Editorial

El Banco Central Europeo da un paso al frente ante la nueva realidad

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Europa comienza a tomar decisiones para sostener la economía ante las turbulencias que han provocado los arrebatos arancelarios de Trump tras su regreso a la Casa Blanca. El Banco Central Europeo (BCE) aprobó un nuevo recorte de los tipos de interés, y ya van seis, dejando el precio del dinero en el 2,25%, la cifra más baja desde diciembre de 2022. La autoridad monetaria adoptó la rebaja ante la previsión de un «deterioro de las perspectivas de crecimiento debido al aumento de las tensiones comerciales», según advirtió la presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante su comparecencia, en la que también aventuró más bajadas en lo que queda de año. En plena guerra comercial desatada por Estados Unidos, es alentador que las instituciones europeas comiencen a adoptar medidas para que las expectativas de crecimiento se vean afectadas lo menos posible.

Con una estabilidad de precios en torno al 2,2% al alcance de la mano, el BCE pretendía dar una tregua a la rebaja de tipos, pero ahora ha decidido mover ficha ante una realidad que ha cambiado por el peligro de los aranceles y su afectación a la economía comunitaria. La incertidumbre global debe llevarnos a liderazgos que asuman la situación y sepan mostrar el camino para continuar con un crecimiento que garantice el bienestar social de los ciudadanos y el futuro de las empresas. Por ello, es importante la decisión aprobada por el BCE y, aún más, que lo haya hecho por unanimidad de todos los miembros del Consejo de Gobierno, a pesar de que algunos eran partidarios hace unas semanas de mantener los tipos a la espera de ver cómo evolucionaba la inflación.

Los banqueros centrales tienen claro que la guerra comercial es muy dañina para el crecimiento de una economía como la de la zona euro, que no ha acabado de rebotar como se esperaba y que está muy volcada hacia las exportaciones, lo que nos lleva a una inseguridad excepcional que nadie sabe despejar en estos momentos. Aún hay que aclarar el daño que pueden provocar los gravámenes de Washington, ya que aunque posiblemente sean mayores al otro lado del Atlántico, la situación de la eurozona no es demasiado robusta y las perspectivas de auge económico ya se han visto deterioradas, según todas las previsiones de expertos.

Otras instituciones europeas y españolas deben tomar ejemplo y comenzar a implantar medidas que impulsen la economía y alivien a empresas y particulares. Lagarde reconoció que el BCE estará «listo y ágil ante la incertidumbre», y eso es vital para estimular la mejora desde el punto de vista monetario, ya que hay que tener en cuenta que en los próximos meses las enormes dudas pueden ser una rémora para el consumo y la inversión. Una reducción de la confianza de los hogares y empresas podría llevar a una respuesta adversa y volátil de los mercados y a un endurecimiento de las condiciones de financiación. Estos factores podrían lastrar adicionalmente las perspectivas económicas de la Unión Europea, por lo que hay que estar preparados y alimentar el crecimiento.