La guerra sin fin de Sudán

Agencias
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El país cumple dos años desde que se inició un conflicto que lo ha sumido en una de las peores crisis humanitarias del mundo

La guerra sin fin de Sudán - Foto: EFE/EPA/MAXAR TECHNOLOGIES HANDOUT

Dos años después del conflicto en Sudán, aún no se sabe cuántas personas han muerto. La guerra entre el Ejército del país africano y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), que comenzó como una disputa por el control político y militar, ha provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes. Las estimaciones de distintos organismos oscilan entre 12.000 y 150.000 fallecidos, pero la mayoría coinciden en que la cifra real es mucho más alta. Una contienda a la que no se atisba fin y que ha colapsado el sistema de salud, obligando a más de 15 millones de civiles a abandonar sus hogares.

El conflicto estalló el 15 de abril de 2023 a causa de las tensiones entre las tropas estatales y las FAR, hasta entonces aliados, sobre el proceso de integración de los paramilitares en las Fuerzas Armadas, reflejo de una lucha de poder representada a mayor escala por sus dos líderes, Abdelfatá al Burhan y Mohamed Hamdan Dagalo, respectivamente.

En las primeras etapas de la guerra, las Fuerzas de Apoyo Rápido lograron importantes avances tomando la capital, Jartum, y embolsando al Ejército en algunos puntos de la ciudad y sus alrededores, así como la mayoría de Darfur, Kordofán y otros puntos al sureste de la urbe principal.

Sin embargo, las tropas han conseguido durante los últimos meses recuperar el control de Jartum y partes del centro, en una contraofensiva en varios frentes lanzada en septiembre de 2024 que tuvo su momento cumbre con la toma el pasado marzo del Palacio Presidencial y del aeropuerto internacional de la capital.

Tras este giro, las FAR han centrado sus bombardeos en el estado Norte, en la frontera con Egipto, desatando la preocupación de El Cairo, además de incrementar sus ataques contra El Fasher, capital de Darfur Norte, cercada desde hace meses, y los campamentos de desplazados de sus alrededores.

La recuperación de Jartum refuerza la posición de Al Burhan, pero no garantiza el fin de la guerra, un pedido constante de organismos internacionales y numerosos países, que han tratado de ejercer como mediadores entre ambas partes sin encontrar una solución.

A pesar de los esfuerzos, no hay un horizonte político claro para Sudán, ya que las negociaciones han fracasado debido a la intransigencia del Ejército y las FAR, que buscan una victoria militar total.

Discrepancias en los datos

Las cifras de las víctimas mortales en la guerra varían considerablemente de un organismo a otro. El menor dato es 12.000 muertos, reportado por el Ministerio de Salud en su última actualización a finales de diciembre de 2024, aunque estos decesos serían solo los registrados en los hospitales.

La estimación más alta que se tiene de la crisis es una que hizo el pasado mayo el exenviado especial de Estados Unidos para la nación africana, Tom Perriello, quien advirtió de que la cifra de fallecidos podría alcanzar los 150.000.

Por su parte, la organización independiente Armed Conflict Location And Event Data Project (ACLED) recogió unas 13.000 víctimas mortales en todo el país a lo largo de 2024, entre ellas unos 4.200 civiles, y un total de 32.973 muertos desde que empezó el conflicto.

Factores agravantes

En este contexto, las dificultades para obtener cifras exactas se deben a varios factores, como es el colapso del sistema sanitario, ya que según Cruz Roja más del 70 por ciento de los centros de salud en las zonas de la contienda han dejado de funcionar, lo que impide un recuento efectivo.

A esto se suma el apagón de telecomunicaciones debido a los cortes frecuentes de electricidad, que obstaculizan la transmisión de datos desde las zonas afectadas. También existen represalias contra activistas y trabajadores humanitarios que enfrentan amenazas y violencia, lo que limita la capacidad de reportar incidentes.

Las consecuencias de las hostilidades a nivel humanitario son nefastas. Más de 30 millones de personas en Sudán, que suponen más de la mitad de la población del país, de las que 16 millones son niños, necesitan asistencia, mientras 24,6 millones padecen hambre aguda.

Además, la guerra ha dejado más de 12 millones de desplazados, que han buscado refugio en naciones vecinas como Chad, Egipto, Etiopía o República Centroafricana.