alas a los cada vez más numerosos socialistas que empiezan a admitir abiertamente su disconformidad con las políticas de Sánchez, al asumir todas las exigencias de sus apoyos parlamentarios, fundamentalmente los de Puigdemont. Es indudable que el expresidente catalán reaccionará de alguna manera tras el golpe que acaba de recibir en el Parlamento Europeo -donde tiene escaño- al rechazar que el delito de terrorismo tenga cabida en una ley de amnistía, además de aprobar también la Cámara europea que se investiguen los contactos entre miembros de ese Parlamento con personas adscritas al Kremlin.

Un PSOE sin aspiraciones

Las elecciones gallegas ya se presentaban mal para el PSOE, que había renunciado hace tiempo a presidir la Xunta y había centrado su objetivo en formar un Gobierno de coalición con el BNG. El partido nacionalista ya le ganó en Galicia los comicios anteriores al quedar segunda fuerza mientras relegaba a los socialistas a la tercera posición. Hoy, las perspectivas son todavía peores, hasta el punto de que el nuevo objetivo que se ha marcado Ferraz es que su candidato Besteiro repita el mismo resultado de 2020, y rompa con el pronóstico casi unánime de los sondeos, que creen que va a perder escaños. El candidato, no suficientemente conocido por los gallegos, es una apuesta de Sánchez ante un PSdeG tradicionalmente muy dividido. 

A una semana de las elecciones, nada es seguro. El Partido Popular de Alfonso Rueda gana en todas las encuestas y la mayoría le otorgan un resultado absoluto, pero entre los populares inquieta el recuerdo de las generales del 23 de julio, cuando daban por hecho que PP y Vox alcanzaría la mayoría absoluta y, sin embargo, aunque ganaron las elecciones, no tuvieron suficientes escaños para gobernar. Nadie ve a Vox con un solo escaño en el Parlamento gallego, así que Rueda está obligado a lograr mayoría solvente si quiere mantener la Presidencia.

Todo indica que solo dos candidatos pueden ser presidentes tal como están las cosas en este momento, Alfonso Rueda o Ana Pontón, la candidata del BNG, una fuerza en alza. 

Representan a los dos partidos que mantienen mejor la lealtad de sus votantes, y se juegan todo en la campaña electoral... y en la supervivencia de los posibles apoyos de Pontón, ya que el PPno puede contar con Vox aunque está atento a lo que ocurra en Orense, donde Democracia Ourensana puede dar la sorpresa. El partido del alcalde Pérez Jácome podría lograr un escaño. Que no sería necesariamente para el PP, con Jácome nunca se sabe.

Pontón tiene predicamento, ha moderado al BNG y cuenta con gancho político, incluso personal. Sin embargo en esta campaña electoral ha radicalizado posiciones, entre otras razones porque desde la propia izquierda le lanzan denuncias de haberse acomodado excesivamente a los sillones del poder dejando atrás algunas de las reivindicaciones habituales del BNG. 

En sentido contrario, el candidato del PP ha indagado en la letra pequeña de su programa electoral -casi nadie lee los programas- para poner en primer plano algunas iniciativas polémicas, sobre todo lingüísticas. Pero también algunas propuestas económicas con exceso de demagogia y falta de realismo. Pontón, sin embargo, aguanta bien, y hasta el último día sus seguidores mantienen la esperanza de alcanzar la Xunta. 

Menos bien están, sin embargo, sus posibles aliados para formar Gobierno en Santiago de Compostela.

Lo que puede ocurrir en el PSdeG inquieta profundamente en Ferraz y sobre todo en Moncloa, porque con el desgaste que está provocando la polémica sobre la amnistía, Pedro Sánchez tendría muy difícil completar la legislatura si no tuviera un buen resultado en Galicia. Podría producirse una situación límite, porque tras el fiasco de las municipales y autonómicas de mayo, estas dejaron sin poder y sin trabajo a miles de socialistas, muchos de ellos dirigentes de prestigio en sus regiones. Empezarían a producirse gestos contrarios a un Pedro Sánchez con un rechazo tan generalizado que provoca el desafecto también generalizado hacia las siglas del PSOE.

División en la izquierda

En Galicia se asume que Pontón es la única líder que puede plantar batalla a Alfonso Rueda, pero la división de la izquierda la perjudica seriamente. 

Las críticas se centran fundamentalmente en Yolanda Díaz, que no ha conseguido mantener a Podemos dentro de Sumar, lo que también ha provocado que la imagen de la vicepresidenta haya caído en picado entre las filas sanchistas. La dirección de Podemos Galicia quiso aceptar la propuesta de formar una lista única con Sumar por razones exclusivamente electorales, la ley D´Hont castiga la división, pero al consultar a las bases se pronunciaron por listas separadas. Pablo Iglesias llegó a pedir el voto para el BNG, aunque finalmente, a una semana del 18-F, en redes sociales ha pedido el voto para la candidata de Podemos. 

Ningún sondeo recoge algún escaño para Podemos ni para Vox, y solo alguno otorga uno a Sumar y otro a Democracia Ourensana. También podría lograr un escaño el voto emigrante, lo que significa que la mayoría absoluta depende de tres escaños dudosos. 

De lo que nadie duda es de que las elecciones gallegas en esta ocasión van a tener más que nunca una lectura que va más allá de los límites de Galicia. Tendrán una incidencia total en el futuro político de tres figuras nacionales, Feijóo, Pedro Sánchez... y Yolanda Díaz.