Las sucesivas crisis que se han vivido en las últimas décadas han provocado el desarrollo de una nueva era de productos y servicios denominados low cost, o de bajo coste, que abarcan a todo tipo de sectores, desde viajes, alimentación, moda, automóviles, gasolineras, cosméticos,... etc.
Un sistema que se ha impuesto como un modelo de negocio muy rentable basado en la reducción de costes de fabricación, distribución y márgenes, lo que propicia una bajada en el precio final de los artículos y servicios en venta. Se trata de productos básicos, funcionales, sin extras, de una calidad muy similar a la del bien original que imitan.
Las empresas low cost nacieron ganando y siguen ganando cuota de mercado año tras año, frente a las tradicionales que, en ocasiones, la pierden. De hecho, consiguen beneficios casi todos los ejercicios, mientras que las de siempre se endeudan con mayor facilidad. Y ello, a pesar de que las tarifas de este nuevo modelo son mucho más bajas.
La explicación de los economistas es que las sociedades tradicionales no se han adaptado a los cambios señalando que muchos consumidores están dispuestos a renunciar a ciertas comodidades a cambio de unas tarifas más bajas.
No se trata de recortar, sino de aplicar a un modelo más eficaz y menos costoso, eliminando privilegios, despilfarros y abusos.
La nueva era low cost consiste en hacer más con menos. Las marcas sacan al mercado producciones muy sencillas y básicas, completamente carentes de los extras que suelen llevan los de mayor coste, reduciendo, entre otros, los gastos de marketing y publicidad, pero sin sacrificar la funcionalidad.
Por razones de ahorro, los consumidores se decantan cada vez más las denominadas marcas blancas, como alternativa a las compras más tradicionales, pero con la idea de un mayor ahorro.
En este escenario, se ha producido también un nuevo concepto de low cost en el que grandes compañías como las aerolíneas, cadenas de moda, supermercados y todo un segmento empresarial se han lanzado con inversiones millonarias para ganar prestigio con este tipo de productos defendiendo un mayor valor añadido y tratando de dejar atrás su imagen de austeridad.
Se trata de una estrategia revolucionaria que permite a este tipo de compañías obtener más beneficios ajustando al máximo los gastos para no tener que repercutir un alto precio al cliente final.
Una de las características de este modelo es que trata de descomponer al máximo los costes de los diferentes procesos de fabricación para que sea el consumidor quien elija el acabado final de lo que desea comprar, en contraposición al modelo tradicional en el que es el proveedor quien decide cómo y a cuánto vender.
Secreto
Tanto los negocios low cost como las empresas outlet se fundamentan en mover grandes volúmenes de mercancías con muy poco margen de rentabilidad económica, puesto que el secreto es vender mucho para aumentar el volumen de facturación.
Por sectores, el textil, el alimentario y el aéreo son los más reconocidos en la industria del low cost por los consumidores españoles. De hecho, un 43% asegura que aumentará sus compras este año como medida para ajustar su economía doméstica ante la inflación, frente al 10% de los ciudadanos europeos que valoran las ofertas como la mejor opción de ahorro.